viernes, 16 de junio de 2017

CORPUS 2017: TRASLADO AL PALACIO ARZOBISPAL DEL SEÑOR DE LA CENA


Bastante más gente que otros años pudo verse ayer durante el traslado del Señor de la Cena desde la Iglesia de los Terceros hasta la puerta lateral del Palacio Arzobispal, donde, como cada año, ejerció de último altar montado al paso de la procesión eucarística de la Catedral.
Desde minutos antes de las seis y media de la mañana de este jueves de Corpus, la calle Sol albergaba a muchos cofrades dispuestos a seguir y acompañar al Señor en este rápido traslado que, en apenas hora y media, iba a llevar al Señor que instituye la Eucaristía hasta las mismas plantas de la Giralda.
La cruz alzada entre ciriales abría el cortejo, formado por hermanos con cirios rojos separados por el guión sacramental y con el estandarte corporativo como última insignia antes de la presidencia, el quinteto de metales Air Brass, la Escolanía Salesiana María Auxiliadora y el cuerpo de acólitos.






El Señor de la Cena vestía este año túnica lisa de color burdeos y sobre ella el mantolín morado bordado en oro del Santísimo Cristo de la Humildad y Paciencia, al que también pertenece el paso en el que nuevamente vimos al Señor que tallara Sebastián Santos en 1955. Por este motivo, era el capataz de Humildad y Paciencia, Alfonso Morillo, el encargado de comandar el paso, que salió en silencio de la Iglesia de los Terceros, aunque pronto empezaron a sonar diversas composiciones tanto vocales como instrumentales, siendo la primera, como es tradicional, "Cantemos al amor de los amores".
El Señor de la Cena comenzó a recorrer el tramo de Sol que llega hasta la Plaza de los Terceros, para continuar después por Capataz Manuel Santiago, Santa Catalina y Ponce de León.








 




El capataz insistía en su interés en alcanzar cuanto antes la calle Francisco Carrión Mejías porque, al haber en ella coches aparcados en los dos lados de la calzada, habría que ralentizar el discurrir del paso, obligando quizá después a tener que acelerar en exceso para poder llegar a la hora prevista al Palacio Arzobispal. Lo cierto es que este traslado se realiza siempre a un ritmo bastante rápido, que dura la mitad que el traslado de regreso una vez finalizada la procesión eucarística.
El itinerario, invariable desde hace años, siguió después por la Plaza de San Leandro, la estrechez de Zamudio, la Plaza de San Ildefonso, Boteros, Odreros, Plaza de la Alfalfa (donde se produjo el único relevo de costaleros del traslado), Jesús de las Tres Caídas y Cuesta del Rosario, conectando a partir de Francos con la parte final del que después va a ser el recorrido de la procesión de la Catedral.














































Tras dejar atrás Francos y el primer tramo de Placentines, el Señor de la Cena, que portaba el cáliz regalado por la Hermandad del Cerro en 2013, bajó la Cuesta del Bacalao para salir a Alemanes por Conteros, y concluir por la última parte de Placentines el traslado, al llegar a la puerta lateral del Palacio Arzobispal, lo que coincidió además con el repique de las campanas de la Giralda.





















Allí, bajo un repostero de gran tamaño que colgaba de uno de los balcones del Palacio Arzobispal, quedó el altar móvil, que al fin y al cabo eso es un paso, del Señor de la Cena, dispuesto para ver pasar ante Él el largo cortejo de la procesión principal del Corpus Christi.

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