domingo, 7 de abril de 2013

MIÉRCOLES SANTO 2013: EL DÍA QUE SE TRASPASÓ UNA LÍNEA

Este último Miércoles Santo será recordado por muchas cosas: por ser el tercero en cuarenta años que se ve estropeado por la lluvia; por ser el primero de esos tres en que unas hermandades salen y otras no (en 2005 y 2008 no salió ninguna); por el exorno floral de la Lanzada; por el del palio del Carmen; por cómo el Baratillo quedó partido en dos entre el Postigo y la Catedral; o por el estreno de la Agrupación Virgen de los Reyes tras el Señor de la Paz.
Pero no nos engañemos. Si por algo recordaremos durante décadas el Miércoles Santo de 2013 será por cómo la Hermandad de los Panaderos traspasó una línea. Una que hacía prácticamente un siglo que no se traspasaba; una que llevó la Semana Santa de Sevilla a los telediarios nacionales, incluso a los de determinadas cadenas de televisión que parece que estén deseando tener algo negativo que destacar de nuestra gran fiesta.
Pero vamos por partes, porque el Miércoles Santo no tiene una hermandad; tiene nueve. Y merece la pena detenernos con calma para hablar de cada una de ellas.
La jornada nos condujo como cada año a Nervión, a la Parroquia de la Inmaculada Concepción. Veníamos de un Martes Santo en blanco y el cielo no nos animaba a esperar otra cosa, al menos para el arranque del Miércoles. Llovía, a ratos con fuerza. Cuando la Hermandad de la Sed debía ya estar iniciando su largo itinerario, el hermano mayor anunciaba lo inevitable. La lluvia no permitía realizar este año la estación de penitencia. Y no es que el cielo estuviera completamente cerrado. Al contrario, junto a las nubes que descargaban agua se abrían grandes claros que después desaparecían para que más nubes ocuparan su hueco.


El hermano mayor, Francisco Javier Escudero, animaba a sus hermanos a pensar ya en el Miércoles Santo de 2014, al tiempo que volvía a insistir en la gran actividad de la hermandad durante todo el año. Tras estas palabras, los 1.600 nazarenos de la Sed fueron abandonando el templo, la mayoría por la puerta principal, la misma por la que por tercera vez desde que la Sed es hermandad del Miércoles Santo no iban a salir los pasos.


A partir de ahí, con mayor dificultad de la necesaria, el templo empezó a prepararse para acoger a los cofrades que quisieran visitar los pasos. Casi hizo falta un ingeniero de caminos para colocar las vallas tomadas de la calle que iban a marcar el recorrido de las personas desde la puerta hasta el presbiterio, donde se encontraban los pasos, perfectamente exornados.
El Santísimo Cristo de la Sed, que estrenaba una corona de espinas realizada por José Antonio Navarro Arteaga, lucía un monte de lirios morados al igual que hace dos años. Por su parte, la Virgen de Consolación, bajo el fantástico palio de Charo Bernardino estrenado en 2012, presentaba una combinación de flores blancas entre las que destacaban las rosas y las calas.














Las nubes ocupaban de nuevo prácticamente todo el cielo cuando se supo que tampoco saldría San Bernardo. El hermano mayor, José María Lobo, dio un largo discurso a sus hermanos explicando las previsiones meteorológicas y terminó por rogar que no se vieran nazarenos por las calles que no hicieran el recorrido de vuelta a sus casas por el camino más corto. No lo consiguió del todo, pero estuvo muy acertado con la recomendación. A la hora en que la cruz de guía de San Bernardo ya debía estar cruzando el puente, llovía con cierta intensidad sobre el mismo.
La calle Feria no sabía hasta el momento nada de la Semana Santa de 2013. Ni la Hiniesta, ni la Amargura, ni los Javieres... Ninguna de ellas había pisado sus adoquines ni su asfalto. La Hermandad del Carmen Doloroso ponía todo su afán en estrenarla, pero había que esperar. Esta cofradía tenía una cierta ventaja, ya que al no haber salido ni la Sed ni San Bernardo, hermandades con un gran número de nazarenos y, por tanto, con mucho tiempo de paso en carrera oficial, existía la posibilidad de retrasar la salida de forma generosa sin que eso supusiera molestar a nadie. Porque, claro está, las hermandades en el siglo XXI no deben molestar a otras en la calle. Parece lógico...
Pero seguimos con el Carmen. Es curioso que muchos hermanos mayores, y el del Carmen también lo hizo, hablen del patrimonio humano, y sobre todo de los niños, como algo muy a tener en cuenta a la hora de decidir si se sale o no se sale. Lo digo porque normalmente se ponen tan tremendistas que cualquiera diría que del cielo en lugar de agua va a caer algún producto tóxico del que hay que proteger principalmente a los más pequeños. Será porque hablar únicamente del patrimonio artístico quedaría demasiado materialista.
La última intervención del hermano mayor indicó que la hermandad saldría, siempre que no lloviera en el siguiente cuarto de hora. No llovió, con lo que algunos minutos antes de las cuatro y media de la tarde, una hora y cuarenta minutos más tarde de lo previsto, la cruz de guía dorada que reza "La paz os dejo, mi paz os doy" se ponía en camino saliendo en línea recta hacia Peris Mencheta.
Era ésta una de las novedades del Carmen Doloroso este año: recorrer la Alameda de Hércules por su lado derecho, el de la comisaría, para salir desde allí a Trajano. En realidad nunca lo hizo así cuando salía el Viernes de Dolores, sino que en todo caso recorría el lado izquierdo del bulevar, y no todos los años (de hecho, en 2006, su último año como hermandad de vísperas, tomó a la salida por Feria y Correduría).
A las cinco menos cuarto asomó el misterio por la puerta ojival de Omnium Sanctorum. Una combinación de flores moradas, además de tres rosas rojas junto a San Pedro, conformaban el exorno floral de este paso, que aparecía completamente dorado por primera vez, como tuvo que haber salido ya para el vía crucis del Año de la Fe. Detrás, se estrenó la Agrupación Musical Virgen de los Reyes, que interpretó en primer lugar "Señor de la Paz", adaptación de la marcha que formaba parte del repertorio de la extinta Banda de Cornetas y Tambores del Cautivo y Santiago de Sanlúcar la Mayor y Aznalcázar. Posteriormente, a lo largo del itinerario sonaría varias veces "Tu Paz por la calle Ancha", marcha dedicada a la Hermandad del Carmen Doloroso por parte de la Agrupación Virgen de los Reyes, que no desentonó en absoluto tras este misterio, pese a que desde su primera salida siempre ha sido acompañado por cornetas y tambores.












Pasadas las cinco de la tarde, cuando ya debía estar en Campana según los horarios oficiales, salía el paso de palio de Nuestra Señora del Carmen en sus Misterios Dolorosos, imagen de Francisco Berlanga que en 2014 cumplirá treinta años. Gustó mucho su exorno floral, compuesto exclusivamente por rosas de color rosa. A la salida, la Banda Municipal de Aznalcóllar interpretó la Salve Marinera, que fue cantada entre otros por los representantes del Cuerpo de la Marina que formaban parte de la presidencia del paso de palio.












Cuando ya estábamos todos convencidos de que el Miércoles Santo se podía arreglar y que sólo dos iban a ser las ausencias, desde el Convento de San Antonio de Padua llegó la noticia de que la Hermandad del Buen Fin no iba a hacer estación de penitencia. La junta de gobierno consideró demasiado altas las probabilidades de lluvia y prefirió no arriesgar. No pudo así la cofradía franciscana completar la alegría por la inauguración esa misma mañana de la rotulación de la calle "Virgen de la Palma Coronada", nuevo nombre de la antigua "Capitán Pérez de Sevilla", a espaldas de San Antonio de Padua.


En el aspecto positivo, el gesto solidario de la Centuria Macarena, que decidió no cobrar lo acordado por el acompañamiento musical al paso del Cristo del Buen Fin, sino donarlo al Centro de Estimulación Precoz. Esto también es la Semana Santa de Sevilla.
Con la suspensión de la salida del Buen Fin, y mientras las hermandades de la Lanzada y el Baratillo se lo pensaban y posteriormente anunciaban sus respectivas salidas para las seis y media de la tarde, el Carmen Doloroso reinaba en solitario en el Miércoles Santo y estrenaba su discurrir por el lado derecho de la Alameda ante un numerosísimo público.


















La Hermandad de la Lanzada por fin se echó a la calle, convirtiéndose en la segunda en hacerlo en este extraño Miércoles Santo. Para recuperar el tiempo perdido con el retraso, la cofradía evitó el paso por la Alameda y en su lugar tomó por la calle Cervantes, Plaza de San Andrés, García Tassara y San Miguel hasta el tramo final de Trajano. Pasadas las ocho menos veinticinco de la tarde, la cruz de guía, la misma que más tarde tendría un involuntario protagonismo, alcanzó la Plaza del Duque.


Dos aspectos llamaron especialmente la atención en el paso de misterio. A simple vista, que por primera vez el paso fuera exornado con lirios morados, en lugar de los habituales claveles rojos, lo que contribuyó a darle mayor colorido al paso, con el dorado del canasto, la capa y plumas rojas de Longinos, el manto también rojo de la Virgen de Guía y las túnicas y mantolines verdes, azules o rojos de las tallas secundarias del misterio. Por otro lado, San Juan Evangelista lució en todo su esplendor tras la restauración a la que ha sido sometido a cargo de Juan Manuel Miñarro, quien también ha intervenido en las tallas de María Magdalena y María Cleofás.













Con la candelería bastante apagada por el viento, hizo su aparición el paso de palio de María Santísima del Buen Fin, con una combinación de flores blancas. Este año la Virgen vestía la saya azul de 1852 confeccionada por Concepción León.








Con la Hermandad del Baratillo recortando metros hacia la Campana, la siguiente salida fue la del Cristo de Burgos, que estrenaba faldones para los dos pasos. En primer lugar venía el paso del crucificado, que estaba exornado con un monte de claveles rojos de una tonalidad oscura, como le va bien al canasto en madera que tan gran aspecto recuperó con su restauración en 2006.











Casi sin poder avanzar por el clásico tapón previo a la entrada en carrera oficial, salía de Javier Lasso de la Vega el paso de palio de Madre de Dios de la Palma que, como siempre, estaba exornado con claveles blancos con la tradicional colocación de "bola de helado" en las jarras. Estrenaba este paso la restauración de los respiraderos de malla, labor que se ha llevado a cabo en el taller de Fernández y Enríquez.











Cuando el Baratillo estaba ya saliendo de la Catedral, llegó el sobresalto. Comenzó a llover. El paso de la Virgen de la Piedad y el recién restaurado Cristo de la Misericordia ya se encontraba en la Plaza del Triunfo, con lo que la decisión fue acelerar el paso en dirección al Postigo, sin pasar por Santo Tomás ni Tomás de Ibarra. Este paso, que estrenaba la cruz, de los Hermanos Caballero, fue avanzando entre paraguas y no se detuvo hasta Almirantazgo, junto al edificio de Correos, cuando ya la lluvia había cesado. Acto seguido, avanzó hasta el Arco del Postigo.










El primer paso del Baratillo quedó detenido bajo el arco. Mientras tanto, la cofradía quedó partida, ya que tras el tramo de penitentes y la cruz alzada y ciriales no venían más nazarenos. Se habían quedado parados entre las plazas Virgen de los Reyes y del Triunfo sin saber si continuar de frente o volver hacia la Catedral, donde estaba el paso de palio de la Virgen de la Caridad.
Finalmente, con más tranquilidad, aunque con paso firme, la cofradía volvió a unirse y el paso de palio salió por la Puerta de los Palos para continuar hacia el Postigo. La entrada de la Caridad, que llevaba el manto protegido con un plástico, recuperaría el ritmo habitual, aunque se produjo con bastante antelación sobre la hora prevista.








Esa lluvia fue la que descompuso el Miércoles Santo y generó la polémica de la que se sigue y se seguirá hablando durante los próximos meses; la que servirá de referencia temporal dentro de unos años. "¿Te acuerdas de aquel Miércoles Santo... en que los Panaderos perjudicó con su actitud no sólo a la Hermandad de la Lanzada, sino a la propia imagen de Sevilla y su Semana Santa?". Ésa será la referencia temporal para recordar el Miércoles Santo de 2013. Muchos también recordarán los desagradables abucheos del público a la hermandad de la calle Orfila como algo inédito. Fue grave, desde luego. Pero no es cierto que fuera algo inédito. Algunos impresentables, un grupito mucho más pequeño que el que este año abucheó a los Panaderos, también pitaron al Carmen Doloroso en la Cuesta del Bacalao en 2007, el año de su incorporación a la Semana Santa, por subir esta cuesta a tambor en lugar de lucirse con marchas para dejarle paso a la Sed. Abucheos y pitidos por motivos radicalmente distintos.
Pero volviendo a los Panaderos, por resumir brevemente lo que ya todos sabemos, la lluvia lleva a la hermandad a dar por suspendida su estación de penitencia cuando el misterio aún no había llegado a la Campana. Sin embargo, en lugar de acelerar para regresar cuanto antes a su capilla, el misterio entra en Campana como si nada, con una marcha detrás de otra, dando izquierdazos, de costero a costero, gustándose, recreándose... Así anduvo el paso también por Martín Villa, una vez retiradas las sillas. Y todo ello, sabiendo que la Lanzada venía por Cuna, por su itinerario de cada año, y que tenía que cruzar hacia Orfila de camino a San Martín. La hermandad lo sabía. Se lo dijo el Consejo, se lo apuntaron hasta los periodistas que hacían su trabajo en la Campana, como pudimos escuchar perfectamente por la radio. Lo sabía cualquier cofrade que conozca más o menos por dónde pasa cada hermandad. La calle Orfila estaba libre sólo porque el Buen Fin no había salido. Pero detrás, como cualquier cofrade sabe, venía la Lanzada.
Hay que quitarse el sombrero con la Lanzada. Eso es tener paciencia. Porque detrás del misterio del Prendimiento todavía tenía que venir el palio, que pasó también por Campana como si nada estuviera pasando, por más que el presidente del Consejo, Carlos Bourrelier, dijera en televisión que la Virgen de Regla pasó por el palquillo a paso de mudá. Como dicen en cierto programa de telerrealidad, todo está grabado; la Campana está llena de cámaras. Bourrelier, en calidad de representante de todas las hermandades, se dejó llevar por una actitud excesivamente paternalista. Pero grabado quedó lo que pasó en la Campana.
El palio sólo comenzó a aligerar el paso cuando ya estaba en Martín Villa, y antes de revirar hacia Orfila, donde tuvieron lugar los abucheos y pitidos, se llegó incluso a parar ante las mismas narices de los nazarenos de la Lanzada para ponerle un plástico a ese manto al que le sobra terciopelo y bordados por todas partes. No se entiende por qué no se le puso antes. Y a todo esto, lloviznando de nuevo, la Hermandad de la Lanzada encajonada y atrapada en Cuna. Quien no quiera ver la gravedad de lo ocurrido, es que sencillamente prefiere ponerse una venda en los ojos.
Finalmente, cuando por fin los Panaderos decidió dejar de estorbar, la Lanzada rápidamente, como se anda en caso de lluvia, tomó por Martín Villa hacia Santa María de Gracia, Amor de Dios y García Tassara, para retomar su itinerario habitual por San Andrés, Cervantes y San Martín.
Hace un año hablábamos de los Panaderos por esa entrada injustificadamente tardía del paso de palio, con ese hermano mayor despojado de su túnica saludando a diestro y siniestro en la puerta de la capilla mientras en la Plaza del Salvador las cámaras de Giralda TV mostraban un gigantesco corte de nazarenos y un paso que no andaba vaya usted a saber por qué, como tampoco avanzaba después por Cuna. El ex hermano mayor lo justificó diciendo que "la gente tenía ganas de Semana Santa".
Un año después, hablamos de la nueva junta de gobierno de los Panaderos, que dio muestras de una gran irresponsabilidad, perjudicando gravemente a una cofradía que iba por donde debía ir. Esperando algo de cordura estábamos cuando aparece un comunicado que ha venido a echar más leña si cabe a lo ocurrido. La junta de gobierno habla de la mala imagen que dio entrar con marchas en Campana, pero ni una sola alusión al modo de recrearse por dicha plaza de ambos pasos, pero sobre todo del misterio. Dice que había tanta gente que la entrada no se podía haber hecho en menos tiempo (misma excusa que el ex hermano mayor un año antes; la culpa siempre es de la gente). Pero lo mejor es la última parte del comunicado, cuando lejos de mostrar la necesaria autocrítica, amenazan a los medios de comunicación con "estudiar convenientemente la forma de proceder" por las críticas que los periodistas han vertido por el lamentable comportamiento de los Panaderos el pasado Miércoles Santo.
Si esperábamos cordura en la junta de gobierno, la primera reacción pública nos indica justamente lo contrario. En resumen: la culpa es del público y los medios mienten. Eso es lo que se llama cubrirse de gloria. Verdaderamente, los hermanos de los Panaderos, el Señor del Soberano Poder y la Virgen de Regla no se merecen semejante representación.
¿Qué va a pasar a partir de ahora? Pues probablemente nada. Palmaditas en la espalda y poco más. Porque, ¿quién va a tomar cartas en el asunto? ¿El Consejo, que con los estatutos vigentes no puede exigir responsabilidades? ¿El Arzobispado, cuyo delegado diocesano de hermandades presidía orgulloso con una vara su hermandad en momentos tan lamentables? Se ha traspasado una línea. Estaremos muy pendientes para ver en qué queda todo esto.

Sigamos con el Miércoles Santo. El Baratillo, como hemos visto, regresaba a su capilla más deprisa de lo habitual; la Lanzada, tras el incidente, buscaba ya San Martín, y las Siete Palabras y el Cristo de Burgos estaban en carrera oficial. Esta última decidió recortar en el regreso por la Cuesta del Rosario, en lugar de pasar por la Plaza del Pan y la estrecha calle Alcaicería.
El Carmen Doloroso, por su parte, regresaba por la calle Feria. Aunque tuvo que acelerar al final por la lluvia, su entrada en Omnium Sanctorum se llevó a cabo bastante más tarde de lo habitual. De hecho, aunque el palio debía entrar en el templo a las once de la noche, a las doce menos veinte aún estaba pasando por la Capilla del Rosario, ante cuya puerta había una representación de la Hermandad de Monte-Sión. Sus pasos ya tenían las flores dispuestas para el Jueves Santo.


Pronto la Hermandad de las Siete Palabras se convirtió en la única que quedaba en la calle. Mucha gente quiso verla en la Plaza Nueva. El cortejo discurrió por el Andén del Ayuntamiento, en lugar de por el adoquinado, como otros años.
El paso de Nuestro Padre Jesús de la Divina Misericordia iba exornado con una colorida y acertada combinación de rosas rojas, lirios morados, calas blancas y hojarasca. Por segundo año se echaron en falta las águilas bicéfalas de la trasera del paso. Quizá va siendo hora de que la hermandad se plantee realizar unas réplicas, ya que cuanto más tiempo pasa más se desvanecen las esperanzas de recuperarlas.







El paso de misterio del Santísimo Cristo de las Siete Palabras, exornado con rosas rojas en las esquinas y diversas flores de tonalidad también roja en el friso, presentaba como principal novedad una corona de espinas del orfebre Joaquín Ossorio, además de la restauración de la imagen de San Juan Evangelista, que presentaba un inmejorable aspecto. La Banda de Cornetas y Tambores Esencia ha conseguido en muy poco tiempo hacerse inseparable de este clásico misterio.







Cerraba el cortejo el paso de palio de la Virgen de la Cabeza, exornado con flores blancas de diferentes especies.





El cielo iba de nuevo mostrando un aspecto cada vez más amenazante, llegando a dejar caer algunas leves gotas de vez en cuando. La cofradía iba a un paso bastante ligero por lo que pudiera pasar. El Señor de la Divina Misericordia avanzaba por Cardenal Cisneros buscando San Vicente, con la Escolanía Salesiana de María Auxiliadora delante. Sin embargo, los sones de la Banda Esencia se escuchaban a lo lejos desde detrás del misterio.






El misterio se abría paso con rapidez. Pero mucho más tuvo que acelerar cuando de nuevo comenzó a llover en el cruce con Abad Gordillo y Miguel Cid. La revirá ante la puerta de San Vicente se llevó a cabo en un segundo y la entrada en el templo, de la forma más ágil que fue posible.






La Virgen de la Cabeza tuvo en su entrada un nuevo respiro por parte de la lluvia, que cesó una vez más, aunque no por ello se aflojó el paso. Así, con cerca de una hora de adelanto, el paso de palio atravesaba el dintel de la Parroquia de San Vicente, donde no sonó como en años anteriores "Pasan los campanilleros".










Con la precipitada entrada de las Siete Palabras se ponía el punto final al Miercoles Santo de 2013, un día marcado por la ausencia de tres hermandades, que permitió por otro lado disfrutar con las que salieron y en el que una cofradía traspasó una línea sobre lo que se puede o no hacer con un cortejo en la calle.

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