lunes, 1 de abril de 2013

VIERNES DE DOLORES 2013: LA FIESTA EN LOS BARRIOS

La espera ha terminado. Es Viernes de Dolores y los primeros nazarenos van a salir a las calles, los primeros pasos y las primeras emociones. El Viernes de Dolores, que este año, como el resto de la Semana Santa, iba a estar marcado por la incertidumbre meteorológica, que no climatológica (no hay manera de hacer entender la diferencia), es un gran día para los barrios. También se vive en el centro, con la salida de la Hermandad de la Corona, pero es en los barrios alejados del casco antiguo donde se viven las que de unos años a esta parte se han convertido en las principales emociones que abren el camino de la gloria en Sevilla.
Pero eso sería por la tarde. Desde la mañana cinco hermandades celebraban algunos de los últimos besamanos y besapiés de la Cuaresma. Así, por ejemplo, ocurría en el antiguo Convento de la Paz, donde el Señor Descendido de la Cruz se encontraba en besapié sobre unas andas cubiertas con terciopelo negro entre lirios morados. Tras él, veíamos un dosel de cultos con la cruz de guía de la Hermandad de la Mortaja y los característicos faroles de cristal esmerilado.





La Capilla Sacramental de la Parroquia de San Lorenzo acogió nuevamente el besamanos a María Santísima en su Soledad, el segundo que se celebra cada año. La Virgen se encontraba vestida de hebrea entre varios candeleros y jarras con calas blancas, y con la antigua cruz de guía de la cofradía, usada varios años por Hermandad de la Corona, como fondo del montaje con un sudario ante un enorme cortinaje morado.






A los pies de la Capilla del Dulce Nombre de Jesús estuvo expuesto en besapié el Santísimo Cristo de la Vera+Cruz. Estaba flanqueado por los dos ángeles ceriferarios que lo acompañan en su paso. El exorno lo conformaban seis grandes candeleros de cera verde, varias jarras con lirios morados y los cuatro faroles de plata que iluminaban el antiguo paso del crucificado.





Muy cerca de allí, en la Parroquia de San Vicente, se encontraba en besamanos la Virgen de los Dolores de la Hermandad de las Penas. La dolorosa ocupaba el presbiterio del templo ante la cruz arbórea que antiguamente llevaba sobre sus hombros el Señor de las Penas antes de la adquisición de la actual de carey y plata. El exorno estaba compuesto por claveles blancos y candeleros de cera también blanca.






Finalmente, la Hermandad de la Quinta Angustia celebraba el besapié al Señor del Descendimiento y el besamanos a la Virgen de la Quinta Angustia. El Señor estaba tumbado en el centro de la capilla de la hermandad entre ocho enormes candeleros de cera morada, mientras que la dolorosa se encontraba al fondo.








Pero ya había ganas de cofradías, y para encontrarnos con las primeras había que trasladarse a los barrios. Allí se atendía a los partes meteorológicos y a las tan traídas y llevadas probabilidades de lluvia de forma diferente, aunque sin que ninguna faltara a la cita. Así, la Hermandad de Pino Montano, que estrenaba un sayón tallado por Fernando Castejón, ponía su cruz de guía en la calle con rigurosa puntualidad, después de la larguísima espera del año pasado.
Sin embargo, ante la Parroquia del Buen Pastor y San Juan de la Cruz, los vecinos y cofrades asistían preocupados a un retraso en la apertura de las puertas que alcanzó la media hora de duración. Con cierto suspense inicial, por tanto, la Hermandad de Padre Pío se decidió finalmente a salir, aunque el retraso llevó a la cofradía a prescindir del recorrido por algunas calles cercanas al templo. En su lugar, cruzó directamente la SE-30 buscando la Avenida de la Plata en dirección a la 'Catedral', que para los hermanos de Padre Pío es la Parroquia de los Dolores del Cerro del Águila.
Tras la suspensión de la estación de penitencia en 2012, el paso de Nuestro Padre Jesús de la Salud y Clemencia pudo lucir en la calle los candelabros plateados que ya el año pasado habían sustituido a los sencillos faroles dorados que lo iluminaban. Asimismo, en los costeros se encontraban cuatro antiguos faroles del paso de misterio del Cerro.
Las reducidas dimensiones de la puerta del templo obligan a retirar dos trozos de la cruz para que el nazareno pueda salir a la calle. Un monte de claveles rojos y jarras con claveles y lirios conformaban el exorno floral de este paso. En el caso del paso de palio de la Virgen de la Divina Gracia, llevaba claveles blancos y otras flores más pequeñas del mismo color en las jarritas delanteras. La primera marcha que interpretó la Banda de Música de Las Cigarreras fue "Virgen de las Aguas", quizá para sujetar a las que amenazaban, sin mucha convicción, con caer del cielo.
En la Avenida de la Plata, Adrián, un joven con patentes problemas físicos, se empeñó en conseguir que los capataces de ambos pasos dedicaran sendas levantás no a sí mismo, sino a su tía Ana, que está enferma. Y lo consiguió, causando la emoción de una mujer que iba con él.



























Lejos de allí, en esa barriada que en tiempos fuera, por motivos obvios, parte del término municipal de Dos Hermanas, la Hermandad de Bellavista se quitaba el mal sabor de boca de la brevísima y pasada por agua estación de penitencia del año pasado. Esta corporación, que ha optado por dedicar todos sus esfuerzos a la necesaria labor social antes que culminar sus pasos, se permitió este año una única mejora en el misterio de Nuestro Padre Jesús de la Salud y Remedios: la finalización en caoba de los candelabros de guardabrisas. Desde el mismo momento de la salida, la Agrupación Musical de la Redención se empleó a fondo con sus sones, provocando un bellísimo y acompasado andar del paso. Delante del mismo, el que fuera pregonero de la Semana Santa en 2011 y donante de la talla del Señor al barrio, Fernando Cano Romero, compartía con dos acólitas sus recuerdos y vivencias en torno a la imagen sin poder evitar la emoción.









Detrás, al final de las cada vez más numerosas filas de nazarenos de túnica blanca y capirote morado, avanzaba triunfal la Virgen del Dulce Nombre, otra dolorosa de Luis Álvarez Duarte, con rosas blancas como principal exorno y con esos respiraderos que siguen recordando a la Salud del Lunes Santo. ¿Quién sabe si más tarde o más temprano desde la lejana Plaza Virgen de los Reyes se dará el sí al proceso recién iniciado de coronación canónica? Sería la primera en las vísperas. El mejor aval, ese comedor social que alimenta cada día a cientos de personas necesitadas y por el que pasó por primera vez este año la hermandad que lo hace posible.










En Heliópolis era un día de auténtica celebración. El Cristo de la Misión cumplía 25 años desde su bendición y primera salida por el barrio. Para celebrarlo, la hermandad decana del Viernes de Dolores estrenaba una túnica burdeos bordada para el Señor por Ana Bonilla, hermana del imaginero responsable de todas las imágenes del único paso de la cofradía.
Cuando llega la noche, el recorrido de la Misión se convierte prácticamente en un laberinto de naranjos que este año, por la prontitud con la que ha llegado la Semana Santa, no estaban tan cuajados de oloroso azahar como en otros Viernes de Dolores.











El ambiente festivo de los barrios más alejados se transforma en silencio e intimismo penitencial en el centro y en Triana. Es el caso de la Hermandad de la Corona, que por obras en la Puerta del Perdón del Patio de los Naranjos ha salido este año directamente desde la Catedral por la Puerta de los Palos. Es una cofradía breve, que no llega al centenar de nazarenos. Pero parece como si ésa fuera la medida justa de un cortejo que recorre algunas callejuelas del barrio de Santa Cruz, que tiene un pequeño paso diseñado por Dubé de Luque y que da culto a un antiguo nazareno de un tamaño menor al natural. Hay que saber paladear a la Hermandad del Cristo de la Corona. El marco por el que discurre invita desde luego a ello.














Y en Triana, la sobriedad del Santísimo Cristo de Pasión y Muerte, cuya hermandad va muy poco a poco completando su paso. Este año se estrenaba una cartela trasera tallada por Mariano Sánchez del Pino y un lábaro de plata de Hermanos Fernández para la cartela delantera.
Sorprende año tras año la complicada labor de salida y entrada del imponente crucificado de Navarro Arteaga por esa puerta imposible de la moderna Parroquia del Buen Aire, enclavada en los bajos de un edificio de viviendas. No se pierde, en cualquier caso, el respetuoso silencio mientras el Cristo va perdiendo la verticalidad hasta quedar completamente tumbado casi fuera del paso y mientras son desmontados los cuatro hachones que lo iluminan.
















Terminó así un Viernes de Dolores que se salvó de las nubes amenazantes que al final no lo fueron tanto, permitiendo a las seis hermandades borrar los sinsabores de 2012. La pasión no había hecho nada más que empezar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario