jueves, 4 de abril de 2013

DOMINGO DE RAMOS 2013: LA FRAGILIDAD DE LA SEMANA SANTA

El pasado Domingo de Ramos nos demostró una vez más lo frágil que es la fiesta. Dicho de otro modo: hemos asistido a cómo una jornada que se estaba desarrollando como marca el sueño del cofrade y como se refleja en los programas de mano, de repente se vio alterada, rota por una lluvia no esperada y no detectada, dicen, porque el radar de la Aemet en Sevilla estaba estropeado. Desde luego, uno ya no sabe con qué cara asistir a determinados datos informativos...
Que había riesgo de lluvia es algo que todos sabían. Así lo reconocía el propio hermano mayor de la Paz, el compañero Santiago Arenado, momentos antes de la salida de su hermandad. Pero era un riesgo asumible y las gotas que podían caer del cielo no iban a llegar ni a llovizna, vamos, ni a chirimiri. Y luego sólo quedaba que el sol directamente triunfara sobre las nubes.
Con esa confianza y con ese sol iluminando decididamente la fachada de la Parroquia de San Sebastián, la Sección Montada de Clarines de la hermandad tomaba posiciones en la calle Río de la Plata, a la que a eso de la una de la tarde salió la cruz de guía seguida de las largas (más en el cortejo del palio que en el misterio) filas de nazarenos blancos del Porvenir.



Con mucha rapidez, la blancura de la Paz fue llenando el barrio, de forma que en tan sólo diez minutos los ciriales anunciaban la inminente salida de Nuestro Padre Jesús de la Victoria, que vestía este año la túnica burdeos de Manuel Solano diseñada por Fernando Aguado. El paso presentaba como novedad la reforma de los candelabros de guardabrisas, que han perdido altura para favorecer la contemplación del conjunto escultórico. En el momento de la salida, unos nubarrones grises asomaban por detrás del templo; pero éstos pasaron de largo.
La Agrupación Musical Nuestra Señora de la Encarnación de San Benito recibió al Señor en la calle con la marcha "Nuestro Padre Jesús de la Victoria" después de la interpretación del Himno y de una saeta que se cantó desde un balcón de la casa hermandad.








Unos cuarenta minutos más tarde, con todos los nazarenos con cíngulo y botonadura azul ya en la calle, llegó el turno de la Virgen de la Paz, la Reina del Porvenir, cuya salida dio lugar a las primeras petaladas de la Semana Santa, a una nueva saeta y a la interpretación por parte de la Banda Santa Ana de Dos Hermanas de ese auténtico himno del Domingo de Ramos como es la marcha que compusiera en honor de esta dolorosa el gran Pedro Morales.








Sol y un cierto calor caracterizaban a esa hora al Domingo de Ramos, lo que tenía su reflejo en la enorme cantidad de cofrades, familias enteras y racimos de globos de colores que se concentraban en el Parque de María Luisa para ver el discurrir de la Hermandad de la Paz. Es quizá el marco más representativo del día soñado.







Y del Parque a la Plaza del Salvador; de la primera cofradía en pisar la calle a la que inaugura oficialmente la Semana Santa en la carrera oficial con esa frase tan hermosa: "A Dios por el amor". Había miradas furtivas al cielo y a ese movimiento de nubes que iban y venían; pero nada cambiaba el guión previsto y a las tres y diez de la tarde la Banda de Cornetas y Tambores Columna y Azotes se abrió paso en dirección a la calle Cuna tocando la marcha "Cristo del Amor", seguida por la cruz de guía de la Hermandad del Amor y detrás de ella cerca de un millar de pequeños nazarenos blancos con la cruz de Santiago en el pecho.


Los diputados de tramo trataban a veces a duras penas de hacer avanzar a tan alto número de nazarenos y a muchos de sus padres. Hasta tres cuartos de hora pasaron hasta que el misterio de la Sagrada Entrada en Jerusalén comenzó a bajar la 'rampla' del Salvador. Sorprendió este paso por su exorno floral, que sustituyó las tradicionales rosas por jacintos, aunque respetando el habitual color rosa. Lenta, muy lenta, fue la bajada hasta los adoquines de la plaza, así como la primera revirá, siempre de costero a costero, hasta que el paso rompió de frente entre los aplausos del numerosísimo público que asistía a la salida de la Borriquita.














A esa hora Jesús Despojado ya estaba en la calle, la Hiniesta estaba saliendo y la Cena alcanzaba un punto imprescindible de su itinerario, la calle Doña María Coronel, donde el sol dibujaba perfectamente las aristas de la cruz de guía.


No tardó en aparecer el imponente misterio de la Sagrada Cena desde la calle Gerona. Al contrario que la Hermandad de la Paz, que ha modificado los candelabros para permitir una mejor visión del misterio, la Cena sigue empeñada en utilizar los altísimos candelabros del paso de la Virgen de la Encarnación, que rebasan la altura de los apóstoles que están sentados.
El paso avanzaba poderoso acompañado por la Banda de las Cigarreras y con un exorno floral clásico, formado por claveles rojos que en los pináculos de los costeros estaban rematados con espigas de trigo, y rosas rojas en las jarras de las esquinas. El Señor portaba en su mano izquierda el cáliz de Orfebrería Delgado regalado por la Hermandad del Cerro, a la que la cofradía de los Terceros amadrinó hace un cuarto de siglo.














Y hasta aquí el Domingo de Ramos que habíamos soñado. Cuando el paso de misterio de la Cena había alcanzado la parte más estrecha de Doña María Coronel comenzó a llover. Nadie lo esperaba. Esta vez no fueron esas tímidas gotas a las que había apuntado a mediodía el hermano mayor de la Paz. Fue un auténtico chaparrón que, lejos de ser breve y leve, iba de menos a más empapando a las filas de nazarenos blancos que esperaban instrucciones sobre qué hacer.


La inevitable decisión fue la de dar media vuelta. Al palio de la Virgen del Subterráneo le pilló a pocos metros de la puerta de los Terceros, con lo que encontró rápido refugio en su propia casa. Más complicada fue la cosa para los otros dos pasos de la cofradía.
Al Señor de la Humildad y Paciencia se le retiraron las potencias y fue cubierto con un plástico en la calle Gerona. Con rapidez, el paso tuvo que desandar el camino para alcanzar el templo cuando la lluvia más arreciaba.




El aguacero ya perdía fuerza cuando el paso de la Cena volvía a aparecer por la calle Sol. Venía completamente chorreando, como se podía ver en las túnicas de los apóstoles, así como en las tulipas de los candelabros, que habían llegado a acumular algo de agua en el fondo. La Banda de las Cigarreras interpretó varias marchas desde la misma calle para despedirse del misterio.
Es de destacar el orden que mantuvo en todo momento el cortejo pese a las circunstancias. La cruz de guía, que cerró la cofradía, entraba en los Terceros minutos antes de las cinco y media de la tarde, poniendo así el punto final a una estación de penitencia frustrada por la lluvia por segundo año consecutivo.







Comenzábamos hablando de la fragilidad de la Semana Santa. Efectivamente, en unos minutos el Domingo de Ramos se descompuso completamente. La Cena regresó al templo, como también hicieron la Hiniesta, que había llegado a sacar a la calle al Cristo de la Buena Muerte, y la Borriquita, que desde Sierpes buscó el Salvador por la calle Sagasta.
La Hermandad de la Paz, por su parte, quedó partida en dos. El palio se refugió en un primer momento bajo el Arco del Postigo, para más tarde dirigirse hacia la Catedral. Sin embargo, al paso de misterio la lluvia le pilló por la Plaza Nueva, por lo que se metió en el Arquillo del Ayuntamiento, capricho arquitectónico que en tantas ocasiones ha resultado providencial para las cofradías en caso de lluvia.



De repente nos quedamos sin pasos en las calles, ya que también la Hermandad de Jesús Despojado buscó un improvisado refugio, en este caso en la Iglesia de la Anunciación, como ya hiciera en 1998.
Y en éstas estábamos cuando el cielo, poco a poco, dejaba ver claros cada vez más amplios, aunque no por ello dejaba de llover de vez en cuando. Las siguientes hermandades en salir debían ser precisamente las que inauguraron el Domingo de Ramos en 2012: San Roque y la Estrella. Ambas parecían seguir la estrategia que tan bien les funcionó entonces, que no fue otra que esperar pacientemente una mejoría del tiempo. O lo que es lo mismo, darle tiempo al tiempo.
No obstante, las cosas no fueron como hace un año, ya que mientras la cofradía trianera anunciaba que saldría, desde la plaza Carmen Benítez se anunciaba exactamente lo contrario. Este año San Roque se quedaba en casa. Quizá pesara en esta decisión la seguridad con la que salieron a la calle las hermandades precedentes y la lluvia imprevista que de repente se encontraron en su camino.
Lo cierto es que la situación mejoraba y la Hermandad de la Paz aprovechó para reunir en la Catedral a sus dos pasos. De esta forma, a eso de las seis y media de la tarde el Señor de la Victoria abandonaba el Arquillo del Ayuntamiento y enfilaba la Avenida de la Constitución para entrar en el primer templo de la ciudad, desde el que más tarde la cofradía completa saldría en dirección a la Puerta de Jerez para regresar al barrio del Porvenir.






Con la Estrella ya camino de la carrera oficial, la Hermandad de la Amargura decidía que tampoco iba a repetir la valentía de 2012 y se quedó en San Juan de la Palma. Mientras tanto, la Hermandad de Jesús Despojado solicitó al Consejo poder reanudar su estación de penitencia; es decir, salir de la Anunciación en dirección a la Campana, recorrer la carrera oficial, llegar a la Catedral y desde ahí volver a la Capilla del Mayor Dolor.
Pero no obtuvo el permiso para ello por aquello de las estrictas normas diocesanas que obligan a suspender la estación de penitencia cuando una cofradía se ve obligada a buscar refugio por la lluvia. Hay que recordar que en 2007 la Carretería se refugió también en la Anunciación pero después sí que continuó por Sierpes hasta la Catedral.
Así las cosas, aproximadamente a las ocho menos cuarto de la tarde la cruz de guía de la cofradía de Molviedro abandonaba su refugio y emprendía el regreso a su templo por Laraña, Cuna, Salvador, Entrecárceles, Plaza de San Francisco, Granada, Plaza Nueva, Barcelona, Zaragoza y Fray Bartolomé de las Casas.
El paso de misterio, que ya el año pasado presentó una primera fase del proceso de reforma siguiendo el diseño original de Antonio Martín consistente en el dorado de gran parte del canasto, estrenaba la segunda fase en los respiraderos delanteros y traseros. Por otra parte, la Virgen de los Dolores y Misericordia lucía por primera vez en la calle el manto bordado el año pasado por José Antonio Grande de León de estilo decimonónico.
En cuanto al exorno floral de ambos pasos, fueron bastante normales para la que ha sido la tendencia de los últimos años en esta hermandad. El misterio llevaba lirios morados con algunas rosas rojas, y el palio unos clásicos claveles blancos.













La cofradía se recreó en su camino de regreso a la capilla. Disfrutó e hizo disfrutar a cuantos la siguieron en la vuelta a casa. Sobre todo ya en la Plaza de Molviedro, que estaba completamente a oscuras. La Agrupación Musical Virgen de los Reyes dio un auténtico concierto detrás del misterio de Jesús Despojado, enlazando en dicha plaza marchas como "Caminando va por tientos", "Al compás de la Laguna", "Despojado" y "Alma de Dios". A las diez y veinte de la noche hacía su entrada en la capilla, mientras la banda tocaba el Himno Nacional y el final de la marcha "A la Gloria", que fue la primera que sonó en la salida de este paso unas horas antes.



Más tarde llegaba a Molviedro el paso de palio, al que acompañaba por primera vez este año la Banda Sinfónica del Liceo Municipal de Moguer, cuyos miembros iban vestidos con chaqué. En la plaza tocaron dos marchas de López Farfán, "La Esperanza de Triana" y "La Estrella Sublime", esta última con la utilización de violines en el trío final. La entrada de esta hermandad fue uno de los grandes momentos de este Domingo de Ramos tan extraño.




La Paz ya estaba de regreso al Porvenir y en el centro sólo quedaba la Estrella. Sorprendió que la Hermandad del Amor decidiera no sacar la segunda parte de su cofradía, con los pasos del crucificado de Juan de Mesa y el palio de la Virgen del Socorro. Ya prácticamente era seguro que no iba a llover más, pero tras la mojada del paso de la Borriquita, la hermandad prefirió ahorrarse posibles sobresaltos.
Cumplida su estación de penitencia, la única realizada con cierta normalidad en toda la jornada, la Hermandad de la Estrella tomaba el camino de regreso por el Arenal. Después del corcho y las flores silvestres para el vía crucis del Año de la Fe, este Domingo de Ramos el misterio de Nuestro Padre Jesús de las Penas volvió al clasicismo del monte de claveles rojos.
Como suele ser habitual, la cuadrilla, comandada por Manuel Vizcaya, y la Banda de la Presentación al Pueblo de Dos Hermanas dieron lo mejor de sí mismas en la calle Adriano, ante la Capilla del Baratillo.






En cuanto al paso de palio de la Virgen de la Estrella, tuvimos ocasión de contemplar escenas de otro tiempo, con el palio de Rodríguez Ojeda, pero también con las flores de cera rizada que la hermandad decidió recuperar en la procesión extraordinaria de junio de 2010, y que desde entonces no se habían combinado con el palio antiguo. Fue nueva, además, la combinación entre estos bordados de Rodríguez Ojeda y los varales de Orfebrería Triana estrenados también aquel mes de junio.








Hacía mucho frío en esta noche de Domingo de Ramos. Por ello, aunque bastante gente siguió a la Estrella en su regreso a Triana, fue bastante menos de la que cabía esperar teniendo en cuenta que a esas horas era la única cofradía en la calle en toda la ciudad. Eso permitió disfrutar con cierta comodidad de ambos pasos por Reyes Católicos, el Puente de Isabel II y la propia calle San Jacinto.













A las cuatro de la madrugada, una hora y cuarto más tarde de lo previsto, hacía su entrada en su capilla el paso de palio de la Estrella, una hermandad que vino a darle cierta apariencia de normalidad a un Domingo de Ramos que no fue como lo habíamos imaginado. Ni nosotros, los cofrades, ni el radar de la Aemet...

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