martes, 15 de septiembre de 2015

EL CERRO ARROPÓ A SU VIRGEN DE LOS DOLORES EN EL ROSARIO DE LA AURORA


El barrio del Cerro del Águila honró a su Reina, Nuestra Señora de los Dolores, acompañándola masivamente durante el rosario de la aurora celebrado el pasado domingo. Pese a lo temprano de la hora de celebración, a lo largo de todo el recorrido hubo un grandísimo número de personas, hermanos y devotos, que no se separó ni un instante de las andas sobre las que iba la Virgen en un culto externo con el que se inician los cultos anuales de cada mes de septiembre.
A las siete y media de la mañana se abrieron las puertas de la Parroquia de los Dolores para que comenzara a salir el cortejo, encabezado por la cruz parroquial y ciriales. Hay que subrayar la presencia de la Hermandad del Rocío del Cerro, con su estandarte corporativo, acompañando a la Virgen de los Dolores justo delante del estandarte de la propia Hermandad del Cerro. Numerosos hermanos con cirios formaron parte del cortejo, principalmente varones, ya que es tradición en la hermandad que sean las hermanas y devotas las encargadas de portar las andas durante todo el recorrido en la calle, algo que hicieron turnándose continuamente.





Una vez en la calle, la Virgen de los Dolores tomó, como cada Martes Santo, la calle Afán de Ribera, de la que se desvió a la altura de Francisco Carrera Iglesias, para recorrer las calles Lisboa y Galicia, que han sido parte del itinerario de este rosario de la aurora; un recorrido que se cambia cada año para tratar de que la dolorosa pase por las casas de todos los vecinos en algún momento.
La Virgen que tallara Sebastián Santos vestía saya roja bordada en oro, manto azul oscuro de camarín, un tocado dorado con la parte inferior de líneas rectas y la antigua corona de salida de Villarreal. Asimismo, sobre el pecherín lucía el corazón de oro con siete puñales de oro blanco.
Como exorno floral, las andas contaban con dos grandes centros de nardos, mientras que la iluminación la aportaban los dos ángeles ceriferarios que se sitúan entre los varales del paso de palio.
Tras las andas, acompañó el rezo de los misterios del rosario los componentes del coro Amigos de la Navidad, del propio barrio del Cerro.




























Desde Galicia, la Virgen de los Dolores salió de nuevo a Afán de Ribera, recorriendo un importante tramo de ella en dirección contraria al templo. Así continuó hasta la esquina de la calle Juan Castillo Sánchez, por la que se internó el cortejo.
Desde la amplitud de Afán de Ribera, se notó de nuevo con mayor intensidad la gran cantidad de gente que seguía a la dolorosa al alcanzar una calle más estrecha que la arteria principal del barrio. Hay que destacar que algunos de los balcones estaban engalanados con motivo de esta salida de la Virgen de los Dolores por las calles del Cerro.


































El itinerario del rosario de la aurora de este año continuó por la calle Párroco Antonio Gómez Villalobos hasta la misma calle Nuestra Señora de los Dolores, ya de regreso a la parroquia.
Hay que lamentar en este tramo final dos momentos de discusión entre las personas que seguían por las aceras a la Virgen de los Dolores, que llegaron a discutir dando algunas voces fuera por completo de lugar. No se olvide que un rosario es una oración que convierte a las calles por las que discurre en una extensión del propio templo donde la hermandad tiene su sede. Es conveniente siempre ser consciente de dónde se está y para qué salen las imágenes a la calle.
Tras pasar delante de las casas de hermandad del Rocío y los Dolores, la Virgen siguió en los últimos metros del recorrido hasta la iglesia.

















































Eran ya cerca de las nueve y media de la mañana cuando la Virgen de los Dolores alcanzó la parroquia del Cerro. Como en el final de la estación de penitencia del Martes Santo, la Virgen se volvió frente a la puerta para mirar a los devotos situados en la calle que lleva su nombre.
Llamó la atención en ese momento el desconsolado llanto de un hombre que observaba a la dolorosa pegado a la reja del templo que da a Afán de Ribera, mientras otras personas que estaban con él trataban de consolarlo.
Finalmente, la Virgen de los Dolores entró en su casa y fue en ese momento cuando las hermanas dejaron las andas en manos de los hermanos, que fueron los encargados de llevarlas hasta el lado derecho del presbiterio, entre su camarín vacío y el altar del Santísimo Cristo del Desamparo y Abandono.


















Una vez concluido el rezo del rosario de la aurora, tuvo lugar la celebración de la santa misa, con la que se puso el punto final a este culto externo protagonizado por la Reina del Cerro.

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