sábado, 27 de noviembre de 2010

SENTIDO COMÚN


Confieso que recelaba bastante del nuevo arzobispo de Sevilla, Juan José Asenjo. No sé. No me daba confianza su carácter en apariencia tan seco, sobrio, incluso estirado. No jugaba a su favor el hecho de sustituir a alguien tan querido como el cardenal Amigo, quien, pese a haber llegado al límite de los 75 años, podría haber seguido desempeñando su cargo unos cuantos más. Ni tampoco resultó muy acertada aquella anécdota de la ya famosa estampita de la Macarena.
Pero después de un año largo como arzobispo, retirado ya el 'apellido' de auxiliar, tengo que decir que mi impresión sobre Asenjo va cambiando conforme pasan los meses y vamos conociéndole mejor. La última entrevista que ha concedido a un medio de comunicación, en concreto, a El Llamador de Canal Sur Radio, nos dejó algunas respuestas llenas de sentido común y, sobre todo, de una sinceridad y una claridad de argumentos que anula cualquier intento de arbitraria interpretación. Las palabras de Asenjo no se interpretan; sencillamente se escuchan y se comprenden, aunque uno después pueda mostrarse de acuerdo o no.
Es incontestable su razonamiento al afirmar sentirse "escandalizado" por el "escándalo" que han provocado algunas de sus equivocaciones relacionadas con las advocaciones de las imágenes titulares de nuestras cofradías. Al fin y al cabo, nadie puede esperar que un recién llegado a la archidiócesis sea capaz de saberse de memoria los nombres de cada titular de los cientos de cofradías de Sevilla y pueblos, como si no hubiera nada más de qué ocuparse en el Palacio Arzobispal. Sevillanos hay de pura cepa que, mientras esperan la llegaba de algún paso en la calle, afirman con total convencimiento, en conversación con sus acompañantes, auténticos errores de bulto que no pasan desapercibidos para los capillitas jartibles que los escuchan.
Incontestable es también su planteamiento sobre las mujeres nazarenas. Si una hermandad admite a personas de ambos sexos como miembros de la misma, no puede negarle a uno de ellos ninguno de los derechos a los que da acceso la pertenencia a la cofradía. Por cierto, cuando se le indica que son tres las que no admiten nazarenas (Quinta Angustia, Silencio y Santo Entierro), rápidamente reacciona: "No son tres; son cuatro. Hay otra en Dos Hermanas". Por cierto, manda madre que haya nazarenas de Dos Hermanas que no puedan ser nazarenas de cofradía...
E incontestable, también, su argumentación sobre la situación de la Hermandad de la Resurrección. Frente a tibios y enigmáticos planteamientos anteriores para defender una opción sin que parezca que se desautoriza a quien defiende la otra, Asenjo se refiere claramente a la cofradía de Santa Marina como hermandad de gloria y le regala quizá las palabras más bonitas que en los últimos tiempos se hayan dicho sobre esta corporación: "Tiene la misión preciosísima de proclamar a toda Sevilla la Resurrección del Señor". Y eso es algo que, obviamente, sólo puede tener su sitio en la jornada del Domingo de Resurrección, lo que desactiva por unos cuantos años las polémicas estériles acerca del Sábado Santo. Eso sí, sobre si la hermandad debe seguir haciendo estación a la Catedral y sus hermanos pueden vestir la túnica de nazareno no se pronuncia. Ésas son cuestiones menores, cuestiones de estilo. Lo importante es que estos cofrades sean conscientes del alcance que tiene el misterio al que dan culto, que por algo está en la base de la fe cristiana.

No hay comentarios:

Publicar un comentario