miércoles, 1 de febrero de 2012

LA MISIÓN ESPERA Y DESESPERA


Lo que está viviendo la Hermandad de la Misión va camino de convertirse en una tomadura de pelo en toda regla. La Razón publicaba este domingo unas declaraciones del hermano mayor de la cofradía de Heliópolis, José Carlos Campos, en las que confesaba estar “más que cansado con el silencio al que nos tienen sometidos desde hace años”. Se refiere al Consejo de Cofradías, que tuvo en un principio buenas palabras para la incorporación de la hermandad a la Semana Santa, después dijo que no habría más novedades en la nómina a corto y medio plazo, y ahora resulta que la situación de San Esteban y La Bofetá, hermandades sin junta de gobierno, impide que se apruebe la entrada de La Misión en el Martes Santo, día finalmente elegido, porque las ocho corporaciones de la jornada tendrían que dar sus bendiciones de forma unánime y para ello no valen los comisionados.
Dicho de otro modo, la misma excusa que sirve para postergar sine die la más que necesaria reorganización del Martes Santo, también sirve para mantener a una hermandad que no tiene culpa alguna paralizada, obligándole además, dicho sea de paso, a desobedecer sus propias reglas.
Es así de sencillo: cada vez que la Hermandad de la Misión pone su cruz de guía en la calle en la tarde del Viernes de Dolores está incumpliendo las reglas que aprobó el Cardenal Amigo, en las que claramente dice que la estación de penitencia se debe hacer a la Catedral.
La cosa es todavía más grave cuando en esas mismas declaraciones realizadas a La Razón, José Carlos Campos explica que el delegado diocesano de Hermandades y Cofradías, Manuel Soria, le ha comentado que lo de San Esteban y La Bofetá “va para largo”. Soria era igualmente delegado de Hermandades con el Cardenal Amigo, con lo que sabe perfectamente que La Misión no está haciendo lo que marcan sus reglas y tampoco es que esté muy por la labor de intervenir para poner fin a esta inexplicable irregularidad.
Quizá el problema esté precisamente en que parece que el Arzobispado va por un lado y el Consejo por otro. Uno aprueba la estación a la Catedral y el otro no termina de darse por enterado. Es más que evidente que ha habido una falta absoluta de coordinación entre ambas partes.
Pero volvamos a lo del Martes Santo. ¿Por qué las circunstancias particulares de dos hermandades que no supieron mantener la paz en su vida interna tienen que impedir a una tercera el cumplimiento de sus reglas? Si el voto de esas dos corporaciones está anulado actualmente, que decidan las otras seis; y si no, que los comisionados tengan potestad para decidir, igual que la tienen, al parecer, para otras cuestiones. El comisionado de San Esteban, que no es ni siquiera hermano, puede quitar de en medio a la Agrupación Virgen de los Reyes, que sí es hermana y además honoraria, pero no puede dar su visto bueno a la incorporación de La Misión, algo que a los de la Puerta Carmona no les afectaría. Incomprensible.
No parece que la cosa tenga de momento fácil solución para los cofrades de Heliópolis, que no sólo esperaron muchos más años de los necesarios para adquirir la consideración de hermandad de penitencia, sino que ahora las excusas de mal pagador, la inoperancia, la falta de interés o todo a la vez de unos y de otros la mantiene en las vísperas, pese a que sus reglas digan otra cosa.
Y mientras, otras hermandades van posicionándose en la cola, unas más claramente y otras menos, esperando su turno para entrar en la nómina sin que nadie diga con rotundidad hasta cuándo se van a repartir números y cuántas de las que ya lo tienen van a conseguir realmente un hueco…

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