viernes, 2 de mayo de 2014

JUEVES SANTO 2014: CALOR Y PASIÓN EN UNA JORNADA BRILLANTE

No es por volver una vez más a la frase manida del Jueves Santo que brilla más que el sol, pero lo cierto es que este último Día del Amor Fraterno (otra expresión repetidísima) se ha parecido más a un día de playa que a una jornada de cofradías. Se ve que no hay término medio en la Semana Santa: o días de lluvia, o días de crema protectora, gafas de sol y pantalones cortos, y no sólo en los turistas de piel blanquecina.
Ante este panorama, en las horas centrales del Jueves Santo, cuando empiezan a salir las primeras hermandades del día, no se veían demasiadas mantillas y trajes negros que sí llenaron las calles por la mañana, en las visitas a los templos.
Con las altísimas temperaturas registradas en el que ha sido, junto al Domingo de Ramos, el día más caluroso de esta Semana Santa, pocos se atrevían a esperar la salida de la Hermandad de los Negritos en la acera de los números pares de la calle Recaredo. La mayoría se arremolinaba en los impares, junto a la Capilla de los Ángeles, donde daba la sombra. Sobre todo junto al bar de nombre cofradiero, "Entre dos hermandades", aunque una de ellas, la de San Roque, estuviera este año en el exilio.
Los Negritos ha adelantado este año la salida. O más bien, ha vuelto al horario de siempre, las tres de la tarde. El año pasado estrenó itinerario de ida por Guadalupe y Santiago, en lugar de la Puerta Osario; razón por la que retrasó en veinte minutos la salida. Sin embargo, se produjo cierto retraso, por lo que este año se ha vuelto a las tres como hora de salida para que la cofradía pueda ir con más tranquilidad hacia la carrera oficial.
Precisamente, unos veinte minutos después de la salida de la cruz de guía, asomaba por la puerta de la capilla el paso del Santísimo Cristo de la Fundación. Presentaba un aspecto renovado, más limpio y bello el crucificado de Andrés de Ocampo tras la restauración practicada por Pedro Manzano. Pero las miradas también se dirigían al monte. De unos años a esta parte, la Hermandad de los Negritos sorprende cada Jueves Santo con el exorno floral. Si el año pasado el monte del crucificado se compuso de minigerberas de color púrpura, en esta ocasión se decantó por calas de color chocolate, que parecían una prolongación del paso de madera oscura con sus característicos faroles en las esquinas. En esto, como en todo, hubo opiniones favorables y desfavorables. Lo cierto es que se agradecen determinadas innovaciones que contribuyen a hacer distinta cada Semana Santa.
El paso, comandado por Antonio Santiago y sus auxiliares, quienes tenían una larguísima jornada por delante, recibió una saeta desde el balcón de la casa hermandad en el momento de su salida.


















Mientras esperaban la salida del personalísimo paso de palio de Nuestra Señora de los Ángeles, unos niños vestidos de monaguillos de la cofradía pedían caramelos a otros monaguillos que ya habían ocupado su lugar en el cortejo.
Por fin, a las cuatro de la tarde hacía su salida la Virgen de los Ángeles, talla de autor anónimo cuyo aspecto actual es una indudable obra de Dubé de Luque. Antes de salir, la Banda de Música de las Nieves de Olivares interpretó en el interior de la capilla "Amarguras". Ya en la calle, donde recibió una petalada desde la azotea de la propia capilla, sonó la marcha que le dedicó Pedro Morales, "Virgen de los Ángeles", seguida de "Esperanza Macarena".
La dolorosa, vestida por José Manuel Lozano, ha presentado este año un tocado con dibujos dorados y un exorno floral compuesto de rosas de diferentes tonalidades.
























Los bares seguían haciendo su agosto, y por la temperatura lo parecía. Como el que se sitúa entre las calles Dueñas y Gerona. Por esta última avanzaba la Hermandad de la Exaltación, que poco antes había salido una vez más de la Iglesia de los Terceros, aunque al menos ahora más esperanzados de volver a Santa Catalina con el inicio de las obras de restauración que parecían no llegar nunca.
Las personas huían del sol y pocos eran los que aguantaban en el espacio abierto ante el Convento del Espíritu Santo esperando la llegada de los pasos. La Banda de Cornetas y Tambores de Nuestra Señora del Sol anunciaba que el misterio en el que se levanta la cruz donde el Señor acaba de ser clavado estaba cerca. 
Es una obra impresionante, un paso que conviene ver desde una cierta distancia para apreciar la escena completa, pero que también de cerca impresiona, sobre todo en calles estrechas, por su andar poderoso. Claveles rojos sirvieron un año más como exorno floral, aunque con el añadido de algunas pequeñas flores moradas intercaladas.





















La Semana Santa pasa de generación en generación. Los que aprendimos a amar este mundo de las cofradías preguntándolo absolutamente todo a nuestros padres, tíos o abuelos lo sabemos. Puede que no lo recuerde con detalle, o tal vez sí. Quizá llegará un día en que un niño, ya adulto, recuerde aquel Jueves Santo de 2014 en que, esperando a la Virgen de las Lágrimas en la esquina de Santa Ángela de la Cruz con San Juan de la Palma, su abuelo le explicaba, mientras le sostenía en brazos, todos los detalles de ese maravilloso universo que se desplegaba ante sus curiosos ojos. Ocurrió este último Jueves Santo en dicho lugar, como habrá ocurrido en muchos otros puntos de la ciudad este año y todos los años, décadas y siglos anteriores, desde que Sevilla comenzó a soñar esto que llamamos Semana Santa.
A ese niño y a ese abuelo se acercaba el paso de palio, felizmente restaurado junto al manto hace unos años, que caminaba detrás de altos capirotes morados. La Banda Municipal de Arahal tocaba "Macarena", de Emilio Cebrián, mientras la dolorosa de las Lágrimas alcanzaba la calle Santa Ángela de la Cruz. Las monjas esperaban en la puerta del convento.


















A esa hora de la tarde reinaba sobre el barrio del Arenal la Hermandad de las Cigarreras. El paso de misterio es absolutamente desgarrador. Jesús es azotado cruelmente en un castigo, la flagelación, que era para numerosos condenados una muerte segura. Muchos no lo soportaban. Dos soldados romanos se ensañan con la espalda herida del Señor. Otro prepara ese macabro ungüento que evitaba el desmayo del reo para que sufriera más dolor. Y finalmente, en la trasera, un soldado da instrucciones a los que tienen los flagelos mientras que el último, muy digno, sostiene la túnica del Hijo de Dios. La célebre película de Mel Gibson mostró con toda su crudeza lo que las Cigarreras lleva siglos mostrando a la ciudad cada Jueves Santo.
Desde el estreno de las nuevas tallas de Navarro Arteaga en 2003, este paso se adorna con lirios morados y algunos cardos, un exorno que funciona muy bien en esta escena tan cruenta, y que hace juego con las túnicas y capirotes de raso de su cuerpo de nazarenos. En la calle Castelar, la Banda de Cornetas y Tambores de la propia hermandad interpretó "La Carretería", marcha con la que el paso se internó en Gamazo buscando la Plaza Nueva.















Poco después, tras el Pendón Morado de Castilla que le otorgó a la hermandad Alfonso XIII, llegaba desde la Puerta del Arenal el paso de palio de la Virgen de la Victoria, en su primera estación de penitencia tras la salida extraordinaria del pasado 5 de octubre con motivo del 450 aniversario de la corporación que, después de muchos avatares, reside en el barrio de los Remedios.
Claveles blancos adornaban el paso de esta impresionante dolorosa que quizá muchos redescubrieron en aquella multitudinaria procesión otoñal que tan buen sabor de boca dejó entre los cofrades. Ya se sabe que en el Jueves Santo hay mucho impaciente por vivir la Madrugá y no prestan toda la atención que merecen las siete grandes cofradías de la jornada. Una jornada que no es antesala de la Madrugá, como algunos la consideran, de la misma forma que el Lunes Santo, por ejemplo, no es la antesala del Martes.
La banda de música también de la hermandad interpretó por la calle Castelar la marcha "Valle de Sevilla". Después, ya en Gamazo, sonaría "El Cachorro. Saeta sevillana", aunque fue interrumpida cuando los capataces mandaron parar el paso porque literalmente no se podía andar. Seguimos sin entender qué tiene de malo que una marcha se pueda escuchar hasta el final aunque el paso esté quieto.
En esta parada varios hermanos comentaban que algunos cirios de la candelería estaban un poco doblados por las altas temperaturas que había soportado la cofradía en zonas amplias como la Plaza de Cuba, el Puente de San Telmo y el Paseo de Colón. Antes de continuar su camino, se dedicó la levantá a un hermano cuya mujer tocó el martillo.



















Una abarrotadísima calle San Pablo aguardaba la salida de la Hermandad de la Quinta Angustia. Se trata de una salida muy especial, dado que es la única de toda la Semana Santa que se produce estando el templo previamente abierto y con gente en su interior, debido a la celebración de los Oficios, que culminan precisamente cuando la cofradía ha de ponerse en la calle. Así, en este caso no podemos decir que las puertas de la Parroquia de la Magdalena se abrieron para que comenzara a salir la cruz de guía velada que tiene esta corporación, sino que las puertas ya estaban abiertas.
El cuerpo inerte de Jesús es descendido de la cruz por José de Arimatea y Nicodemo, conocidos por la antigua guasa sevillana como los pintores, por estar subidos en sendas escaleras. Lo hacen en presencia de la Virgen de la Quinta Angustia, que ha sido recientemente restaurada por Esperanza Fernández Cañero, San Juan Evangelista y las tres Marías, que sostienen la sábana para envolver al Señor.
Es uno de los conjuntos escultóricos más conseguidos, y ello a pesar de tratarse de imágenes salidas de las gubias de varios autores distintos. Pedro Roldán hizo el Señor, Vicente Rodríguez Caso talló la dolorosa, y Pedro Nieto el resto de imágenes.
El paso iba exornado con lirios morados. Para salir, la cruz, con el Cristo y los Santos Varones, ha de ser bajada y poder así salvar el dintel. Después, volvió a su altura máxima en dos veces; subió un poco en la primera parada, delante de la puerta del templo, y alcanzó la posición definitiva en la confluencia de San Pablo con Murillo.















La Quinta Angustia es el inicio de un triángulo penitencial de sobriedad y clasicismo del que la Hermandad del Valle es el segundo vértice. Es, además, la cuarta hermandad cuyos nazarenos ponen el color morado al Jueves Santo. 
Desde la calle Javier Lasso de la Vega no pasa mucho tiempo hasta que el primer paso llega a Trajano. Es un paso, el de los espejitos, que ya el año pasado estrenó la restauración del dorado y en esta ocasión presentaba cuatro cartelas nuevas en plata realizadas por Orfebrería Triana. Claveles rojos y un centro de claveles y rosas en la trasera conformaban el exorno floral de esta escena, que contaba con el acompañamiento de la Capilla Musical Pasión y la Escolanía Anunciación de Sevilla.
Jesús, tras ser flagelado, es coronado de espinas y herido con sendos palos por un soldado romano y un sayón, mientras otros dos contemplan divertidos lo que ocurre.









En silencio llega el segundo paso, el de Nuestro Padre Jesús con la Cruz al Hombro, que se encuentra con la Verónica, cuyo paño ha pintado este año Félix Cárdenas, y con las mujeres de Jerusalén en la Calle de la Amargura. Jesús les pide que no lloren por él, sino por ellas mismas y por sus hijos. Cada palabra de la historia de la Pasión hay que analizarla detenidamente.
La imagen del Señor, bastante ennegrecida, será restaurada por el Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico (IAPH), según aprobó la hermandad el pasado mes de noviembre. Hace años el mismo organismo se encargó de la restauración del Santísimo Cristo de la Coronación de Espinas.
Las flores son siempre en este paso un auténtico jardín en el que podemos ver principalmente claveles rojos, calas blancas, rosas rojas, lirios morados y cardos.








Finalmente, el paso de palio de Nuestra Señora del Valle, el de las caídas más antiguas de la Semana Santa y el que cobija a una impresionante dolorosa atribuida a Juan de Mesa.
Todo en este paso tiene sabor antiguo, incluso esos ramos cónicos y bicónicos de claveles rosas que acostumbra a llevar, además de la candelería de numerosísimas piezas tambaleantes o los bordados en plata. La Virgen del Valle lloraba amargamente y alcanzaba la Plaza del Duque a los sones de "Coronación de Espinas", interpretada por la magistral Banda de Música del Maestro Tejera. En una parada antes de entrar en carrera oficial, incluso las personas que contemplaban el paso de la cofradía colaboraban levantando los faldones para que les llegase algo de fresco a los costaleros. Aún hacía calor a esas horas del atardecer.











Cerraba el Jueves Santo en la carrera oficial la Hermandad de Pasión, una de esas inmensas joyas que impiden considerar a esta jornada como antesala de nada. Tras el aspecto alabado del paso de Nuestro Padre Jesús de la Pasión en 2013, con la túnica bordada de Patrocinio López, el monte de flores variadas y la simbólica calavera a sus pies, este año la junta de gobierno ha vuelto a vestir al impresionante Nazareno de Juan Martínez Montañés, el que a diario recibe culto ante la ventana de la Capilla Sacramental de la Iglesia del Salvador, con túnica lisa. Ha llevado además corona de espinas y potencias, y ha caminado, porque esta imagen realmente camina, sobre un monte de lirios morados.
En su llegada a la Plaza del Duque, el paso avanzaba en chicotás muy breves. Parecía cansado el Señor que carga con la cruz de los pecados del mundo.
















San Juan Evangelista advierte a Nuestra Madre y Señora de la Merced que Jesús va delante camino del Calvario. De nuevo el Discípulo Amado acompaña en su dolor a la Madre de Dios bajo palio por las calles de la ciudad.
Sebastián Santos brindó a la Hermandad de Pasión su última dolorosa para Sevilla, que rápidamente concitó las devociones de los hermanos, aunque alguno hay, los de más edad, que siguen acudiendo al Convento de las Mercedarias a orar ante la antigua Virgen de la Merced. El que sigue en la hermandad desde 1862 es el San Juan que tallara Gabriel de Astorga.
Por segundo año, este paso de palio fue acompañado por la Banda de Música de la Oliva de Salteras. En poco tiempo nos acostumbraremos a que el único silencio que siga a esta dolorosa sea la primera cofradía de la Madrugá. Pero nadie puede negar que las marchas fúnebres y clásicas que suenan tras la Virgen de la Merced le van a la perfección.








Si el Miércoles Santo el Cristo de la Sed nos muestra la humanidad de Cristo, la Hermandad de Monte-Sión nos enseña el Jueves Santo la doble condición del Señor, que como hombre tiene miedo, sufre de hematidrosis e intenta que pase de él el cáliz del sufrimiento. Ése que, como Dios, sabe que le espera cuando en ese mismo Huerto de los Olivos, en Getsemaní, sea prendido, iniciándose así su tormento. Pero acabará aceptando el martirio mientras sus discípulos duermen tranquilos, ajenos a todo, pese a que en la Cena se les ha anunciado lo que ha de ocurrir. Es el paso de la gran humanidad, la del mismo Dios temeroso y la de los apóstoles, rendidos por el sueño y la despreocupación.
El paso de misterio regresaba a la calle Feria por la Plaza del Cristo de Burgos a eso de las doce menos cuarto de la noche. Acababa de pasar por allí el paso de palio de la Virgen de las Lágrimas a los sones de "Mater mea" y "La Esperanza de Triana". El rodeo que da la Exaltación por Chapineros y Álvarez Quintero para salir al Salvador, y el parón que sufre mientras termina de salir Pasión, hace que la cruz de guía de Monte-Sión, que sale a la Cuesta del Rosario directamente por Francos, se sitúe inmediatamente detrás de la cofradía de Santa Catalina.
Así se pudo ver en la Plaza del Cristo de Burgos, a la que el misterio de la Oración en el Huerto, comandado por Manuel Vizcaya, llegó tras dejar atrás la estrechez de Sales y Ferré. Ha repetido este paso el exorno de claveles de color púrpura del año pasado, pero ha cambiado la túnica blanca de entonces por una nueva de color azul bordada en el taller de la propia hermandad.
También ha sido novedad en este paso, acompañado musicalmente por la Agrupación de la Redención, la recuperación, después de tres décadas, de dos ángeles tallados por Francisco Buiza, a los que se han unido otros dos nuevos de David Segarra. Todos ellos se han colocado en las esquinas, bajo los candelabros de guardabrisas.











Finalmente, llegó el completo y sonoro paso de palio de la Virgen del Rosario, exornado con rosas de color rosa, con la particularidad, como el día anterior en el palio de la Virgen de la Palma del Buen Fin, de tener abiertos uno por uno los pétalos exteriores, dando como resultado un exorno llamativo y muy original.
Paco Reguera, que precisamente estos días ha presentado su dimisión como capataz, conducía este paso de palio que al caminar hace sonar los grandes rosarios que penden de cada uno de los varales.
Tras detenerse ante la puerta de la Parroquia de San Pedro, la Virgen del Rosario, de cuya coronación canónica se cumplirán diez años el próximo 31 de octubre, siguió hacia el Convento de la Hermanas de la Cruz mientras la Banda Municipal de La Puebla del Río interpretaba la marcha "Reina del Rosario".











Después de dos años seguidos de lluvia, dos años seguidos de esplendor en la gran jornada del Jueves Santo, la de las siete joyas que hacen de ésta una jornada de lujo. Se perdía por Santa Ángela de la Cruz el paso de palio de Monte-Sión y en la Resolana salía la Macarena. 
El Jueves Santo no es antesala de ninguna otra jornada, pero sí un punto y seguido de una Pasión que, a estas alturas de la semana, nos hacía soñar que nunca acabaría.

2 comentarios:

  1. Como viene siendo habitual , un trabajo exquisito , te tengo que felicitar que nos llegues ver este material de trabajo que cada año confeccionas .Mi enhorabuena de todo corazón .
    Un saludo .

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  2. El acompañamiento musical del misterio de la Coronación de Espinas de la hermandad del Valle fue realizado por la Capilla Musical Pasión y la Escolanía Anunciación de Sevilla.

    Un saludo.

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