lunes, 6 de mayo de 2013

SAN JOSÉ OBRERO SALIÓ ACOMPAÑADO DE LOS JÓVENES PREGONEROS DE 2013


Sevilla vive desde ayer el periodo glorioso, el de las corporaciones letíficas, inaugurado oficialmente con la salida de San José Obrero por las calles de su feligresía aproximadamente mes y medio después de la estación de penitencia del pasado Sábado de Pasión.
Y como entonces, la cruz de guía era la encargada de abrir el cortejo. Tras ella, el banderín de la Juventud, el guión concepcionista, el Libro de Reglas y las representaciones de las hermandades de los Desamparados del Parque Alcosa, la Resurrección de La Rinconada, el Carmen de San Leandro, Santa Lucía, el Polígono de San Pablo y la Trinidad. Finalmente, el estandarte de la Hermandad de San José Obrero, presidencia, cuerpo de acólitos y el paso del santo titular de la parroquia de la calle Arroyo esquina con Samaniego, que quedó cuadrado ante la puerta a eso de las siete y diez de la tarde.





El mismo paso que en las vísperas de la Semana Santa, con el Señor de la Caridad y el Cirineo, llevaba un monte de corcho y flores silvestres, lucía en esta ocasión claveles y rosas de color blanco, tanto en el friso como en las esquinas y en la peana del santo, de la que llamaban la atención las rosas situadas en sus cuatro pequeñas jarritas de plata. La talla de San José Obrero sostenía con su mano derecha una sierra sin ningún tipo de ornamento plateado como la que sí llevó el año pasado.
El acompañamiento musical corrió a cargo de la Agrupación Musical Nuestro Padre Jesús de la Salud, de la Hermandad de los Gitanos, que interpretó a lo largo del recorrido marchas como "La Santa Espina", "Alma de Dios", "Virgen de las Angustias", "Mi Cristo de bronce", "Pescador de hombres" o "Angustias y Salud".
Alrededor del paso pudo verse a los dos jóvenes pregoneros de este año 2013. Por un lado, el de la Semana Santa, Francisco Javier Segura, que es hermano de San José Obrero y autor de la letra de una sevillana que se le cantó al paso en la calle Jabugo, y por otro al pregonero de las Glorias, Antonio Gila Bohórquez, al que se dedicó una levantá en la calle Samaniego.
Coincidiendo con la salida del paso, las campanas de la parroquia no dejaron de repicar durante largo rato, casi tanto tiempo como duró la primera marcha interpretada por la Agrupación de los Gitanos, que resultó prácticamente inaudible.










San José Obrero recorrió en primer lugar gran parte de la ancha calle Samaniego antes de internarse por las callejuelas cercanas a la parroquia (Padre Isla, Guanahaní, Imaginero Luis Álvarez Duarte y Nicasio Gallego), algunas de las cuales estaban adornadas con guirnaldas de diversos colores. El rodeo culminó saliendo de nuevo a Samaniego por Iriarte. Allí es donde se despidieron las diversas representaciones que estaban acompañando a la corporación.



































Desde las inmediaciones de la parroquia de nuevo, el cortejo continuó por Antonio Filpo de Rojas y San Juan Bosco para cruzar Arroyo en dirección a las calles de la feligresía situadas al otro lado de la vía principal que vertebra al barrio, volviendo a cruzarla más tarde desde José María de Mena a Nicasio Gallego para regresar a su templo.
Culminaba así una semana dedicada al santo carpintero, tras el triduo, la función principal de instituto el día 1 y su besamanos durante toda la jornada del sábado. Para este culto, en el que como es tradición los devotos pueden ofrecer claveles blancos a la imagen, San José Obrero estuvo situado en el presbiterio de la parroquia, tras la mesa del altar, bajo el dosel de la cofradía presidido por la cruz de guía. La Virgen de los Dolores y San Francisco de Paula fueron testigos de este culto, separados ambos por el dosel y diversas piezas de candelería con cera blanca.
Diversas flores de tonos amarillos y blancos, además de los ya nombrados claveles, adornaban este montaje. La sierra del santo (esta sí era la que tiene apliques plateados) estaba depositada a sus pies, de forma que su mano derecha estuviera libre para recibir los besos de los fieles.












La Hermandad de San José Obrero, recientemente adquirida su condición de cofradía penitencial, vive con intensidad los días de celebración en torno a su titular de gloria, el que da nombre a la parroquia, a la hermandad y a la feligresía. El santo que da el pistoletazo de salida al cada vez más intenso periodo de las Glorias de Sevilla.

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