domingo, 16 de noviembre de 2014

HERMANAMIENTO A LA SEGUNDA


A veces los hermanos de base vienen a arreglar lo que otros, con una actitud inexplicable e injustificada, desarreglan. Claro, que si esos mismos hermanos hubieran asistido al primer cabildo, quizá no habría hecho falta el segundo. Pero quedémonos con lo positivo: la rápida reacción colectiva de los cofrades de a pie de la calle Feria.
El caso es que a la segunda fue la vencida y se aprobó el hermanamiento entre las hermandades del Carmen Doloroso y el Carmen del Santo Ángel, a petición de los Carmelitas Descalzos. Dos hermandades diferentes que comparten advocación para sus titulares, una de penitencia y la otra de gloria, y que comparten además excelentes relaciones que, en el ámbito estrictamente externo, se manifiesta en las representaciones respectivas en las diferentes salidas procesionales.
Lo que cuenta, en cualquier caso, es lo interno, lo que no trasciende de manera tan visible. Y ahí es donde el rechazo (o más bien la no aprobación) del hermanamiento tenía difícil explicación. Sevilla es una ciudad mariana. Lo dice su propio escudo y lo dicen sus calles en el nomenclátor, en los retablos cerámicos y en las numerosísimas procesiones de la Madre de Dios. Y Sevilla es una ciudad en la que la devoción a la Virgen del Carmen es, junto a la del Rosario, una de las más evidentes teniendo en cuenta la cantidad de imágenes que existen con esta advocación.
Pero lo que también es importante. La Sevilla cofradiera de hoy se caracteriza por una estrecha convivencia y relación de auténtica hermandad entre corporaciones, lejos de rivalidades reales (al margen de las típicas tonterías que hermanos particulares puedan establecer provocando más hilaridad que otra cosa, por ejemplo, a una y otra orilla) y lejos de auténticos conflictos que, en siglos anteriores, se intentaban "solucionar" de formas no muy edificantes ni efectivas.
En esa Sevilla del que fue arzobispo el Cardenal Spínola, un hermanamiento entre hermandades ha de verse como algo natural, deseable y beneficioso para las partes. Por eso, quedémonos con lo positivo: el Carmen Doloroso y el Carmen del Santo Ángel caminan ya de la mano tras haberse cruzado felizmente sus caminos.

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