miércoles, 19 de marzo de 2014

BUEN FIN: PASADO, PRESENTE Y FUTURO DE UNA HERMANDAD FRANCISCANA


Este domingo se clausuraba en la sede del Círculo Mercantil e Industrial de Sevilla una nueva exposición del ciclo “Círculo de Pasión”, dedicada en este caso a la Hermandad del Buen Fin, con el título “Pasado, presente y futuro de una hermandad franciscana”.
Ha sido una muestra, como es habitual, tremendamente interesante desde el punto de vista patrimonial, pero entendiendo éste no sólo como patrimonio material de enseres, insignias y pasos procesionales, sino también en lo que se refiere al patrimonio humano que para la Hermandad del Buen Fin supone el Centro de Estimulación Precoz, una de las más destacadas y valoradas labores sociales de cuantas realizan cada día del año nuestras diferentes hermandades.
De hecho, contra lo que es habitual en este tipo de exposiciones, el patio del Mercantil no estaba ocupado por nada de ese patrimonio material y artístico de la cofradía del Miércoles Santo, sino que en un rincón del patio se proyectaba continuamente un documental sobre el funcionamiento del centro junto a numerosas fotografías de niños y profesionales que a diario realizan tan importante labor en él. Asimismo, se exponían los planos arquitectónicos de la ampliación del centro, posible gracias a la cesión a la hermandad de la zona del Convento de San Antonio de Padua por parte de la comunidad de padres franciscanos, que ya no ocupa estas dependencias al haberse trasladado al Convento de San Buenaventura.




Además, en otro rincón del patio había varios juguetes como los que habitualmente se utilizan en el Centro de Estimulación Precoz Cristo del Buen Fin; y en otra parte, se veían los diversos reconocimientos que diferentes instituciones han dedicado a este gran proyecto de carácter social.




Entrando ya en el apartado patrimonial de tipo artístico de la exposición, en la primera sala nos recibían las imágenes de José de Arimatea y Nicodemo que, hasta 1997 inclusive, formaron parte del paso del Cristo del Buen Fin, junto a un soldado romano que entregaba el permiso para descender el cuerpo del Señor y una talla de María Magdalena. Fueron todas realizadas por Luis Álvarez Duarte en 1972. Los Santos Varones estaban a cada lado de una antigua cruz del Cristo del Buen Fin, realizada por autor desconocido en el siglo XIX. La base de esta cruz estaba cubierta con bordados pertenecientes a un antiguo estandarte corporativo que se podía ver en una fotografía.









Siguiendo el recorrido de la sala a lo largo de sus paredes, encontramos en primer lugar el cartel del centenario de la instalación de la Hermandad del Buen Fin en el Convento de San Antonio de Padua, pintado en 2005 por C. Tovar.


Junto al cuadro se exponían la coraza, el casco y la espada del soldado romano que formó parte del misterio de la hermandad. Estas piezas fueron realizadas en el taller de Seco Velasco en 1972.




Seguimos con una fotografía del Cristo del Buen Fin en blanco y negro realizada por el recordado Fernand.


A su lado, se encontraba la delantera del paso del Cristo del Buen Fin. En cuanto a la talla, es obra de Antonio Cruz Gómez a finales del siglo XIX, con dorado de Julio Rossy. Era propiedad de la Hermandad de las Siete Palabras, que lo encargó para un paso alegórico del Sagrado Corazón de Jesús que nunca llegó a procesionar, por lo que durante algunos años fue utilizado para el paso del Cristo de las Siete Palabras, hasta que la hermandad decidió recuperar el anterior paso, el que aún hoy conocemos, y vendió éste al Buen Fin. Es de estilo neobarroco, con candelabros de guardabrisas y jarras doradas. Los respiraderos se añadieron en 1928 y fueron realizados por José Martínez León.
Los faldones son de terciopelo burdeos con bordados en oro, obra de los talleres de Elena Caro; mientras que el llamador es de Ángel Gabella, según el diseño de Rafael Vallejo Fernández.
En cuanto a los Evangelistas de las esquinas (se exponían San Mateo y San Juan colocados en su lugar, y San Lucas y San Marcos sobre el canasto), son de Manuel Domínguez, realizados en madera de cedro policromada y estofada con apliques de plata de ley.
Finalmente, hay que destacar que en 2003 las antiguas cartelas de José Otero, que se exponían en otra zona de la muestra, fueron sustituidas por las actuales tallas, que representan a profetas bíblicos y son obra de Antonio Jesús Dubé Herdugo.















Junto a todos estos elementos del paso de Cristo se podía ver el Senatus, realizado y estrenado en 1950. El bordado es de Elena Caro, mientras que el asta y el águila que lo remata es de Seco Velasco. En 2010 el taller de bordados de la hermandad lo pasó a nuevo terciopelo burdeos.



Continuamos con dos ciriales de los talleres de Seco Velasco (1955), restaurados en 1998 por Orfebrería Andaluza. Forman parte en la actualidad del cortejo del Cristo del Buen Fin. Son de metal plateado y repujado. Junto a ellos, se podía ver la factura de su hechura, con un coste de 24.000 pesetas por los ocho ciriales que se hicieron.



Veíamos también una de las 22 dalmáticas de damasco de seda morada con brocado morado y dorado realizadas por el taller de Hija de Eduardo Gutiérrez en 1946. Al lado de una de las dalmáticas se encontraba el contrato de realización de estas obras.



En una vitrina se situaron tres juegos de potencias del Cristo del Buen Fin. De izquierda a derecha, veíamos unas de plata sobredorada de Manuel Seco (1943); otras de autor anónimo del siglo XIX; y otras también de autor desconocido del siglo XVIII.




Sobre esta vitrina había dos dibujos del Cristo del Buen Fin realizados por Luis Ortega Bru en 1979. En uno está el Cristo tal cual y en el otro el sanroqueño hacía constar en qué debía consistir el proceso de restauración de la imagen, señalando las grietas detectadas y el proceso restaurador.


Como se sabe, el Santo Sudario es titular de la Hermandad del Buen Fin. Por ello, formaban parte de la muestra dos reproducciones fotográficas de la Sábana Santa que se conserva en el Duomo de Turín. Fueron regaladas a la hermandad por Humberto II de Saboya en el siglo XIX, cuyo rostro se veía también entre ambas reproducciones, que llegaron a estar durante años en el altar del Cristo del Buen Fin.


Seguimos con una cruz parroquial y ciriales que formaban parte del cortejo de la cofradía. Son del siglo XIX, de los talleres de Seco Velasco.


A lo largo del siglo XX, el primer paso de la Hermandad del Buen Fin ha tenido diferentes modificaciones, desde aparecer el Cristo solo, como en la actualidad, con la Magdalena a los pies, como en la Hiniesta, con la Virgen de la Palma, San Juan y las tres marías o únicamente con éstas. El busto de una de esas marías se podía ver a continuación. Es una obra anónima del siglo XIX, restaurada recientemente, y la hemos podido ver alguna Navidad formando parte del belén instalado por la hermandad en San Antonio de Padua. Bajo el busto de esta talla se veía una antigua foto del paso con ella al lado del crucificado.



Seguimos con una antigua cruz de guía de madera con apliques de metal, utilizada hasta el año 1954, cuando se realizó la actual.



También se exponía el antiguo escudo de la hermandad junto a una foto con dos nazarenos ataviados con la antigua túnica de la cofradía, compuesta de túnica morada, antifaz y capa negros, como la de San Bernardo. Asimismo, veíamos un documento del Arzobispado por el que se autorizaba en 1946 a la hermandad a sustituir su túnica de nazareno por la actual, basada en el hábito franciscano.




A continuación veíamos un busto de barro cocido del Cristo del Buen Fin, obra de Manuel Castillo Lastrucci en 1982.



Detrás, diferentes convocatorias de cultos de principios del siglo XX.


Continuamos con el Guión Sacramental, realizado en alpaca cincelada y plateada por Manuel Rincón Fernández en 1985. Está compuesto por una banderola a dos caras con un motivo central de arcángeles, custodia y malla de oro. Representa una antigua custodia de San Antonio de Padua.



Seguimos con un sagrario de plata de ley de Seco Velasco (1965). La puerta del sagrario representa el cuadro que pintó Alfonso Grosso para la Catedral y representa la proclamación de la Inmaculada Concepción. A ambos lados del sagrario había sendos ángeles también de Seco Velasco, que antiguamente eran los basamentos de los candelabros de cola del paso de palio de la Virgen de la Palma. Estos enseres estaban sobre una mesa de altar de la hermandad, dorada y policromada.





Sobre esta mesa se colocó un tríptico sacramental con una cartela central en la que aparece una custodia, y dos cartelas laterales con los titulares de la hermandad. Fue pintado por C. Tovar, como reconocimiento a la obtención del título de hermandad sacramental en 1963.


A su lado, había otra pintura, en este caso un óleo sobre lienzo con el rostro del Cristo del Buen Fin, perteneciente a la familia Díaz Redondo.


A continuación, se podía ver una antigua fotografía del paso de palio de la Virgen de la Palma, una convocatoria de la función celebrada en 1930 con motivo de la bendición del mismo y un díptico con información sobre su realización y la relación de integrantes de la junta de gobierno de la hermandad en aquella época.




A su lado, se exponía una saya de terciopelo azul bordada en oro a realce, realizada con los bordados antiguos del paso de misterio de Rodríguez Ojeda. Se desconoce el nombre del autor de la saya, quien la ejecutó en el siglo XIX.


Otra pintura se exponía a su lado, ésta realizada al óleo por José Castro Bernal en 2005. En ella se ve al Cristo del Buen Fin y detrás, la ciudad de Sevilla.


Debajo, había una vitrina con las antiguas cartelas del paso del crucificado, realizadas por José Otero Ruiz en madera policromada y estofada. Han sido restauradas por Antonio Jesús Dubé Herdugo.


Rodeaban a estas cartelas diferentes publicaciones antiguas en las que se hacía mención a la hermandad, como el diario ABC o el Boletín de las Cofradías de Sevilla.




Veíamos a su lado otra saya, con bordados en oro a realce de autor anónimo (siglo XIX). Antiguamente estaban sobre terciopelo morado, pero José Ramón Paleteiro los pasó a terciopelo verde.


Un elemento muy curioso era una bandeja del siglo XIX en la que se reproduce la litografía de 1886 del libro “Las cofradías de Sevilla en cromolitografía”, editado por Luis Márquez Echeandía.


Aunque no procesiona, la Hermandad del Buen Fin cuenta con una imagen de San Juan Evangelista que se encuentra en el templo de San Antonio de Padua, junto a José de Arimatea y Nicodemo, en un retablo que fue de la Hermandad de la Bofetá. De esta imagen veíamos la túnica de terciopelo verde y el mantolín burdeos, bordados ambos en oro por Juan Manuel Rodríguez Ojeda en 1911.


Junto a estas piezas veíamos una factura de Rodríguez Ojeda en concepto de la realización de diferentes trabajos de bordado para la hermandad.


Seguimos con una corona de camarín realizada en metal plateado y sobredorado por autor desconocido en el siglo XIX.


Otra pieza muy curiosa es una reproducción de la cara del Cristo del Buen Fin emergiendo de una pieza de barro cocido y patinado. Es obra de Manuel Vallejo Martínez.


También veíamos un antiguo llamador de metal dorado perteneciente a la hermandad.


Seguidamente se encontraba la copia del contrato para la realización del Cristo del Buen Fin por parte del imaginero Sebastián Rodríguez en 1645. También estaba la carta de pago por dicha talla.


A su lado, la pintura de Nuria Barrera en recuerdo de esta exposición del Círculo Mercantil e Industrial, con el rostro del Cristo del Buen Fin sobre el patio del edificio.


En una vitrina se exponían antiguas convocatorias de cultos de la Hermandad del Buen Fin, junto a los libros de reglas de los años 1909, 1928 y 1965 (estos últimos, con orfebrería de Seco Velasco).





Sobre la vitrina había un cuadro en el que se cuenta la leyenda sobre la advocación de la Virgen de la Palma. Se relata en él el milagro realizado por la Virgen a los pies de una palmera. En 1794 la Inquisición hizo constatar este escrito.


En otra vitrina se exponía la corona de la Virgen de la Palma de plata sobredorada, obra de Eduardo Seco Imberg en 1930. Es la corona con la que la dolorosa procesionó por primera vez bajo palio.


A ambos lados de la corona se exponían relicarios, jarras, ángeles pasionistas y una Inmaculada, que formaban parte del antiguo paso de palio. Son de los sucesores de Manuel Seco Velasco (1930).



Terminamos esta primera sala con otra vitrina donde se exponían diferentes documentos, como la información publicada en ABC sobre la restauración del Cristo del Buen Fin por parte de Ortega Bru, papeletas de sitio, facturas por la restauración del paso del Cristo, el boceto de la Bandera Franciscana y el de un proyecto de paso para el Santo Sudario que nunca se llegó a realizar.





Pasamos a la segunda sala, presidida por el palio de Nuestra Señora de la Palma en el mismo centro de esta estancia. Techo, caídas y varales estaban perfectamente colocados, mientras que otras de sus piezas estaban repartidas por otras zonas de la sala.
En cuanto a las caídas y el techo de palio, fueron diseñados por Ignacio Gómez Millán y están bordados sobre terciopelo azul marino en tisú de oro, plata y sedas de colores en los talleres de Elena Caro en 1930. La gloria representa el Santo Sudario y el techo en su conjunto asemeja los techos de los palacios renacentistas italianos, simulando incluso una balaustrada alrededor de la gloria. En cuanto a las caídas, llaman la atención las figuras de ángeles de madera policromada talladas por Antonio Castillo Lastrucci y que le dan al palio un movimiento muy particular.
Los varales son de plata de ley, realizados por Seco Imberg en 1930 y enriquecidos por Orfebrería Andaluza en 1992. Están colocados de forma que dejan fuera las bambalinas, al contrario de lo que es habitual.












Bajo el palio, en una vitrina, se colocó la corona de oro con la que la Virgen de la Palma fue coronada el 8 de octubre de 2005, diseñada por Antonio J. Dubé de Luque y labrada por Orfebrería Andaluza.



A su lado, se situaron un rosario, la réplica de la Medalla de la Ciudad, una palma y la cruz pectoral que suele llevar la dolorosa reproduciendo la franciscana Cruz de San Damián.



Seguimos recorriendo las paredes de la sala de izquierda a derecha y nos encontramos en primer lugar con la cubierta del Libro de Reglas, realizada en plata de ley y terciopelo azul en 1999 por Orfebrería Andaluza.


A su lado, veíamos cuatro medallas de la hermandad pertenecientes a diferentes épocas y acontecimientos.


También se exponía el libro de firmas que se dispuso en 2005 para recoger felicitaciones por la Coronación Canónica de la Virgen de la Palma. Estaba abierto por la primera página, donde la firma y la dedicatoria es la del Cardenal Carlos Amigo Vallejo.


A continuación, había una cruz alzada de plata de ley, labrada por Orfebrería Andaluza (2002), junto a dos ciriales, también de plata de ley y del mismo taller, pero realizados un año antes según diseño de Rafael Vallejo Fernández.




Seguidamente se exponía un juego de varas de plata de ley de Orfebrería Andaluza (2005).


A su lado, veíamos el Guión del Centro de Estimulación Precoz Cristo del Buen Fin. Fue realizado por el taller de bordados de la hermandad con la dirección de José Asián Cano y bordado en oro sobre terciopelo burdeos, mientras que la cartela central con el rostro del crucificado en sedas de colores es obra de Pilar de la Haza Oliver. El asta de plata es de Orfebrería Andaluza.



A continuación, se compuso un montaje de enseres con los respiraderos delanteros del paso de palio, realizados en alpaca plateada con medallones en plata de ley por Seco Velasco; jarras de plata de Orfebrería Andaluza (1992); candeleros de alpaca plateada del mismo taller; candelabros de cola diseñados por Rafael Vallejo Fernández y labrados por Orfebrería Andaluza (1990); llamador de Ángel Gabella (1981); y una saya de los talleres de Esperanza Elena Caro (1960), bordada en oro a realce sobre tisú de oro, según diseño de Rafael Vallejo Fernández y pasada a nuevo soporte por José Ramón Paleteiro. Sobre todo el conjunto, había una antigua foto de la Virgen de la Palma, de Fernand.










Seguimos con otra saya, ésta de terciopelo negro bordada en oro a realce a principios del siglo XX por autor desconocido.


A su lado, se exponía un cuadro con el título de hermandad franciscana concedido al Buen Fin por el ministro general de la Orden de Frailes Menores. Está fechado en Roma en 1977.


Junto al título, el Guión Franciscano, diseñado por José Ramón Paleteiro en 2008. Está bordado en oro sobre terciopelo marrón en el taller de la hermandad y el asta de plata es de Orfebrería Andaluza.



Veíamos a continuación una réplica de la Virgen de la Palma de setenta centímetros de altura realizada en barro cocido por Esteban Sánchez Rosado en 2011.




También se exponía el Simpecado de la hermandad, realizado en 1952 en terciopelo azul bordado en oro y con dos ángeles policromados. Los bordados de esta característica insignia son de Elena Caro y el asta de plata de Seco Velasco.




Flanqueaban al Simpecado dos jarras grandes del paso de palio, realizadas en plata por Orfebrería Andaluza.


Seguimos con una saya bordada en oro a realce sobre malla de bolillos y otomán dorado, realizada en 2011 por Pilar de la Haza, según un diseño modificado de José Asián.




A su lado, el Guión de la Coronación de la Virgen de la Palma, bordado en oro por José Ramón Paleteiro, con una cartela central con el rostro de la dolorosa realizado en seda por Pilar de la Haza. El asta y el marco son de plata, obra de Orfebrería Andaluza.



A continuación, bajo dos fotos del momento de la Coronación Canónica de la Virgen a cargo del Cardenal Amigo, se encontraba el cartel que con este motivo pintó Antonio J. Dubé de Luque.


Veíamos también el cuadro con el documento de concesión de la réplica de la Medalla de la Ciudad por parte del Ayuntamiento de Sevilla, firmado por el entonces alcalde, Alfredo Sánchez Monteseirín, el 28 de septiembre de 2005.


Seguidamente, se exponía el estandarte corporativo, bordado en oro sobre terciopelo burdeos por Elena Caro, restaurado y enriquecido por el taller de la hermandad en 2011, y con asta de plata inspirado en la Cruz de San Damián, obra de Orfebrería Andaluza.



Junto al estandarte se podía ver la cruz que antiguamente remataba su asta, realizada por Seco Velasco. Actualmente se utiliza como crucifijo en la mesa de junta.


Aquí también se podía ver una factura de Sobrinos de José Caro relativo a la confección del estandarte corporativo y de los faldones del paso de palio, con un precio total de 62.000 pesetas, de las que el taller descuenta 2.000 en concepto de donativo a la hermandad. Curiosamente, está fechado el 31 de mayo de 1964, el mismo día de la Coronación Canónica de la Esperanza Macarena.


Continuamos con una saya bordada en oro a realce sobre terciopelo azul, realizada en 2010 por el taller de bordados de la hermandad, según diseño de José Asián Cano.


A su lado se podía contemplar el manto de salida de la Virgen de la Palma, bordado en oro sobre terciopelo azul de Lyon en 1958 por el taller de Sobrinos de Elena Caro. Fue diseñado por Rafael Vallejo Blanco, quien se inspiró en un diseño anterior de Ignacio Gómez Millán. El manto se exponía junto a la toca de sobremanto, bordada en oro y sedas naturales por José Ramón Paleteiro en 2005, con motivo de la Coronación Canónica, por la que además fue restaurado el manto.





Continuamos con otra saya, ésta bordada en oro a realce sobre terciopelo burdeos por Juan Manuel Rodríguez Ojeda en el siglo XIX.


También se exponía la Bandera Asuncionista, bordada en oro y sedas de colores por el taller de la hermandad en 2009. El óvalo central es de Pilar de la Haza y el asta de plata es de Orfebrería Andaluza.



Junto a ella se situaba la cruz de guía, realizada en caoba maciza con apliques de plata, entre los que se encuentra en el crucero el escudo de la hermandad. Estos apliques son de Seco Velasco (1968), trabajos por los que el taller recibió 10.000 pesetas, como se podía ver en la factura que también se exponía.




A ambos lados de la cruz de guía se exponían sendas bocinas, una del paso de Cristo y la otra del paso de palio. Ambas son de los talleres de Elena Caro, de 1948. Uno está bordado sobre terciopelo burdeos, y el otro, sobre terciopelo azul y con querubines de marfil.



La exposición finalizaba con dos vitrinas. En la primera de ellas se exponían, de izquierda a derecha, una diadema realizada en plata de ley, oro y pedrería en los talleres de Orfebrería Andaluza, según diseño de Dubé de Luque, y regalada a la hermandad por una familia en 2002; un regalo de las hermandades del Miércoles Santo a la Hermandad del Buen Fin por la coronación de la Virgen de la Palma, en plata de ley, oro, piedras preciosas y perlas cultivadas; el templete que se sitúa en la delantera del paso de palio, de Ángel Gabella en plata de ley, que simboliza el abrazo de San Francisco a Cristo; un crucifijo de marfil y plata que reproduce al Cristo del Buen Fin; unas potencias de plata de ley bañadas en oro con pedrería, de Orfebrería Andaluza, estrenadas en el Vía Crucis de las Cofradías de 2008; y los casquetes de salida de la cruz de Cristo del Buen Fin.







En la última vitrina, se exponían un cíngulo de la Virgen de la Palma y diferentes piezas de su ajuar, como pañuelos y encajes.



Muy interesante y muy bien organizada esta muestra de la Hermandad del Buen Fin, una hermandad franciscana que ha mostrado su pasado, con enseres ya en desuso, su presente, con los enseres actuales, y su futuro, representado de la mejor manera en esos niños del ejemplar Centro de Estimulación Precoz Cristo del Buen Fin.

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