miércoles, 8 de octubre de 2014

EL ROSARIO MATINAL CERRÓ LOS CULTOS EN HONOR A LA VIRGEN DEL DULCE NOMBRE


La Hermandad de la Bofetá celebró el pasado 28 de septiembre su anual rosario con la Virgen del Dulce Nombre por las calles de la feligresía de San Lorenzo, portada en andas por sus hermanos bajo las órdenes de los hermanos Gallego, capataces de la cofradía del Martes Santo.
La dolorosa de Castillo Lastrucci vestía saya de tisú de plata bordada en hilos de oro y sedas de colores, de Esperanza Elena Caro y diseño de Ignacio Gómez Millán, manto azul bordado por Sobrinos de Caro y la corona de salida, de plata de ley dorada, de Joyería Dalmás.
Sobre las andas, exornadas con claveles blancos y nardos, e iluminadas por dos faroles de plata, la Virgen del Dulce Nombre salió de la Parroquia de San Lorenzo a las ocho y media de la mañana en dirección al Convento de la Asunción de las Madres Mercedarias, en la calle Guadalquivir, a cuya llegada se celebró una misa oficiada por el párroco, Francisco de los Reyes Rodríguez.



Finalizada la eucaristía, el cortejo se preparó para regresar a San Lorenzo. Dos tramos de hermanos con cirios componían el cortejo; el primero lo abría la cruz parroquial y ciriales, mientras que el segundo estaba encabezado por el estandarte corporativo de la Hermandad de la Bofetá.



Seguidamente, traspasó la puerta del convento la Virgen del Dulce Nombre, a la que antecedía el Coro  Santa María y el cuerpo de acólitos con cuatro ciriales. Una vez en la calle, comenzó el recorrido de regreso a la parroquia por la calle Guadalquivir.

















El cortejo continuó por la calle Santa Clara, siendo la Virgen del Dulce Nombre seguida por bastantes personas que cada año acuden con fidelidad a este breve traslado. En dicha calle, la dolorosa se detuvo ante la puerta de la Casa de Ejercicios de María Reparadora.



















En línea recta, la Virgen del Dulce Nombre dejó atrás Santa Clara y alcanzó Eslava, donde se detuvo justo delante del retablo cerámico de la Virgen de las Soledad. Seguidamente, continuó hasta la Plaza de San Lorenzo, que rodeó por la calzada hasta enfilar la puerta del templo y entrar a eso de las doce menos cuarto de la mañana.





















Una vez en el interior de San Lorenzo, la Virgen del Dulce Nombre entró en la capilla de la hermandad para quedar colocada entre las imágenes de Nuestro Padre Jesús ante Anás y San Juan Evangelista. El párroco dirigió las oraciones finales y todos los presentes cantaron la Salve.



Así se puso el punto final a los cultos que la Hermandad de la Bofetá dedica anualmente a su dolorosa en el mes en el que tiene lugar la festividad del Dulce Nombre de María.

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