martes, 24 de junio de 2014

CORPUS 2014: REGRESO DEL SEÑOR DE LA SAGRADA CENA


Cuando la procesión del Corpus entró en la Catedral, rápidamente se preparó el traslado de regreso del Señor de la Sagrada Cena a la Iglesia de los Terceros. Con el sol apretando, ya sí, a esa hora, y las calles rebosantes de gente, la Banda de Cornetas y Tambores de las Cigarreras fue abriéndose paso desde la Plaza de la Virgen de los Reyes hasta situar su banderín en Placentines, a la espera de la salida del paso.
El mismo cortejo y en el mismo orden que en el camino de ida fue saliendo por la puerta lateral del Palacio Arzobispal, encabezado por la cruz alzada y ciriales. Pronto se puso en movimiento el paso, a las órdenes de Juan León, que acababa de dejar en la Catedral el paso de la Custodia Chica. Una vez en la calle, el capataz le dedicó la levantá al rey que acababa de ser proclamado. "Ésta es la Hermandad de la Cena, que es una real hermandad, así que esta levantá va por Felipe VI", dijo en la que sin temor a equivocarnos debemos considerar la primera dedicatoria en el martillo al nuevo monarca.
Al contrario de lo que ocurre cuando es el paso de misterio al completo de la Cena el que sale a las calles en el Corpus, el Señor, sobre el paso del Cristo de la Humildad y Paciencia, no subió la Cuesta del Bacalao que horas antes había bajado, sino que tomó por la estrechez de Placentines para conectar directamente con Francos, pasando de nuevo delante de los altares de la Sed y San Isidoro.






















Desde Francos, donde se detectó que la esquina delantera derecha del paso parecía haberse roto, lo que hizo que desde dentro el costalero de esa zona fuera sujetándola mientras el paso caminaba, el Señor de la Cena alcanzó de nuevo la Cuesta del Rosario, que estaba repleta de personas dispuestas a disfrutar de la larga y bien trabajada subida a los sones de las Cigarreras.
Se siguió por aquí el mismo camino de la ida, pero a la inversa, por Jesús de las Tres Caídas, Alfalfa y Odreros. El calor apretaba y los relevos de los costaleros eran más seguidos de lo habitual en Semana Santa.






























Pese al calor y a la cantidad de gente, lo cierto es que el paso avanzaba sin pausa. Al fin y al cabo, se trataba de un traslado y se acercaban poco a poco las horas de más altas temperaturas. Por Sales y Ferré, el Señor de la Sagrada Cena salió a la Plaza del Cristo de Burgos y siguió después por Doña María Coronel.
Más adelante, en la esquina con Gerona, Juan León dedicó la levantá a Gonzalo, un niño que seguía al Señor de la Cena acompañado por su abuela. De hecho, el capataz se la dedicó a ambos. "Esta levantá va por Gonzalo, que será un gran costalero, y por su abuela, que está aguantando empujones y pisotones por ver la cara de felicidad de su nieto".
Seguidamente, el paso recorrió la calle Gerona para alcanzar Capataz Manuel Santiago y la Plaza de los Terceros en un traslado que estaba llegando a su fin.





















































Tras la interpretación de la gran marcha "Y fue azotado", el Señor de la Sagrada Cena avanzó en dirección a la calle Sol, en cuya entrada recibió una gran lluvia de pétalos blancos. Seguidamente, continuó hacia la Iglesia de los Terceros, donde el paso entró de frente al templo, sin volverse a la gente. La Banda de las Cigarreras volvió aquí a enlazar, como suele, la marcha "Costalero del Soberano" con la Marcha Real, para terminar, sin solución de continuidad, con "Cantemos al amor de los amores".

















La talla de Sebastián Santos, ataviada con la nueva túnica de tisú de plata y el mantolín del Cristo de la Humildad y Paciencia, se despedía así de las calles tras haber contribuido a darle esplendor y solemnidad a la festividad del Corpus Christi, este año, de nuevo, sin el acompañamiento de sus doce apóstoles.

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