sábado, 17 de octubre de 2015

LA OBRA INVITADA DEL SEÑOR DE PASIÓN EN EL MUSEO DE BELLAS ARTES


El Museo de Bellas Artes de Sevilla se ha sumado al cuarto centenario de la imagen de Nuestro Padre Jesús de la Pasión a través de su sección de "La obra invitada". En concreto, hasta el próximo 29 de noviembre puede verse en la sala XIII del museo el cuadro "Juan Martínez Montañés presenciando la salida de Jesús de la Pasión", obra de Joaquín Turina y Areal (hacia 1890) perteneciente al patrimonio de la propia Hermandad de Pasión.
Lo que Turina, padre del célebre músico del mismo nombre, quiso representar en esta obra pictórica es la admiración de Juan Martínez Montañés, que asiste a la salida del Nazareno rodeado de sus sirvientes e incrédulo ante el hecho de haber podido salir de sus propias manos una talla de Jesús con la cruz al hombro como ésta. La sensación de asombro del propio Montañés la contaba un pintor cordobés coetáneo suyo, Antonio Palomino, quien refería que el escultor de Alcalá la Real buscaba por las calles cada Jueves Santo al Señor de Pasión, que se convirtió pronto en un modelo iconográfico que aún hoy tiene un indudable reflejo en la imaginería actual.
La pintura tiene, no obstante, algunos anacronismos. El principal es la iglesia de la que se ve la salida del Nazareno de Pasión, que no es otra que la desaparecida Parroquia de San Miguel, situada en la Plaza del Duque. En el año en que Joaquín Turina pinta esta obra, la Hermandad de Pasión ya no estaba en San Miguel, que en 1868 fue expropiada por la llamada Revolución Gloriosa y derruida entre dicho año y 1871, cuando aún quedaban algunos restos en pie. Por lo tanto, la Hermandad de Pasión ya estaba en la Iglesia del Salvador cuando Turina pinta el cuadro.
Pero es que, además, Martínez Montañés nunca pudo ver al Señor de Pasión salir de San Miguel, dado que en tiempos del imaginero la hermandad estaba aún en su sede fundacional, el Convento de la Merced, hoy, precisamente, Museo de Bellas Artes.
Tampoco conoció Montañés al Cirineo que aparece pintado en el cuadro, ya que esa talla, conocida por su postura como Mirabalcones, llegó a la Hermandad de Pasión en 1844. La cabeza y las manos procedían de una antigua talla de San Isidoro de la Casa Profesa de los Jesuítas; o lo que es lo mismo, la actual Iglesia de la Anunciación, y salió tras el Señor de Pasión hasta 1950, en que fue sustituido por una imagen cuya cabeza se atribuye a Juan de Mesa y que se conserva en la actualidad en el Salvador.
Por otra parte, en 1890 tampoco la hermandad conservaba el paso de carey que se ve en la pintura, ni existían los disciplinantes, prohibidos por Carlos III en todas las procesiones de España en 1777 y luego de nuevo por Fernando VII en 1825.
En cualquier caso, no deja de ser realmente interesante esta pintura que, con todo detalle, se puede admirar en el Museo de Bellas Artes hasta finales del mes que viene y que cuenta en el ángulo inferior izquierdo con la dedicatoria de Joaquín Turina a la "Hermandad de N. P. Jesús de Pasión".








Como complemento a esta obra invitada, el Museo de Bellas Artes ha colocado junto a la pintura un busto de Martínez Montañés que forma parte de su colección habitual. En concreto, se trata de una obra de Agustín Sánchez Cid realizada en bronce entre los años 1922 y 1923.
Sánchez Cid es el autor del monumento a Martínez Montañés que se encuentra en la Plaza del Salvador. Tanto para el monumento como para este busto del Bellas Artes, Sánchez Cid utilizó como modelos los retratos que Velázquez y Francisco Varela pintaron del escultor.





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