viernes, 19 de diciembre de 2014

ANTONIO DE LEÓN


Cada vez que rezaba un Padre Nuestro veía la cara de Nuestro Padre Jesús Nazareno, y cuando rezaba el Ave María, era el rostro de la Virgen de la Concepción, la que daba a besar su mano hace sólo once días, el que asomaba a su mente. Así lo indicaba en el documental especial sobre capataces que RVG incluyó en su colección "Misterios de Pasión", de Momentos Cofrades, al que corresponde esta imagen.
En la madrugada de este viernes, tenía que ser viernes y madrugada, Antonio de León ha acudido al encuentro de los titulares de la Hermandad del Silencio, justo a la misma hora a la que cada año se cierran las puertas de San Antonio Abad cuando el palio de inspiración veneciana se pierde por las naves del templo de la calle Alfonso XII.
Un ataque al corazón se ha llevado de forma repentina al capataz de la cofradía que abre la Madrugá y capataz auxiliar del paso de la Borriquita que preside el Señor de la Sagrada Entrada, por el que confesaba sentir un cariño especial porque es "el Dios de los niños, el que va repartiendo ilusión", como si fuera un apéndice que conectara la emoción infantil de la Cabalgata del 5 de enero con la del estreno de cada Semana Santa.
Antes de ponerse al martillo, Antonio de León estuvo 17 años bajo el paso de la Entrada en Jerusalén, cinco años bajó el Cachorro, dos llevando el palio de la Concepción y tres más el del Nazareno. Para ser costalero "hay que sufrir mucho; se disfruta mucho, pero hay que tener capacidad de aguante y sacrificio", comentaba en el documental arriba mencionado.
Casado con Emilia Ybarra Mencos, sus tres hijos han seguido la estela cofradiera de ambas familias, León e Ybarra. Es el legado que en Sevilla lleva siglo pasando de generación en generación. Sobreviven así, en la memoria de todos, los buenos cofrades. Antonio de León ha realizado hoy su entrada en el Cielo del Nazareno y la Madre de la Concepción.

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