domingo, 12 de abril de 2015

LUNES SANTO 2015: DÍA DE SAETAS Y RECUPERACIONES DE OTRO TIEMPO

El Lunes Santo de 2015 pasará a la historia como el de la visita de Felipe VI, de su contemplación de la Hermandad de Santa Genoveva por el Parque, de la llamada a los palios del Polígono y el Rocío en la Campana, de cómo vio la salida de Santa Marta desde el interior del templo... Pero la segunda jornada de la Semana Santa vino también acompañada, para el cofrade de a pie, de las emociones que cada año nos demuestran que, como solemos decir, lo del día anterior no fue un simple sueño, sino el inicio de una Semana Santa que daba un nuevo paso adelante.
La nómina de la jornada nos conduce en primer lugar hasta el Polígono de San Pablo, donde llamó la atención la recuperación de la antigua cruz de guía, la que la cofradía utilizó en su primera estación de penitencia a la Catedral en 2008, aunque con el añadido de algunos apliques de plata de Orfebrería Daniel y Moreno. La razón de esta recuperación es el excesivo peso de la que en 2009 realizó Felipe Martínez Oliver y que hasta el año pasado abría el cortejo de la corporación. Sin duda, una curiosa decisión de la hermandad que ha dejado sin uso una gran obra de estilo rocalla que esperemos volver a ver en la calle en próximos años.


Si el Domingo de Ramos finalizaba con Jesús despreciado por Herodes, el Lunes Santo comienza de manera similar. El escenario es ahora el Polígono, y allí Jesús, en su trinitaria advocación de Cautivo y Rescatado, se enfrenta de nuevo al tetrarca, que ya ha mandado a un miembro del sanedrín acercarse con una prenda blanca al Señor para ponérsela tras tomarlo por loco.
Una variedad de flores rojas adornaba este paso de misterio, cuyo acompañamiento musical en su itinerario de ida corría a cargo de la Banda de Cornetas y Tambores de las Tres Caídas, de Triana, la misma que en el Desprecio de Herodes de la Amargura, aunque aquí con una mayor libertad interpretativa.
El barrio entero, con varios balcones engalanados, se echa a la calle para acompañar o despedir al Cautivo, que marcha hacia el centro de la ciudad en una larguísima estación de penitencia que comienza antes incluso del mediodía, atravesando el cortejo la puerta que tuvo que abrirse en 2011 en la Parroquia de San Ignacio de Loyola, lo que permitió abandonar la salida desde la estructura provisional situada en la trasera del templo.































Por la calle Doctor Laffón Soto el paso andaba con tanta rapidez ("hay que dejar paso a la Virgen", decía un auxiliar de la cofradía), que por momentos llegó a adelantar a algunos de los nazarenos del último tramo de Cristo.


No tardó en salir de su templo el paso de palio de la Virgen del Rosario, de nuevo liso de color azul oscuro, en tanto que Charo Bernardino borda el definitivo. La Reina del Polígono, con un variado exorno floral a base de rosas, jacintos y calas blancas, entre otras especies, avanzaba también con una cierta celeridad, ya que eran varios los kilómetros que la cofradía tenía por delante.
La Banda de Música de las Cigarreras interpretaba un buen número de marchas procesionales, como la reiterada "Como tú ninguna", además de "La Estrella Sublime", "Pasa la Virgen Macarena" o "Hiniesta Coronada".























En este momento se produjo una escena curiosa y entrañable. Una señora mayor cantó a pie de calle una saeta a la Virgen del Rosario. La mujer se esforzaba en hacer oír su voz entre la gente y, junto a ella, otra registraba la saeta con una grabadora de cassette, un aparato que a los más jóvenes probablemente les sorprenda. Entrañable archivo sonoro de un cante de devoción a la Señora del Rosario.


A las tres menos cuarto comenzaba su estación de penitencia la Hermandad del Beso de Judas. En la plaza Jesús de la Redención la gente aguantaba estoicamente los rigores del sol. Un hombre tuvo que sentarse a la sombra de un naranjo. Para ello, una señora prestó su sillita plegable, que a veces no estorban sino que hacen un buen servicio (sólo a veces...), mientras que otra le daba una gominola llena de azúcar. La recuperación llegó pronto.
Como pronto también asomó el paso de misterio por la puerta de Santiago, el templo que en 2014 vio salir a dos cofradías y que este año ha vuelto a la normalidad únicamente con la hermandad que tiene cedido el uso y mantenimiento del templo.
Venía el fantástico paso adornado con rosas de un color morado muy claro, después de la variedad cromática del año pasado. El enorme misterio, que para salir tiene que subir, que no bajar, una rampa desde el interior, salvó sin problemas el dintel pese a la altura del olivo bajo cuya sombra se consuma la traición del mismo Judas al que el día anterior habíamos visto esconder en el cenáculo la bolsa que ahora lucía sin disimulo anudada a la cintura.
El andar del misterio, guiado por Francisco Reguera, lo convierte en uno de los más esperados por los cofrades. El Señor de la Redención, con nueva túnica blanca y mantolín del mismo color, abandonó la plaza y tomó la calle Santiago en dirección a Santa Catalina entre los aplausos de los presentes y los sones de la inseparable Agrupación Musical de la propia hermandad.























Una media hora más tarde, entre capirotes que cambiaron el morado por el verde, hacía su aparición el paso de palio de María Santísima del Rocío, por última vez con un manto liso, ya que para 2016 está previsto el estreno del manto bordado por el taller de Santa Bárbara.
Nada más completar la difícil salida, la Banda de Música de las Nieves de Olivares emprendió la interpretación de "Rocío de Santiago", la marcha que se inicia y termina con breves notas de la Salve Rociera. Con esta marcha el palio giró hasta quedar detenido frente al antiguo Palacio de Villapanés, desde cuyo balcón principal cantó el omnipresente Manuel Cuevas una emocionante saeta a la Virgen del Rocío que concluyó con los versos "a ti te tiene de pañuelo por entero esta ciudad".
A continuación, el paso se levantó y giró hacia la calle Santiago con la marcha "Coronación", mientras desde una azotea llovían pétalos para la dolorosa del Rocío.



























Tras recorrer una importante distancia desde el Tiro de Línea, la Hermandad de Santa Genoveva accedió al casco histórico desde la Puerta de Jerez. Por la Avenida ganaba metros el paso del Cautivo, que estrenaba este año el cíngulo.
La Banda de Cornetas y Tambores Nuestro Padre Jesús Cautivo iba detrás del paso, que presentaba un exorno floral tremendamente clásico, a base de un monte de claveles rojos con friso de lirios morados.
Por esta zona eran numerosos los turistas, muchos de ellos salidos de una de esas cadenas de café que, como setas, se han multiplicado por toda la ciudad, aunque también había muchos en la parada del tranvía, que estaba a la sombra gracias a la altura del edificio de Correos.
Fueron muchas, por tanto, las personas que vieron el giro del Cautivo de Santa Genoveva desde la esquina de la Catedral, a la que después volvería, hasta Almirantazgo, en dirección al Arco del Postigo, al que llegó, antes de pararse ante la Pura y Limpia, a los sones de "Bendición".

































El palio de la Virgen de las Mercedes, que andaba con bastante rapidez por la Avenida, ha llamado mucho la atención al llevar unas caídas y un techo lisos, de un color rojo muy intenso, más claro que el de su palio habitual, cuyos bordados están siendo restaurados. Esto ha dado lugar a una estampa de otro tiempo, el tiempo en que la hermandad daba sus primeros pasos y poco a poco iba completando un interesante patrimonio.
Ha sido ésta la principal novedad de la Hermandad de Santa Genoveva este año, a la espera de que el año que viene pueda volver a verse en la calle el palio sobre el que está trabajando Jesús Rosado para devolverle el esplendor perdido por el paso del tiempo. Lo que sí llevó el techo fue la gloria, que representa la aparición de la Virgen al fundador de la orden de la Merced, San Pedro Nolasco.
Con la Banda del Carmen de Salteras detrás de la Virgen de las Mercedes, pudimos volver a escuchar la marcha del año, "Como tú ninguna", junto a otras composiciones como "Esperanza" y "La Virgen de Sevilla", ya en las inmediaciones del Postigo.
Claveles blancos y rosas del mismo color han conformado el exorno floral de este paso de palio este Lunes Santo.


























Y de los barrios a la sobriedad de una hermandad situada en pleno centro, como es Santa Marta. Las campanas de San Andrés tocando a duelo dan una pista desde la lejanía acerca de la salida del cortejo. Son muchos los nazarenos que visten la túnica de cola negra de esta cofradía que anda a un ritmo bastante rápido. De hecho, la salida tiene lugar cuando la hermandad que lleva por delante en carrera oficial, Santa Genoveva, ya está pasando por la Campana.
En la esquina de la calle San Miguel con Jesús del Gran Poder, dos italianas se empeñaban en captar con sus cámaras cada detalle de la cofradía. Cada insignia, cada capirote, cada cirio... Pronto comprendieron que se les iban a cansar los brazos. Hasta diez tramos, más el estandarte corporativo, conforman el cortejo procesional de esta hermandad de silencio, que da culto a uno de los misterios más conseguidos de la Semana Santa, el Traslado al Sepulcro, tallado casi en su totalidad por Luis Ortega Bru, cuyos restos descansan a los pies del altar de la hermandad, salvo la Virgen de las Penas y Santa Marta, que son de Sebastián Santos.
Lirios morados por todo el monte y una única rosa roja bajo los dedos de la mano derecha del Cristo de la Caridad. Sencillo y simbólico exorno floral el del paso de Santa Marta, que sólo en 2011 cambió los lirios por jacintos, aunque manteniendo el color morado.













La calle Castelar se llenaba poco a poco de capirotes morados del Arenal. La Hermandad de las Aguas, precedida por segundo año por la Banda de Cornetas y Tambores San Sebastián, de Tomares, ocupaba una calle que parece trazada con una regla. Pocos estrenos mostraba este año la hermandad. Únicamente un rosario para cada dolorosa, la del misterio y la del palio, que han sido vestidas por Antonio Bejarano.
El paso de misterio del Santísimo Cristo de las Aguas apareció desde la Puerta del Arenal con los sones de la Banda de Cornetas y Tambores de las Tres Caídas, que había dejado en la Catedral al Cautivo y Rescatado del Polígono, tras el que tomó el relevo la Banda San Juan Evangelista.
El paso en el que un ángel recoge en un cáliz la sangre y el agua que brotan del costado de Cristo tras la lanzada no llevaba prisas, algo que hay que destacar en la Semana Santa marcada por los relojes que padecemos.
Como si fuera un eco del Domingo de Ramos, el Cristo de las Aguas alcanzó la Plaza de Molviedro con la marcha "El desprecio de Herodes", con la que llegó a la Capilla del Mayor Dolor, donde esperaba una representación de la Hermandad de Jesús Despojado.




























Más atrás, también pausadamente, llegó a Castelar el paso de palio de la Virgen de Guadalupe, la bella dolorosa de Álvarez Duarte a la que Bejarano ha vestido de una forma muy interesante que a muchos ha recordado a la Virgen de las Tristezas, dolorosa de la misma jornada.
La Virgen de Guadalupe, que ha cumplido 50 años en este 2015, sigue, sin embargo, pareciendo una adolescente; una Virgen niña, como se la suele considerar. Su paso de palio iba adornado con rosas de color rosa y con el acompañamiento musical de la Banda Municipal de Mairena del Alcor, que interpretó "Madre Hiniesta", a la que después, en la llegada a Molviedro, siguió "Soleá dame la mano".
Parada ante la capilla de Jesús Despojado, la Virgen de Guadalupe recibió una saeta desde un balcón de la casa hermandad. Posteriormente, se marchó por Doña Guiomar con la marcha "Hiniesta Coronada".



















Anochecía cuando la Hermandad de Santa Genoveva volvía ya hacia el Tiro de Línea. Por la Plaza de la Contratación, la noche permitió contemplar también la estampa del palio de la Virgen de las Mercedes bajo el palio liso, encendido por la luz de la candelería.





La Hermandad de San Gonzalo tiene un cortejo interminable. Se notó mucho a la salida de la Catedral, donde la última parte de la carrera oficial impone un límite físico para el que va buscando el paso de misterio. Tardó en salir Nuestro Padre Jesús en su Soberano Poder ante Caifás, cuyo paso estaba adornado este año con rosas rojas.
El Señor que Ortega Bru describió como "Mi Cristo para Sevilla", vestía túnica lisa, mientras que Caifás a punto estaba de rasgarse las vestiduras de color verde recuperadas en 2014, después de varios años con otras de color anaranjado.
Una vez superada la Plaza Virgen de los Reyes, el paso, acompañado por la Banda de Cornetas y Tambores de las Cigarreras, se detuvo para que se produjera un relevo de costaleros. Quedaba nada menos que la vuelta hasta el barrio León.
Cuando el paso reanudó la marcha, comenzó a andar con celeridad, sin olvidar sus característicos pasos coreografiados a los sones de las marchas procesionales, desde las más modernas hasta el clasicimo de "Cristo del Amor", marcha con la que el Señor en su Soberano Poder se perdió por Almirantazgo buscando el Postigo del Aceite.

















No tardó en aparecer tanto como el misterio el paso de palio de Nuestra Señora de la Salud, que cumple, con matices, sesenta años formando parte del cortejo de la cofradía trianera. Con matices porque, si bien es cierto que en 1955 la Hermandad de San Gonzalo estrenó un paso de palio, la dolorosa que iba en él no era la actual, de Ortega Bru, sino la de Rafael Lafarque, desaparecida en un incendio fortuito en San Gonzalo.
Rosas de un color rosa muy claro adornaban el paso de palio de la Virgen de la Salud, que llama la atención en cada levantá porque prácticamente no se produce sonido alguno, al contrario que en otros palios donde las caídas, las bellotas, los varales o todo a la vez emiten un sonido característico.
Luis Miguel Garduño guiaba a la cuadrilla por la Plaza del Triunfo camino del Arenal, con los sones de la Banda de Música Santa Ana de Dos Hermanas, que tocó por esta zona "Cristo en la Alcazaba" y "Hermanos costaleros".
























Para completar el Lunes Santo falta el trío de San Vicente, esas tres cofradías que, una tras otra, van regresando a sus templos en la misma zona añeja de la ciudad. La primera de ellas es la Hermandad de la Vera+Cruz, que por Orfila, con parada ante los Panaderos, y Javier Lasso de la Vega busca su casa.
Es ésta la primera hermandad de la Semana Santa que va de regreso por Lasso de la Vega, una calle por la que la mayoría de cofradías que pasan suelen buscar la carrera oficial. No tarda en asomar el paso del Cristo de la Vera+Cruz, con su invariable monte de lirios morados a sus pies, así como los ángeles mancebos que portan faroles y que flanquean al crucificado, como igualmente ocurriera el Viernes de Dolores en el besapié.
Esos faroles, junto a los cuatro hachones verdes y los ocho guardabrisones en el canasto componen la iluminación de este paso de Cristo que gana bastantes metros en cada chicotá. La capilla vocal e instrumental De Profundis se ha convertido en un acompañamiento indispensable para el crucificado de la Vera+Cruz.














Detrás, las coloristas representaciones de otras hermandades de la Vera+Cruz, cuyas salidas procesionales suelen celebrarse el Jueves Santo o incluso el Viernes, lo que les permite desplazarse hasta Sevilla el Lunes Santo para participar en la estación de penitencia de la cofradía hispalense.
A continuación, nazarenos con cirios blancos y, finalmente, el paso de palio de la Virgen de las Tristezas, acompañado por música de capilla. Al igual que en 2014, este año también la hermandad ha apostado por las rosas blancas como exorno para este palio de cajón que siempre se solía presentar en la calle con lirios blancos.
Vestía la dolorosa de Illanes la saya de terciopelo negro con bordados en oro estrenada el año pasado, confeccionada por Charo Bernardino. Asimismo, iba impecablemente vestida por Antonio Bejarano, con ese ya habitual tocado muy suelto que deja ver el pelo de la imagen.
Por Javier Lasso de la Vega y en la Plaza de la Gavidia, se interpretaron sendas saetas dedicadas a la Virgen hermana de la Paz del Porvenir. El viento a esa hora de la noche hacía de las suyas, de forma que al salir de Aponte y girar hacia Jesús del Gran Poder se apagó gran parte de la candelería, lo que provocó un suspiro de disgusto en uno de los auxiliares encargados de encender el paso. No fue para tanto. En la siguiente parada se recuperó gran parte de la iluminación perdida.



















Seguidamente, regresaba a la Parroquia de San Vicente la Hermandad de las Penas por el mismo itinerario del año pasado. Desde el Salvador, siguió por Sagasta, Jovellanos, Tetuán, Velázquez y Campana, para volver por Alfonso XII, Santa Vicenta María y Virgen de los Buenos Libros. Un itinerario que parece consolidarse tras el ensayo de 2013 por Cuna y Martín Villa.
Curiosamente, la calle Alfonso XII, que después con el Museo permanece apagada, estaba encendida al paso de las Penas. El Señor caído, con túnica morada bordada en oro por Manuel Aguilar y Salvador Mendoza estrenada en 2006, se elevaba sobre un monte de claveles rojos, otro clásico inmutable de la Semana Santa.
El último relevo de costaleros tuvo lugar en la última parada en Alfonso XII, antes de tomar Santa Vicenta María.














Por su parte, el paso de palio de la Virgen de los Dolores estrenaba la restauración de la caída trasera y los borlones de ésta, dos años después de la restauración de la delantera. Para los próximos años, el taller de Herederos de Caro tendrá que acometer igualmente la recuperación de los bordados de las caídas laterales, con lo que se completará la restauración del palio iniciada en primer lugar por el techo.
La Banda de Música del Maestro Tejera acompañaba a este paso de palio que tiene un andar muy pausado, y tras el que sonaron marchas como "Margot" en la Campana de vuelta o "Virgen del Valle" ya en Alfonso XII.
Si clásicos son los claveles rojos del Señor de las Penas, no menos lo son los claveles blancos que, en las jarras y en el friso, luce todos los años este paso de palio, a lo que hay que añadir los claveles rojos situados a los pies de la Virgen, circunstancia que fue todo un descubrimiento para un joven que contemplaba a la Virgen de los Dolores por la zona de Velázquez.
















Y llegamos al Museo, una hermandad que es una auténtica obra de arte para contemplar, en los últimos coletazos del Lunes Santo, durante la vuelta a la capilla. La gente lo sabe, lo que de unos años a esta parte ha complicado acompañar con tranquilidad al Cristo de la Expiración y a la Virgen de las Aguas por una calle Alfonso XII, ahora sí, completamente a oscuras.
Por mucho que la veamos, sigue impactando igual la desgarradora imagen del Cristo expirante que tallara Marcos Cabrera, confundido con un tal Capitán Cepeda durante décadas; ése que dicen que arrojó al Guadalquivir los moldes del crucificado para evitar que pudiera ser copiado.
La restauración llevada a cabo por el Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico en 2013 redescubrió la talla de un Cristo que camina con parsimonia, arrastrando sutilmente tras de sí, sin aspavientos y sin corneterío, a quienes le ven pasar.



















Y si el Cristo atrae, ¿qué decir de la Virgen de las Aguas? La que algunos consideran "la Virgen más humana de Sevilla". La que mira al cielo, la del personalísimo tocado y su diadema. La del paso de palio airoso, adornado este año con begonias blancas y jazmín de Madagascar. La de los dos Ramos: el que la talló en el siglo XVIII, Cristóbal, y el que compuso la marcha en el XX, Santiago, que es banda sonora con mayúsculas del cierre del Lunes Santo.
La Banda de Música de la Oliva de Salteras iba detrás del palio de la Virgen de las Aguas, intercalando marchas más sobrias con otras de un carácter alegre. Así, ya en la Plaza del Museo, se pudo escuchar "Procesión de Semana Santa en Sevilla", a la que siguió "El Corpus". Con esta composición, el palio fue levantado a pulso. Pidió el capataz no verla subir y así fue, dado que los costaleros dieron lo mejor de sí mismos con una eterna levantá en la que apenas se atrevían a moverse las caídas.
Y después, "Coronación de la Macarena" y una saeta de Álex Ortiz desde uno de los balcones de la casa hermandad. Mientras tanto, los presentes tenían ocasión de fijarse en cada detalle del palio, como esa frase en latín, "Omnes sitientes venite ad aquas", que puede leerse en la parte interior de la caída frontal. "¿Tú sabes qué significa eso?", le preguntaba un joven a otro en la plaza. La respuesta, surrealista como un gag de los Hermanos Marx: "Ah, yo no sé; yo soy un cofrade ateo"... Sin palabras.
La Virgen de las Aguas, ajena, o no, al absurdo, daba poco después el tradicional giro de 180 grados a los sones de su marcha, para acto seguido entrar en su capilla.



















Alrededor de las tres y media de la madrugada, con un cierto retraso sobre el horario previsto, la Hermandad del Museo cerraba un Lunes Santo que comenzó con una cruz de guía recuperada y concluyó con un auténtico manantial devocional, como es el de la Virgen que, ya sea en latín o en cualquier otro idioma, ofrece a todos los sedientos las mejores aguas.

1 comentario:

  1. La Cruz de Guía que sacó es la que tiene que sacar. La otra no hay nadie que pueda llevarla debido al excesivo peso que presenta.

    ResponderEliminar