miércoles, 14 de junio de 2017

SAN ANTONIO VISITÓ LA PARROQUIA DE SAN LORENZO EN SU SALIDA PROCESIONAL


La Hermandad del Buen Fin celebró ayer, martes, en el día de su festividad, la salida procesional de San Antonio de Padua, titular de la corporación, por las calles de la feligresía de San Lorenzo, llegando a entrar en la parroquia, donde fue recibido por el párroco y por las hermandades que en ella radican.
Previamente tuvo lugar la función solemne, en la que se bendijo el tradicional pan de San Antonio, que se dio a repartir entre los asistentes a la celebración, con el paso perfectamente preparado en el lado izquierdo del presbiterio, junto al altar del Santísimo Cristo del Buen Fin.


A las ocho y media se puso en marcha la procesión, con una llamativa cruz alzada con espejos y entre ciriales. Tras ellos iban varios niños con cirios blancos, el guión de la Fraternidad Franciscana, el estandarte corporativo de la Pastora de San Antonio y el de la Hermandad del Buen Fin. Finalmente, antes del cuerpo de acólitos con cuatro ciriales iba un relicario del santo entre faroles.






Pronto alcanzó el dintel del templo del antiguo Convento de San Antonio de Padua el paso, guiado por los Ariza, entre los que se encontraba un pequeño miembro de la dinastía de capataces iniciándose en esta labor.
La Centuria Macarena esperaba en la calle y cuando el paso superó la doble puerta del templo, siempre con el repicar de las campanas de la espadaña de fondo, interpretó la Marcha Real, seguida de la marcha "Cristo del Buen Fin". Con ella, el pequeño paso de San Antonio giró a su derecha hacia la plaza que lleva su nombre, donde contemplaba la procesión el conocido actor Antonio Garrido, miembro de la hermandad.
El paso de San Antonio iba adornado con un friso de azucenas, margaritas y paniculata, mientras que veíamos también varias jarras del paso de palio de Nuestra Señora de la Palma. Las más grandes, que flanqueaban el templete dorado en el que iba el santo, tenían rosas blancas, mientras que las pequeñas, situadas en las esquinas del templete y en la delantera, llevaban otra especie de margaritas. Además, delante estaba el templete de plata con el abrazo de San Francisco que también figura en el paso de palio de la cofradía del Miércoles Santo.
El complemento lo ponían los bollos de pan que, atados con cintas de color marrón, el color del hábito franciscano, colgaban de la parte superior de las columnas del templete, y cuatro candelabros dorados con tres guardabrisas cada uno en las esquinas del paso.
Desde la Plaza de San Antonio de Padua, el paso siguió hacia la calle Marqués de la Mina y cruzó Teodosio hacia Alcoy, saliendo después a Eslava a los sones de "Cristo del Amor". Tras subir a la acera, se encaminó a la Parroquia de San Lorenzo, entrando por la puerta que da a la calle Hernán Cortés.













































Como hiciera el pasado 20 de mayo la Pastora de San Antonio en su salida procesional (ver), cuando entró en San Lorenzo el paso de San Antonio de Padua se dirigió en primer lugar a la capilla de la Soledad, donde el párroco, Francisco de los Reyes Rodríguez, dirigió unas oraciones. Lo mismo ocurrió con el paso parado en la nave central del templo parroquial, y después ante la capilla de la Hermandad de la Bofetá, donde se rezó el tradicional Responsorio de San Antonio. Dos turistas italianas asistían encantadas a la procesión de 'Santo Antonio di Padova' por el interior del templo y ya no iban a dejarla hasta la entrada.







A continuación, San Antonio, acompañado por el sonido de las cuatro campanitas situadas en el interior de su templete, se encaminó a la puerta principal del templo para salir a la Plaza de San Lorenzo y emprender el camino de regreso por las calles Juan Rabadán, Miguel Cid, Marqués de la Mina, Plaza de San Antonio de Padua y San Vicente. Y todo ello, con la Centuria Macarena encadenando marchas procesionales.







































Apenas habían pasado dos horas desde la salida cuando el paso hacía su entrada en el templo, de nuevo con la Marcha Real a cargo de la Centuria, que entró tras el paso para interpretar una última composición mientras el paso de San Antonio era colocado ante su altar, en la nave del Evangelio, frente por frente a la puerta de la iglesia.







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