miércoles, 16 de agosto de 2017

DÍA DE LA VIRGEN 2017: MAÑANA DE LUZ Y DEVOCIÓN AUTÉNTICA A LA PATRONA


"Ya ha amanecido y apagan las luces". El comentario lo hacía en la esquina de Placentines con la Plaza Virgen de los Reyes una señora del barrio de Heliópolis y hermana de la Misión en el momento en que el alumbrado público se apagaba. Eran cerca de las siete y media de la mañana de un nuevo 15 de agosto en los alrededores de la Catedral.
La señora se lamentaba: "Todos los años vengo con tiempo y me consigo poner en primera fila un poco más para allá", dice señalando a la plaza que lleva el nombre de la Patrona. "Pero este año me he retrasado un poco o es que ha venido más gente", indicaba quien en esta ocasión tuvo que conformarse con una segunda fila casi a los pies de la Giralda, que ofrecía este año un andamiaje a lo largo y ancho de una de sus cuatro caras; la que da al Patio de los Naranjos.
No andaba muy desatinada la señora. Ayer había más gente que en años anteriores acompañando a la Virgen de los Reyes en su breve salida que consiste en un sencillo rodeo a la Catedral. La suerte es que estamos hablando del tercer templo católico más grande del mundo, y el rodeo se prolonga por espacio de dos horas.
Los amigos de contar gente en cualquier procesión o acto cofradiero no se ponen de acuerdo en las cifras. Alguno hay incluso que saca el espíritu tremendista que todos llevan dentro y hablan poco menos que de declive. De todo ha de haber en la viña del Señor.
Lo importante es que la Virgen de los Reyes fue capaz ayer de renovar el encuentro en las calles con Sevilla, entendiendo Sevilla no como la ciudad; y ni siquiera como la Archidiócesis o la provincia. Sevilla es, cada 15 de agosto, la patria chica de todos los que, vengan de donde vengan y hayan nacido donde hayan podido, acuden cada año a renovar su devoción a la más antigua de cuantas imágenes procesionan por la ciudad en todo el año; la que llegó a ella de la mano del rey santo, la que conquistó a la ciudad reconquistada a mitad del siglo XIV.
La de la Virgen de los Reyes es, además, una procesión que, pese a todo, sigue llena de verdad y profundidad. No se ha dejado contaminar (toquemos madera) por muestras artificiales de devoción en forma de gritos y palmas nada espontáneas que, desgraciadamente, se extienden como una plaga por las cofradías de gloria a cargo de individuos con afán de protagonismo. Esto es otra cosa. Dos bandas de música conforman esta procesión, pero alrededor del palio de tumbilla va la Patrona en silencio; ese silencio embobado que provocan las imágenes acostumbradas a suscitar a su alrededor oraciones mudas y lágrimas de emoción en muchas de las personas que la ven pasar y que sólo Ella sabe por lo que brotan.
Aunque la salida del cortejo estaba anunciada para las siete y media de la mañana, se hizo esperar unos cuantos minutos. La Banda Sinfónica Municipal de Sevilla, con el apoyo de miembros de varias formaciones pertenecientes al Consejo de Bandas, comenzó a recorrer el itinerario interpretando la marcha "Virgen de los Reyes Coronada". La Sinfónica respeta la música como pocas bandas y jamás se corta una composición. A ver si aprenden todas las demás. En el repertorio previsto, marchas recientes como "Danos la Paz", y otras con solera, como las que se tocaron para homenajear a Pedro Morales, genial compositor fallecido el pasado 30 de junio.
Inmediatamente detrás de la banda, los Niños Carráncanos que, como en la procesión del Corpus, participan en la de la Patrona con sus curiosas vestimentas y sus hachetas con cera roja. Después, la cruz patriarcal daba paso a los miembros de la Asociación de Fieles de la Virgen de los Reyes y San Fernando, que portaban cirios blancos. El director general de Tráfico, Gregorio Serrano, iba entre ellos, en la fila del lado izquierdo, como un miembro más de esta corporación.
Los miembros del Consejo General de Hermandades y Cofradías iban a continuación justo antes de los cofrades de la Sacramental del Sagrario, que iban tras su estandarte portando cirios rojos.




El Clero Secular y el Cabildo Catedral antecedían al paso de la Virgen de los Reyes, adornado como siempre por numerosas varas de nardos formando grandes macizos en las esquinas, así como claveles blancos en el friso de su paso de palio de tumbilla bordado sobre tisú en el taller de Olmo en 1924.
En el momento de la salida, las campanas de la Giralda repicaron, ayudados por las del cercano Convento de la Encarnación, cuyas religiosas agustinas estaban asomadas tras las celosías de la planta superior.
La banda de música de la Compañía de Honores del Ejército tocó el Himno de España, seguido después por la marcha "Virgen de los Reyes". La Patrona vestía este año el manto de color salmón bordado en oro y sedas por las Hermanas de la Cruz en 1929 y donado a la Virgen por la Duquesa de Osuna. La última vez que salió a la calle con este manto fue en 2012, año que coincidió con la inauguración del monumento a San Juan Pablo II situado en la propia Plaza de la Virgen de los Reyes, razón por la que el paso se acercó hasta él antes de entrar (ver).
Eduardo Bejarano mandaba a los costaleros situados bajo las trabajaderas, dándose la circunstancia de que no hay relevos en ningún momento y los costaleros no salen del paso hasta que no entra de nuevo la Virgen de los Reyes en la Catedral.
En la esquina entre Placetines y Alemanes tuvo lugar la primera de las llamadas "posas", con el paso girando sobre sí mismo para detenerse mirando en sentido contrario a la dirección de la procesión, lo que permite a todos los devotos contemplar el rostro de la Virgen durante al menos un momento antes de continuar su camino.











































Tras una nueva “posa” en la confluencia de Alemanes con la Avenida de la Constitución, la Virgen de los Reyes discurrió con calma, ralentizada al parecer por dos asistencias sanitarias, ante la fachada principal de la Catedral hasta alcanzar la esquina con Fray Ceferino González, a la que llegó con la marcha “Encarnación Coronada” y en la que se realizó una nueva “posa”. “Es un sitio muy bonito porque le da el sol en la cara a la Virgen”, comentaba una mujer.
Efectivamente, cuando el paso enfiló Fray Ceferino en dirección a la Plaza del Triunfo, el primer sol de la mañana iluminó de lleno a la Virgen de los Reyes como hacía hasta este año en la mañana del Domingo de Resurrección con el Señor Resucitado y con la Virgen de la Aurora al salir por la Puerta de los Palos.
La réplica del Giraldillo situada ante la Puerta del Príncipe de la Catedral vio un año más pasar a la Patrona, que a continuación se enmarcó en los andamios que desde hace meses vemos desplazarse a lo largo de la fachada renacentista del primer templo de la Archidiócesis. 
































Finalmente, desde la Plaza del Triunfo, la Virgen de los Reyes regresó a su plaza pasando por detrás de la Capilla Real, en la que recibe culto durante todo el año con el cuerpo incorrupto de San Fernando a sus pies.
A la altura de la Puerta de los Palos se detuvo mirando hacia la plaza para que desfilaran ante Ella las autoridades civiles y militares, la Policía Local de gala y el Ejército, que recibió como siempre los aplausos de los presentes.
Las campanas de la Giralda, y también del Convento de la Encarnación, rubricaron a las nueve y media de la mañana la salida procesional de la Patrona, que desapareció desde la luz intensa de la plaza a la penumbra de la montaña hueca que es la Catedral de Sevilla.











Finalizada la procesión, los comentarios de siempre: que si había más gente, que si menos, que si debería salir por la tarde, que si debería tener un itinerario más largo… Lo de siempre. Pero no la toquéis, que así es la rosa.

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