martes, 12 de diciembre de 2017

INMACULADA 2017: CONCEPCIÓN CORONADA DE JEREZ


María Santísima de la Concepción, la que se convirtió en 2004 en la primera dolorosa coronada canónicamente en Jerez, estuvo expuesta en besamanos en la Parroquia de Nuestra Señora de las Viñas durante toda la jornada de la Inmaculada, después del rosario de la aurora que se celebró esa misma mañana con la Virgen recorriendo las calles del barrio.
En el presbiterio alto del templo, la Virgen de la Concepción fue situada sobre una ancha peana de madera dorada y, encima de ésta, una fina peana plateada. Vestía manto azul y saya rosa, ambas prendas de terciopelo con bordados en oro y sedas. Asimismo, tenía un fajín hebraico y un tocado blanco alrededor del rostro, y una parte inferior con decoración floral de tonalidad rosa. Sobre ella tenía un broche dorado, mientras que otro que simulaba un racimo de uvas estaba en el lado derecho, prendido del borde del manto.
Llevaba una cruz en la cintura, un rosario en cada mano, además de una medalla en la mano izquierda, la que daba a besar, y un pañuelo en la derecha. Asimismo, hay que mencionar la presencia de la Medalla de la Ciudad colocada en el fajín y el hecho de llevar la corona de oro de su Coronación Canónica.
Flanqueando a la dolorosa del Viernes Santo había dos jarras plateadas con diversas flores, como lisiantum, margaritas, estátice o antirrhinum, dando como resultado una curiosa variedad cromática. Además, detrás había otras dos jarras iguales y sobre la peana dos más pequeñas procedentes del paso de palio.
Al fondo, un gran dosel azul y celeste con galones dorados contaba con una gotera donde podía leerse "Sine labe concepta". El dosel estaba presidido por el simpecado de la hermandad entre la bandera de España y la celeste y blanca. Delante, a diferentes alturas, había un gran número de candeleros plateados con cera blanca; y en la parte inferior, en el centro, veíamos un pequeño dosel con un Niño Jesús vestido de seise con los colores propios de la Inmaculada.
Finalmente, en los extremos del altar se dispusieron varias bandejas de plata y otros enseres, así como unos artísticos espejos con marcos de madera tallada y dorada. Por su parte, el Cristo de la Exaltación asistía al besamanos desde su altar en el lado izquierdo del presbiterio, entre candeleros con cera roja.





























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