martes, 10 de noviembre de 2009

LA ENFERMEDAD Y EL REMEDIO







El pasado 14 de septiembre os contaba el vergonzoso aspecto que presentaba el Puente de Isabel II por culpa de las muchas parejas de idiotas que se dedican a colocar en su barandilla enormes candados como símbolo de su amor, siguiendo así la brillante idea de un tal Federico Moccia en su novela "Tengo ganas de ti" (El puente de Moccia).
Pues bien, a esa enfermedad del puente, causada por otra incurable (la estupidez humana), ha respondido el Ayuntamiento de Sevilla con un remedio que, ahora sí, está dañando lo que es un Monumento Histórico Nacional. Como podéis ver en las fotos que incluyo en esta entrada, muchos de los candados han sido retirados. El problema es que el instrumento utilizado para tal fin, probablemente una radial o algo parecido, está perjudicando a la reja, que, como el resto del puente, data de mediados del siglo XIX.
Se pueden apreciar numerosos cortes en los artísticos hierros que conforman la barandilla; unos daños absolutamente irreparables que una ciudad que, como dijera el periodista Francisco Robles, "va de monumental por la vida", no se debería permitir.
Hay que exigir a quien corresponda un remedio urgente, sin que éste sea, como está siendo, peor que la enfermedad. Y mientras, los idiotas siguen a lo suyo. Ayer mismo, una sonriente pareja se hacía una foto junto a su candado recién enganchado al monumento. Algo me detuvo y evitó que les recomendara otro lugar más recóndito donde podían habérselo colocado...

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