martes, 16 de febrero de 2016

LA HINIESTA DOLOROSA, EN BESAMANOS


El pasado fin de semana tuvo lugar en la Parroquia de San Julián el besamanos a la Virgen de la Hiniesta, que fue situada en el presbiterio del templo, sobre una plataforma forrada en color rojo que tenía en la parte frontal los antiguos respiraderos de metal plateado del palio, obra de Cristóbal Ortega (1893). A su vez, la dolorosa se elevaba sobre una fina peana de orfebrería donada recientemente a la hermandad.
La Hiniesta, a la que se le notan de cerca los efectos de la perfecta restauración a la que fue sometida por parte de Pedro Manzano hace un par de años, vestía su manto procesional, de Juan Manuel Rodríguez Ojeda (1906), combinado con la saya de tisú blanco bordada en oro y sedas por el taller de Santa Bárbara en 2009. Estrenaba el tocado, que es de mantilla de seda bordada a mano, y que ha sido un regalo de un grupo de hermanos.
Asimismo, llevaba la corona de salida, de Manuel Seco (1957), mientras que en el pecherín tenía el puñal de oro, oro blanco y brillantes, de Hijo de Juan Fernández (2008), así como una cruz pectoral, la Medalla de la Ciudad, concedida el año pasado por el Ayuntamiento de Sevilla con motivo del 450 aniversario fundacional, y la retama de hiniesta de plata y topacios de Fernando Marmolejo (1974) en su mano izquierda, en la que también sujetaba un pañuelo. En la derecha, que es la que daba a besar a los fieles, tenía un rosario.
Flanqueaban a la dolorosa de la Hiniesta dos columnas forradas en damasco rojo con decoración dorada y policromada, sobre las que había sendos centros florales de color blanco. Y en los extremos, dos mesas de madera dorada que sostenían cada una cuatro candeleros con cera blanca; en una estaba el libro de reglas y en la otra, un Niño Jesús vestido de nazareno del cortejo de la Virgen.
Detrás, ante el retablo principal de San Julián, se levantaba el altar de cultos, donde llamaba la atención la presencia de los cuatro evangelistas que van en los costeros del paso del Santísimo Cristo de la Sangre, de la Hermandad de San Benito.
Entre las gradas que componían el altar, rematado con un dosel, se ubicaron diversos candeleros, candelabros, jarras y las banderas que forman parte del cortejo de la cofradía; entre ellas, la pontificia.


























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