sábado, 19 de febrero de 2011

EL PRECIO QUE HAY QUE PAGAR


Después de la pasada Semana Santa se empezó a comentar que, casi con toda seguridad, la Hermandad del Sol no repetiría el itinerario de su primer Sábado Santo. Ese inédito paso por anchas avenidas como Avión Cuatro Vientos, Miguel Rodríguez Piñero o Pedro de Castro, esa llegada a la Puerta de Jerez tras rodear la Fábrica de Tabacos y el hotel Alfonso XIII, y esa vuelta por el Postigo y el barrio del Arenal se hicieron demasiado largos para un cuerpo de nazarenos acostumbrado a las estrechas y con sombra calles del Plantinar. A todo ello hubo que añadir un itinerario de vuelta por el barrio de San Bernardo, que hasta entonces sólo conocía por sus calles al Cristo de la Salud y a la Virgen del Refugio el Miércoles Santo (a excepción de los pocos años en que el Cerro discurría a la vuelta por el antiguo arrabal).
Como era de esperar, el itinerario escogido para este próximo Sábado Santo será muy diferente y supondrá una reducción de una hora y de prácticamente un kilómetro con respecto al año pasado. Y todo ello gracias a un recorrido de ida que supondrá un calco del que realiza la Hermandad del Cerro. Así, desde Ramón y Cajal continuará en línea recta hasta Puerta de Jerez, y después, por la plaza del Triunfo y Virgen de los Reyes, buscará Hernando Colón, Plaza Nueva y Tetuán. Para la vuelta, afortunadamente, han decidido mantener su paso por San Bernardo.
Y es que lo malo de las hermandades de vísperas que se incorporan a la Semana Santa y tienen que llegar desde un barrio lejano hasta el centro de la ciudad es que se ven obligadas a atravesar horribles avenidas de grandes edificios a un paso muy rápido para poder completar en un tiempo razonable un kilométrico itinerario. Así ha ocurrió con El Sol, con el Polígono, con El Cerro o con La Sed (no así, obviamente, con el Carmen Doloroso). Eso mismo pasará, en caso de llegar a la Catedral algún año, con La Misión, que tendrá que abandonar las recoletas calles de Heliópolis con aroma de azahar por una interminable Avenida de la Palmera.
El año pasado, la Hermandad del Sol optó por un itinerario que solventaba en lo posible, al pasar por detrás de la Plaza de España y el barrio del Arenal, un itinerario sin mucho sabor cofradiero. Este año, sin embargo, no habrá más remedio que ver ese característico cortejo de verde ruán bajo un palio de catenarias siempre de frente.
Es el precio que estas corporaciones recientes tienen que pagar para tratar de ser como las demás, poder pedir la venia en la Campana y cumplir con su estación de penitencia en la Catedral.

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