martes, 28 de noviembre de 2017

EL CRISTO DE LA FUNDACIÓN PODRÍA PRESIDIR LA MISA DE LA PÍA UNIÓN


La Hermandad de los Negritos ha aprobado, a través de un cabildo general extraordinario, solicitar al Arzobispado la aprobación de una salida extraordinaria del Santísimo Cristo de la Fundación para presidir en la Casa de Pilatos la Santa Misa de la Pía Unión el próximo viernes 2 de marzo.
Enmarcada en la celebración del DCXXV aniversario de los orígenes de la hermandad, esta salida del crucificado de Andrés de Ocampo, cuyos detalles se conocerán si es aprobada, tendría como único objetivo que la imagen estuviera presente durante la celebración de dicha eucaristía, que cada año tiene lugar antes de la celebración del vía crucis que lleva a cabo la Pía Unión el primer viernes de marzo, y cuya organización se delega en el Consejo General de Hermandades y Cofradías.
Hay que recordar que cada año el cortejo de este vía crucis lo encabeza la llamada Cruz de las Toallas de la Hermandad de los Negritos. De ahí que, con motivo de la estrecha vinculación entre la hermandad y la Pía Unión, se haya pensado como acto extraordinario de la celebración que el año que viene sea el propio Cristo de la Fundación el que se desplace hasta la Casa de Pilatos.
La Pía Unión es una corporación que surgió a mediados de los años 50 del siglo XX auspiciada por los descendientes del Marqués de Tarifa, que fue quien trajo a Sevilla la costumbre de celebrar por las calles de la ciudad el vía crucis, con los devotos caminando y meditando sobre los padecimientos del Señor desde su palacio, que desde entonces es conocido como Casa de Pilatos, hasta el templete de la Cruz del Campo, que por aquellos entonces, en pleno siglo XVI, se encontraba como su propio nombre indica en medio del campo a las afueras de la ciudad.
En este vía crucis, que al contrario de lo que se piensa no tiene la misma longitud que en Jerusalén separa la ubicación del palacio de Pilatos del Monte Calvario, está el origen de la Semana Santa de Sevilla, ya que fueron muchas las hermandades de la ciudad que cuando salían a las calles se dirigían hasta la Cruz del Campo a hacer sus estaciones de penitencia. La última en hacerlo en el siglo XIX fue precisamente la de los Negritos.

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