sábado, 16 de abril de 2016

SÁBADO SANTO 2016: MIRADAS A LO ANTIGUO DESDE LO NUEVO

Última jornada de cofradías, en plural, de la Semana Santa de 2016. El Sábado Santo, con ese aire de melancolía y nostalgia, pero un poco también de satisfacción del deber cumplido, llegaba. Y con él, algunas de las hermandades más antiguas de la ciudad, junto a la más moderna y otra que, como cofradía de penitencia, es también una de las más recientes, aunque parezca que lleva toda una vida en la nómina.
Son hermandades, las más nuevas, que miran a lo antiguo en algunas de sus propuestas estéticas e incluso de recorrido, como pasamos a analizar en esta penúltima crónica de lo que ha dado de sí esta pasada Semana Santa.
Desde hace ya seis años, el Sábado Santo comienza más temprano de lo que esta jornada estaba acostumbrada y desde un barrio al que ni siquiera se mencionaba. Es la Hermandad del Sol, que sigue completándose y presentando anualmente novedades dignas de ser destacadas.
A la una de la tarde comenzaba la estación de penitencia desde la capilla anexa a la Parroquia de San Diego de Alcalá; una capilla que, dicho sea de paso, no habría hecho ninguna falta con el párroco actual, pero que sí hubo que levantar con el anterior. En todos los ámbitos hay personalidades que dejan huella. Buena o mala, pero huella en cualquier caso.
Pero, nada más dejar el barrio del Plantinar, la cofradía no tomó la línea recta de las amplias avenidas Ramón y Cajal, Enramadilla y Carlos V, sino que buscó la sombra y el paisaje antiguo (el que queda) del barrio de San Bernardo, por el que ya pasó la hermandad en su recorrido de regreso el primer año, después no repetido.
Así, por Camilo José Cela, Torero Manolo Vázquez y Campamento, la Hermandad del Sol alcanzó la calle San Bernardo, donde se echó en falta una representación de la señera cofradía del Miércoles Santo, aunque el itinerario no pasara junto a la parroquia. Tampoco Santa Genoveva pasa por la Parroquia de San Sebastián, pero la Paz sí que sale hasta la calle Brasil a recibirla cada Lunes Santo.
El Santo Cristo Varón de Dolores de la Divina Misericordia ha salido recién retocado por su propio autor, José Manuel Bonilla Cornejo, que ha modificado levemente la policromía, oscureciéndola y potenciando la expresividad de la talla con nuevos regueros de sangre, golpes y veladuras en determinadas zonas. Su paso estaba exornado fundamentalmente con rosas rojas en friso y jarras, así como calas blancas y hiedra en el monte.
Desde la salida y hasta poco antes de cruzar el Puente de San Bernardo, acompañó al Varón de Dolores su propia Banda de Cornetas y Tambores, siendo sustituida a partir de dicho punto por la Banda del Sol. La banda juvenil fue, por tanto, la encargada de poner sus sones musicales en la clásica calle San Bernardo, en la que el paso entró con la marcha "Santísimo Cristo de la Sagrada Cena", a la que más adelante siguió "Santo Cristo Varón de Dolores".
Hacia la mitad de la calle, el capataz, José Manuel Palomo, quiso dedicar la levantá al hermano número uno de la Candelaria, presente en este punto. "Como dijo un capataz de la Madrugá, lo quiero ver volar", señaló antes de tocar el martillo para que el Varón de Dolores siguiera por su nuevo recorrido hacia el puente y la Puerta de la Carne.






































Tras el cortejo de nazarenos de ruán verde del paso de palio llegaba la Virgen del Sol, acompañada en esta Sacra Conversación por San Juan Evangelista y Santa María Magdalena. El estreno del palio de este año era el bordado de la bambalina trasera, labor realizada por Ana Bonilla Cornejo, con la cartela central pintada por Raúl Berzosa, que representa la Soledad de María al pie de la cruz, en alusión a la Soledad de San Lorenzo.
Sólo faltan las cartelas de las bambalinas laterales, que harán alusión a la Trinidad y al Santo Entierro, ya que la delantera, estrenada en 2014, representa a la Virgen con el cuerpo inerte de Jesús en su regazo, como el primer paso de los Servitas. Asimismo, se estrenaban los apliques de orfebrería de la caída trasera, obra de Juan Angulo.
En cuanto a las flores que llevaba el palio, contaba con rosas blancas y estátice, así como rosas de color rojo a los pies de la dolorosa, sobre la peana.
La Banda de Música Nuestra Señora del Sol interpretó la marcha "La Virgen de la O" cuando el paso de palio alcanzó la calle San Bernardo. Posteriormente, por esta misma calle sonó "Azul y plata" antes de que la Virgen del Sol se parara ante el balcón de la Peña Sevillista, desde el que un hombre le cantó una saeta.
Acto seguido, la banda de música tocó "Virgen de la Palma" en su camino hacia el Puente de San Bernardo, en cuya parte más alta se pudo escuchar la composición "Glorias de Sevilla", no muy habitual tras los pasos de las dolorosas, ya que está dedicada a las corporaciones letíficas; pero no hay que olvidar que la Hermandad del Sol fue hasta hace algunos años una hermandad de gloria.








































Es la que parece que lleva muchísimos años en la nómina, aunque como hermandad de penitencia sólo existe desde 1971, pese a su fundación a finales del siglo XVII. La Hermandad de los Servitas presentaba un estreno muy llamativo que no ha convencido a todo el mundo: la cruz ubicada tras el conjunto escultórico de la Virgen de los Dolores y el Santísimo Cristo de la Providencia.
Es uno de esos elementos propios de otras épocas, ya que era una cruz de caoba, carey y plata, algo no muy habitual en el presente, ya que los ejemplos hasta ahora conocidos, como las cruces de las Penas de San Vicente, el Nazareno del Silencio y el de la O son piezas bastante antiguas.
El resultado de esta obra de los Servitas, sin embargo, ha chocado a muchos, principalmente debido a la apariencia de exceso de plata que presenta la cruz, algo que no se apreciaba de esa forma en el boceto del diseño realizado por Antonio Dubé de Luque. El caso es que, vista desde lejos, y sobre todo a plena luz del día, la cruz puede parecer directamente blanca y el carey casi brilla por su ausencia.
Y otro elemento nuevo que tampoco ha creado unanimidad son los nuevos faldones bordados por Jesús Rosado, en los que también, como en la cruz, parece haber triunfado un cierto sentido del 'horror vacui', que ya se dio en su momento en la saya y el manto de la Virgen de los Dolores.
En su camino hacia la Carrera Oficial, la cofradía servita venía por Santa Ángela de la Cruz, donde, como es costumbre, se volvió ante las Hermanas de la Cruz, quienes le cantaron a la dolorosa de Montes de Oca.
Posteriormente, con el paso adornado con rosas rojas en friso y jarras, así como rosas de color rosa, estátice y lirios sobre la peana, la Virgen de los Dolores y el Cristo de la Providencia siguió su camino con la marcha "Eterno descanso", a la que en la calle Alcázares siguió "La Madrugá", a cargo de la Banda de Música Nuestra Señora del Águila, de Alcalá de Guadaíra.
























A continuación, cuando el primer paso se perdía por Alcázares hacia la Plaza de la Encarnación, al fondo de la calle Santa Ángela de la Cruz asomaba ya el paso de palio de María Santísima de la Soledad, que avanzó hasta el convento con la marcha "Amarguras".
Una vez ante las religiosas, éstas le cantaron aquella oración que curiosamente dice en su letra "Virgen de los Dolores, Madre del Redentor, atiende a tus fieles hijos, dadles vuestra bendición". Después, el palio se alejó del convento de las Hermanas de la Cruz a los sones de la bellísima composición "Mater mea", por parte de la Banda Municipal de Música de Coria del Río.
Posteriormente, la banda interpretó "Dulce Soledad Servita" en la calle Alcázares, con la que el palio de la Soledad, exornado al completo por rosas blancas, se encaminó hacia el incalificable paisaje de las Setas.















Cerca de allí, por Ponce de León, se dirigía la Carrera Oficial, tras el manto de la Soledad Servita, la Hermandad de la Trinidad. La Banda de Cornetas y Tambores Columna y Azotes, que abría el cortejo delante de la cruz de guía, se retiró en la Plaza de San Pedro; pero los sones cigarreros seguían en la cofradía trinitaria y salesiana con la banda de los mayores tras el paso del Sagrado Decreto.
Azucenas, anthurium y claveles, todos ellos de color blanco, adornaban el paso alegórico de la Trinidad, donde el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo decretan, junto a los padres de la Iglesia Occidental, la venida al mundo del Hijo para la redención del mundo. Completan el conjunto la Fe, la Iglesia Dormida, San Miguel y un ángel que dispara una flecha de amor.
Ya hemos comentado algún año que una alegoría que no se entiende en un golpe de vista es una alegoría que no cumple su función. En la misma Plaza Ponce de León, un hombre que acompañaba a una mujer mayor en silla de ruedas le explicaba lo siguiente: "Pues está la Trinidad, San Pedro (pobre San Gregorio, que siempre es confundido con el primer Papa) y otros santos; abuela, éstas son cosas de la Biblia que ni usted ni yo entendemos". Sería bueno que los nazarenos de la Trinidad repartieran por las calles estampitas o pequeños folletos donde se explicase el misterio alegórico.


















Con el paso del Decreto ya en San Pedro, seguía por Ponce de León el paso de misterio del Santísimo Cristo de las Cinco Llagas, imagen que presidió el Vía Crucis de las Cofradías el pasado 15 de febrero, primer lunes de Cuaresma (ver).
Este año, ha sido novedad el dorado de los candelabros por parte de los Hermanos González, a falta tan sólo de los respiraderos para completar el dorado de este nuevo paso tallado por los Hermanos Caballero. Un paso que sustituyó al anterior, tallado por José Gil en los años treinta, desechado por la Hermandad de la Trinidad porque, según se decía, era irrecuperable, no se podía restaurar y se desmoronaba, pero que sin embargo, este mismo año ha podido verse por las calles de Morón de la Frontera el Viernes de Dolores gracias a la Agrupación Parroquial del Soberano Poder.
Con claveles rojos ha salido a las calles el paso del Cristo de las Cinco Llagas, donde estaba recién restaurada por Fernando Aguado la talla de José de Arimatea, mientras que la Virgen de la Concepción ha lucido, por tercer año consecutivo, una diadema de Joaquín Ossorio perteneciente a la Virgen de las Angustias de los Gitanos, presea de menor tamaño a la que tiene la propia dolorosa de la Trinidad.
Por su parte, la Banda de Cornetas y Tambores de las Tres Caídas de Triana completaba en la Trinidad su trayectoria en la Semana Santa de 2016. Desde Almirante Apodaca a San Pedro, tocó tras el misterio la marcha "De buena palabra". Y delante del paso se notó la ausencia de Antonio López, el capataz fallecido este pasado mes de febrero.


































Finalmente, cerrando la cofradía, el palio de la Virgen de la Esperanza, que a paso bastante ligero discurría por Ponce de León hacia San Pedro. La dolorosa que tallara Juan de Astorga vestía saya burdeos, combinada con su habitual manto verde de salida.
Claveles blancos en las jarras y frisos laterales, y rosas del mismo color en las jarras delanteras conformaban el exorno floral de este paso de palio que cuenta con dos llamadores iguales, uno en el lado izquierdo y otro en el derecho.
Tras el paso, la Banda de Música de la Oliva de Salteras interpretó entre Almirante Apodaca y la Plaza de San Pedro la marcha "La Esperanza blanca", título que hace alusión a los tiempos en que la Esperanza trinitaria contaba con un palio y un manto de color blanco, algo que algunos hermanos, principalmente los de mayor edad, añoran.



























La última parte del Sábado Santo se ponía en la calle a partir de las siete de la tarde, con el Santo Entierro y la Soledad. La Plaza de San Lorenzo se llenó de cofrades para ver la salida de esta última. Cerca de mil nazarenos, muchos de ellos niños, comenzaron a salir desde el templo de manera muy ordenada, con sus túnicas blancas con antifaz, escapulario y bocamangas negros.
Entre los presentes que esperaban a la Soledad, se encontraba una mujer en silla de ruedas situada en primera fila dispuesta a no perderse ningún detalle de un cortejo muy cuidado.
Los ciriales anunciaron la salida del paso y la Virgen de la Soledad salió a la plaza guiada por los Ariza como capataces. Nada más salir, en silencio un año más, dado que los hermanos rechazaron en cabildo incorporar música al cortejo, la Soledad se volvió hacia la Basílica del Gran Poder ante la representación de esta hermandad con estandarte y varas.
A continuación, el paso de la Soledad de San Lorenzo, adornado con rosas blancas, además de lirios morados a los pies de la cruz, atravesó la zona central de la plaza, que desde hace algunos años cuenta en estos días con una alfombra de color rojo para evitar los goterones de cera sobre el pavimento.
Cuando comenzó a girar para tomar la calle Conde de Barajas, la mujer de la silla de ruedas, con la ayuda de su acompañante, se incorporó no sin dificultad para ver de la mejor forma posible el rostro de la Soledad. Y lo consiguió: la Virgen pasó y ella, sin apartar su mirada de los ojos de la Madre de Dios, disfrutó de ese instante que concluyó cuando el paso avanzó para dejar la contemplación del manto y de la cruz con el sudario.
La mujer volvió a su silla de ruedas, la masa que se había dado cita en San Lorenzo comenzó a moverse para buscar otros destinos cofradieros en la última tarde y la Soledad buscó la calle Jesús del Gran Poder en su camino a la Carrera Oficial.






















El Sábado Santo avanzaba y las primeras hermandades emprendían el regreso a sus templos, como la Hermandad del Sol, que tras el cambio en el itinerario de ida también modificó el de vuelta, discurriendo por San Fernando, Carlos V, Enramadilla y Ramón y Cajal (mismo recorrido, pero a la inversa, que realizaba a la ida hasta el año pasado).
También regresaba a casa la Hermandad de los Servitas, que reunió, como es habitual, a una gran cantidad de personas por la calle Doña María Coronel, por la que el paso de la Virgen de los Dolores y el Cristo de la Providencia discurrió a los sones de "Margot", y el palio de la Virgen de la Soledad con "La Madrugá".
Desde el complicado Martes Santo que nos tocó vivir este año, ya no nos habíamos preocupado por la meteorología (que no climatología, una vez más). Sin embargo, poco a poco el cielo fue adquiriendo un tono anaranjado que, en plena noche, nos indica la presencia de nubes.
En la calle Alfonso XII, con la Hermandad del Santo Entierro de vuelta a la Iglesia de San Gregorio, había algunas miradas furtivas al cielo. La cruz de guía de madera, seguida de los nazarenos de negro con la capa a rastras, apareció pronto. Enseguida venía el paso alegórico del Triunfo de la Santa Cruz, conocido popularmente como la Canina.
Aunque ha habido algunos años en que el paso gótico de la Canina ha estado exornado con diversas flores, en esta ocasión ha llevado únicamente su hiedra y cardos habituales.
Con el andar rápido que le caracteriza, el paso del Triunfo de la Cruz siguió hasta la puerta de San Gregorio y entró en el templo echando los costaleros los cuerpos a tierra para salvar el dintel.














En cuanto la Canina entró en San Gregorio, comenzaron a caer algunas gotas y empezó a generarse una cierta inquietud en la hermandad, acelerando el cortejo, aunque cuando cesó ese conato de lluvia se recuperó la tranquilidad.
Detrás de la Canina iban las diferentes representaciones de un buen número de hermandades de penitencia, estrenándose la Hermandad de la Milagrosa, que ya el Miércoles Santo había pisado la Carrera Oficial acompañando a la Sed. Entre las representaciones hubo ausencias, principalmente las habituales. Por otro lado, parece que este año se ha hecho algo más de caso a la recomendación del Santo Entierro de limitar la representación a cinco nazarenos por hermandad.
Por su parte, el paso del Cristo Yacente, adornado íntegramente con claveles rojos, recorrió los últimos metros de su itinerario en la calle Alfonso XII con la marcha "Nuestro Padre Jesús", genialmente interpretada por la Banda Sinfónica Municipal de Sevilla, dirigida por Francisco Javier Gutiérrez Juan.
Tras una breve parada del paso poco antes de alcanzar San Gregorio, el capataz mandó continuar y, girando la derecha 'alante', izquierda atrás, el Cristo Yacente entró en el templo.













Por último, muy poco después, ya que el aburrido cortejo de chaqués y trajes negros se había retirado en la Catedral, llegó el paso del Duelo, con la Virgen de Villaviciosa, San Juan, las tres Marías, José de Arimatea y Nicodemo.
El personalísimo, como los otros dos, paso del Duelo estaba adornado con rosas y jacintos, todos de color rosa, y venía por Alfonso XII a los sones de "La Madrugá", que se interpretó en no pocas ocasiones este Sábado Santo, en este caso a cargo de la Banda del Acuartelamiento Aéreo de Tablada.
Sin prisa, pero sin pausa, el paso se encaminó hacia el templo y entró con algunos minutos de adelanto a los sones del Himno Nacional, con lo que terminó la estación de penitencia, que siempre se hace breve, de la cofradía del Santo Entierro.









Cuando el Santo Entierro ya estaba dentro de su templo, la cruz de guía de la Soledad de San Lorenzo estaba llegando a la Plaza de la Gavidia. Sólo quedaba la calle Cardenal Spínola para volver nuevamente a la Plaza de San Lorenzo, cuyo alumbrado se apagó con la llegada de la cofradía.
El Sacri fue el primero en abrir la sucesión de saetas que se escuchó (hasta seis este año) cuando el paso de la Virgen de la Soledad llegó a la plaza, acallando a la multitud. Después fue el turno de un hombre que cantó, con más devoción que técnica, el Ave María, y el propio Sacri cantaría más adelante una segunda saeta. Por supuesto, no faltó la clásica letra del "divino broche de oro que cierra la Semana Santa".
Con la candelería del paso, que combina candelabros y candeleros, completamente encendida, la Soledad se dio la vuelta para entrar dando la cara a los presentes. Acto seguido, el paso entró, como es habitual, una media hora más tarde de lo previsto.





Una vez cerrada la Parroquia de San Lorenzo, comenzó el ya tradicional peregrinar de centenares de personas dispuestas a dar tres golpecitos en las puertas para, quizá más como superstición que como oración, volver a vivir una nueva Semana Santa el año que viene. Algunos comentaban, no sin guasa, la necesidad de establecer con vallas un camino de acceso y otro de salida para ordenar la caótica bulla que cada año (hasta que se nos pase la tontería) se forma ante las puertas de San Lorenzo. Será cuestión de solicitarlo al Cecop.
Y ya sólo quedaba la Trinidad, que a esa hora estaba entrando gracias al adelanto del horario que se comenzó a aplicar hace algunos años para no retrasar en exceso la vuelta a casa de la cofradía.
Había, además, un riesgo importante de lluvia, por lo que este año se corrió incluso más para meter a la cofradía en la Basílica de María Auxiliadora. El palio de la Virgen de la Esperanza entró a la una y veinticinco de la madrugada, cinco minutos antes de lo que indicaban los programas de mano.
Antes de entrar, en el camino interior que separa la calle del propio templo, la Banda de la Oliva tocó las composiciones "Hermanos costaleros", "Mi Esperanza", "Encarnación Coronada" y "Rocío".


Y así, el Sábado Santo también se nos fue de las manos. La Semana Santa iba a acabar casi como había empezado: mirando temerosamente al cielo. Sólo quedaba una página, una estación de penitencia, una cofradía. Y a esas horas de la noche, su salida era incierta.

1 comentario:

  1. Enhorabuena, una vez más, por el trabajo impecable que haces en este blog. Y gracias, por ser el mejor maestro de ésta que sí, es cierto, ya cuenta un puñado de años y alguna que otra cana, pero que vivió esos días con la ilusión como una niña chica. Aunque seguramente haya sido la primera de muchas, nunca olvidaré la Semana Santa 2016. Gracias!

    Cristina

    ResponderEliminar