viernes, 24 de noviembre de 2017

EL ALTAR DEL DOBLE CINCUENTENARIO EN LA SOLEDAD DE SAN BUENAVENTURA


La iglesia del Convento de San Buenaventura acoge durante esta semana el triduo al Santísimo Cristo de la Salvación, de la Hermandad de la Soledad, que concluirá con la función solemne este domingo. Para estos cultos, la priostía ha montado un altar que tiene un carácter extraordinario, ya que se han aprovechado los cultos al crucificado para celebrar un doble cincuentenario: el de la incorporación del Cristo como titular de la hermandad y el de la adición del título de Franciscana a esta corporación del Viernes Santo.
Así, ante un cortinaje de damasco negro que cubre parcialmente el retablo mayor de la iglesia y con un dosel del mismo tejido con el escudo de la hermandad pintado en el centro, vemos al Cristo de la Salvación en la parte central del altar, pero acompañado por primera vez por la Virgen de la Soledad, que nunca hasta ahora había sido colocada junto al crucificado en sus altares de cultos. Y al otro lado, vemos una imagen de San Francisco que habitualmente se encuentra en el lado derecho del altar de la Virgen de Guadalupe.
Entre las tres imágenes, hay diversos candeleros con cera morada y las cuatro jarras que van en los costeros del paso de la Soledad con calas, rosas y antirrhinum de tonalidades morada y malva, al estilo de las que han adornado el paso de la cofradía en los últimos años, y que también están a los pies tanto del crucificado, como de la Virgen y de San Francisco. En el centro, ante el Cristo de la Salvación, se sitúa un sagrario de madera dorada, con el Cordero Místico sobre el Libro de los Siete Sellos en la puerta.
Hay que recordar que el Cristo de la Salvación fue encargado a su autor, Manuel Cerquera, por la Comunidad Franciscana, aunque su coste fue asumido íntegramente por la Hermandad de la Soledad, que lo cedió al convento. Aunque la imagen es de 1935, no fue hasta 1967 cuando se incorporó como titular a la hermandad; en concreto, fue el 17 de julio de aquel año, según decreto del vicario general del Arzobispado, que atendió así a la petición previa del director espiritual y guardián del convento, Fray Joaquín Sánchez Fernández. Fue entonces también cuando se concedió a la hermandad el título de Franciscana.













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