lunes, 25 de septiembre de 2017

LA VIRGEN DE LAS MERCEDES PASEÓ ARROPADA POR EL BARRIO DE SAN VICENTE


Un paseo sin prisas, gustándose. Así se puede calificar la salida procesional de la Virgen de las Mercedes de la Puerta Real que tuvo lugar el pasado sábado, el día antes de su festividad. Un gentío bastante importante la estuvo acompañando prácticamente durante todo el itinerario desde que salió de la Capilla del Museo, donde tuvieron lugar durante la semana los cultos en su honor, hasta su regreso a su propia capilla, recientemente restaurada en profundidad.
Con algunos minutos de retraso sobre el horario previsto, las siete y media de la tarde, comenzó la salida de la cofradía con su llamativa cruz de guía entre faroles. Después iban algunas parejas de niños con cirios, el libro de reglas y la representación de la Hermandad del Museo con su estandarte corporativo. Finalmente, antes de la presidencia y el cuerpo de acólitos, el propio estandarte de la Hermandad de las Mercedes.





Los capataces del paso, Francisco Loza y José Monge junto con sus auxiliares, guiaron a la Virgen de las Mercedes hasta la calle, despidiéndose así del Cristo de la Expiración y la Virgen de las Aguas, que han compartido con ella su sede en estos días, después de que los dos últimos años los cultos hayan sido en la Parroquia de San Vicente, sede provisional de la hermandad mientras se restauraba su capilla.
Vestida este año con el manto azul y la saya de tisú, ambos bordados en oro, la Virgen de las Mercedes salió de la Capilla del Museo y, tras el Himno de España, la primera marcha que la Banda Municipal de La Puebla del Río tocó para la imagen fue "Virgen de las Aguas", como forma de agradecimiento a la cofradía decana del Lunes Santo por su acogida.
Con ella, el paso, que estaba adornado con claveles y rosas de color rosa, alcanzó la esquina de la calle San Vicente. Envuelta entre enormes nubes de incienso salidas de los cuatro incensarios que iban delante, la Virgen avanzó por esta calle a los sones "Puerta del Cielo", a la que después siguió "Pastora de Capuchinos" para llegar hasta el Convento de las Siervas de Jesús, ante cuya puerta el paso se volvió.
Una religiosa desde el balcón, perfectamente adornado como otras zonas de la fachada, no dejó de rellenar una y otra vez de pétalos el cestito de mimbre que llevaba en sus manos para lanzarlos a la Virgen. Debajo, el resto de las hermanas y los miembros de la corporación cantaron la Salve desde la puerta.






























Posteriormente, con la marcha “Encarnación Coronada”, la Virgen de las Mercedes siguió su camino, aunque muy lentamente, ya que en San Vicente se estaba celebrando la misa y había que esperar a que finalizara para pasar por la puerta.
Antes de girar hacia Cardenal Cisneros, la banda comenzó a tocar “Tus Dolores son mis Penas”, marcha que fue interrumpida cuando el paso se detuvo en la misma esquina. El cortejo no avanzaba y los capataces pedían continuar para que no se enfriaran los costaleros, por lo que muy despacio se llevó a cabo el giro mientras sonaba ahora “Macarena”, de Abel Moreno.
De nuevo el paso se detuvo y por fin, ya con el párroco de San Vicente, Marcelino Manzano, y las representaciones de las hermandades de las Penas y las Siete Palabras en la puerta del templo, la Virgen de las Mercedes pudo presentarse ante ellos, volviéndose con la marcha “Mercedes Coronada de la Puerta Real”.
Fue el momento entonces de la intervención del párroco, quien aprovechó para pedirle a la Virgen por la parroquia, por todas sus hermandades, a las que nombró una a una (Penas, Siete Palabras, Museo, Vera-Cruz, Mercedes y Rosario de los Humeros), por los grupos parroquiales y por Cáritas, añadiendo también una petición por la Guardia Civil, “por la labor tan difícil que hacen”.
A continuación, se cantó la Salve Regina y las cofradías de las Penas y las Siete Palabras regalaron sendos ramos de flores que fueron colocados en el paso, ante la peana. También el capataz quiso dedicar la levantá a la parroquia y a sus hermandades antes de que el paso se alejara del templo a los sones de “Pasan los campanilleros” rumbo a la calle Abad Gordillo, en cuyo giro la banda tocó “Coronación de la Macarena”. Los músicos iniciaron una segunda interpretación de la marcha, aunque la interrumpieron al pararse el paso.




















Por Abad Gordillo, tras la Virgen de las Mercedes se pudieron escuchar las marchas "Nuestro Padre Jesús" y "Virgen de la Estrella", ésta ya en el giro a Alfonso XII, de la que recorrió un único tramo hasta Almirante Ulloa, calle en la que se internó con la marcha "Reina de Triana". Algunos de los estudiantes de la residencia Santa Ana, situada en esta calle, muchos de ellos extranjeros, llenaban los balcones del edificio sin perder detalle de lo que veían.
Tras una chicotá a tambor con la que el paso anduvo de forma bastante ligera, con lo que pareció querer corregirse el ritmo demasiado lento con el que discurría la cofradía, la Virgen de las Mercedes pasó a la calle Monsalves a los sones de "Virgen de los Reyes". Y poco después, para alcanzar la calle Miguel Carvajal atravesando la Plaza del Museo por el extremo opuesto al de la capilla, la Banda de La Puebla del Río interpretó "Mi Amargura".
Seguidamente, uno de los capataces quiso dedicar una levantá a la memoria de Miguel Loreto, recordado capataz fallecido hace algunos meses. A continuación, sonó "Procesión de Semana Santa en Sevilla", la clásica composición de Marquina que sirvió para acompañar el lento giro a la calle Bailén. Estaba por esta zona el designado pregonero de la Semana Santa de 2018, José Ignacio del Rey Tirado, al que se dedicó también una levantá, deseando el capataz que la Virgen de las Mercedes le ayude en la redacción de su texto.
Después del breve tramo de la calle Bailén, el paso alcanzó Pedro del Toro mientras la banda tocaba la marcha "Dolores", que fue interpretada hasta el final, pese a que el capataz mandó parar el paso sin que se hubiera completado la partitura.
Posteriormente, y después de que un hermano colocase sobre la mesa del paso, tras las flores, uno de los rayos de la cruz de guía que se había partido, la Virgen de las Mercedes continuó con la marcha "Madrugá Macarena".
Las paradas del paso eran muy largas, volviendo así la cofradía a ralentizar su discurrir por las calles. Incluso un miembro de la hermandad le dijo a los capataces que fueran "tranquilito" por Gravina. A esta calle salió el paso a los sones de "¿Quién te vio y no te recuerda? Saeta jerezana". Y posteriormente, tras un par de paradas igualmente largas, se pudieron escuchar por esta calle "Virgen de los Negritos" y "Azul y plata".











































Desde Gravina, la Virgen de las Mercedes salió a Alfonso XII, en la misma esquina con la plaza de la Puerta Real, en la que la capilla, con un inmejorable aspecto, estaba ya abierta para recibirla. Sonó de nuevo “Puerta del Cielo” para la llegada de la Virgen a su plaza, y después, mientras giraba a su capilla y se colocaba para entrar mirando a la gente, fue el turno de “Encarnación de la Calzada”.
Con el paso detenido ante la puerta cuando eran ya cerca de las once y media de la noche, un hermano se subió para plegar la parte superior de la ráfaga de la Virgen de forma que pudiera pasar por la puerta sin rozar el dintel. Tuvo alguna dificultad este hermano para realizar su labor porque uno de los lados no terminaba de soltarse para poder doblar la pieza de orfebrería.
Cuando por fin la ráfaga cedió, el capataz quiso dedicar la última levantá en la calle al hermano mayor, Jesús María Calvillo, que este año termina su mandato. “Por su gran labor en la hermandad”, dijo el capataz antes de hacer sonar el martillo y comenzar a dar las instrucciones para la difícil entrada del paso en la capilla, que se completó con éxito.


























El Himno de España puso fin a esta salida procesional tan especial, al ser la primera con su capilla perfectamente restaurada tras solucionar los graves problemas que ha atravesado durante años. La Virgen de las Mercedes volvió a ser, como siempre ha sido, la Reina de la Puerta Real.

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