miércoles, 6 de abril de 2016

MIÉRCOLES SANTO 2016: LA JORNADA DE LA NORMALIDAD Y LOS PROGRAMAS DE MANO

Y volvió a ocurrir. Como en años anteriores, la llegada del Miércoles Santo trajo a la Semana Santa la normalidad de una jornada donde, por primera vez en este 2016, las hermandades iban a salir ajenas por completo a los caprichos de la meteorología (que no climatología, insisto), y cumpliendo con lo que los cofrades llevábamos en nuestros programas de mano en cuanto a horarios e itinerarios. Sin sorpresas, sin sobresaltos, sin improvisaciones. El día afortunado lo calificábamos en 2012. Sigue siéndolo en comparación con otras jornadas.
En un Miércoles Santo de absoluta normalidad, los programas de mano nos conducían en primer lugar a Nervión, con la Hermandad de la Sed. El crucificado salía recién restaurado por su autor, Luis Álvarez Duarte, sobre un monte que hace años ganó en altura y que en esta ocasión estaba adornado con claveles rojos.
Tan alto es el monte, que los claveles que los vecinos de la calle Cardenal Lluch tiraban al crucificado desde los balcones acababan prácticamente todos en el suelo después de rodar por la ladera del paso. Si acaso, alguno lograba sujetarse en los candelabros de guardabrisas de los costeros o en las figuras de los arcángeles que decoran el fantástico canasto que realizaron Dubé de Luque y Guzmán Bejarano.
En Cardenal Lluch, los capataces hablaban entre ellos. No estaban muy seguros de dónde había que parar el paso para que un vecino cantara una saeta, pero acertaron y este señor dedicó al Cristo de la Sed una saeta muy aplaudida. A continuación, el paso salió a Eduardo Dato y se dispuso a realizar la tradicional visita al Hospital de San Juan de Dios.
La Banda de Cornetas y Tambores San Juan Evangelista, que ahora sabemos que realizaba su último acompañamiento tras el Cristo de la Sed, tocó “Cristo del Amor” en el giro ante el hospital. El fin de la marcha coincidió con la culminación del giro y el crucificado rompió de frente para entrar con decisión a llevar el consuelo necesario a los pacientes.





























Una representación de la Hermandad de la Milagrosa formó parte del cortejo del paso de palio. De esta forma, las túnicas que se han estrenado este año, con el característico escapulario verde, recorrieron la Carrera Oficial y entraron en la Catedral por primera vez este Miércoles Santo.


Rosas blancas y azucenas, entre otras flores, han conformado este año el exorno floral del paso de palio de la Virgen de Consolación, que por segundo año ha llevado en su mano derecha la barca, símbolo de la Iglesia, que se estrenó en el besamanos extraordinario que tuvo lugar en noviembre de 2014.
A lo largo de Cardenal Lluch, el paso de palio recibió varias petaladas desde los balcones y azoteas de sus vecinos, hasta quedar detenido junto al mismo balcón de antes para que ahora una mujer le cantara a la dolorosa de los ojos azules. Después, a los sones de “La Estrella Sublime” a cargo de la incombustible Banda de la Oliva de Salteras, el palio continuó, entre más petaladas, hacia Eduardo Dato, a la que salió con “Virgen de los Negritos”, seguida después por “Coronación de la Macarena”.




























En la Parroquia de Omnium Sanctorum, tras el disgusto del día anterior con la Hermandad de los Javieres, era la del Carmen Doloroso la encargada de devolver la normalidad cofradiera al entorno de la calle Feria.
De nuevo con túnica blanca, tras la cesión de una morada bordada en oro por parte de la Hermandad del Beso de Judas en 2015, el Señor de la Paz era negado en tres ocasiones por San Pedro entre dedos acusadores.
Venía el paso de misterio del Carmen, que estrenaba el dorado de los respiraderos frontales y la talla del resto, con un exorno floral muy minimalista, con claveles rojos salpicados de flores moradas exclusivamente en las esquinas y a la altura de los candelabros laterales. Lo que no faltó fue la presencia de tres rosas rojas junto a San Pedro, una por cada negación.
La Agrupación Musical Virgen de los Reyes parece ya muy asentada tras este paso después de su estreno el Miércoles Santo de 2013. Con ella, tras sonar en el momento de la salida la marcha “Tu Paz por la calle Ancha”, el paso de misterio de la hermandad, que el año viene cumplirá una década en esta jornada, recorrió Peris Mencheta en dirección a la Alameda, andando con bastante gusto a las órdenes de los hermanos Gallego.








































Pese al sol que iluminaba con fuerza la Alameda, eran muchas las personas que contemplaban a la hermandad por esta zona, incluyendo a un nazareno de la Hermandad del Buen Fin, que decidió registrar con su móvil al misterio del Carmen antes de ir a San Antonio de Padua. Ya se sabe: por el camino más corto y sin entretenerse…


Y si con la Sed iba una representación de la Milagrosa, en el Carmen Doloroso figuró el estandarte y varas de la Hermandad del Carmen del Santo Ángel, recientemente hermanada con la cofradía de Omnium Sanctorum.


Detrás, cerrando el cortejo, venía el paso de palio de la Virgen del Carmen, que en esta ocasión estaba adornado con flores blancas (rosas, azucenas, calas…) en lugar de las de color rosa que ha llevado en los últimos años.
La hermandad ha estado centrada en la culminación del paso de misterio, de forma que el palio no ha avanzado en sus bordados desde su estreno en 2009. Sólo tiene bordada la bambalina frontal, que según el proyecto es en realidad la trasera, la que tiene el escudo del Cardenal Carlos Amigo, ya que en la frontal debería ir el de la propia hermandad. Habrá que ver si en los próximos años se culmina este palio, que tiene en la gloria una pintura de la Reina de Todos los Santos, o se cambia por completo.
Con “Virgen de los Negritos”, el paso de palio de la Virgen del Carmen realizó el giro de las calles Mata a Belén, y con “Pasa la Virgen Macarena” discurrió por la Alameda de Hércules en dirección a Trajano.






























Un auténtico río de nazarenos de túnica morada con capa y antifaz negros conquistaba el centro de la ciudad desde la Puerta de la Carne hacia la Plaza de la Alfalfa. Hasta ella, tras las estrecheces de San José, Muñoz y Pabón, Cabeza del Rey Don Pedro y Candilejo, desembocó el paso del Santísimo Cristo de la Salud, de la Hermandad de San Bernardo.
Con su inseparable exorno floral a base de claveles rojos salpicados de lirios morados, y con el acompañamiento musical a cargo de la Banda de Cornetas y Tambores de la Presentación al Pueblo de Dos Hermanas, el Cristo de la Salud se detuvo antes de alcanzar la Alfalfa, un lugar siempre emotivo para esta cofradía por el fallecimiento de un costalero, José Portal Navarro, en este lugar. Precisamente, este año se cumplieron treinta años de aquel fatídico 26 de marzo de 1986.
Hacia ese punto se marchó el Cristo de la Salud cuando el paso se levantó, en su camino hacia la Cuesta del Rosario, el Salvador y la calle Cuna, buscando la Carrera Oficial.

























Un buen número de nazarenos después, por la calle San José venía María Santísima del Refugio, que avanzaba con rapidez tratando de cumplir con las limitaciones horarias para una cofradía de dos mil nazarenos.
La Virgen del Refugio, la primera dolorosa para Sevilla de Sebastián Santos, llevaba este año toca de sobremanto, después de unos cuantos años en los que no la ha lucido bajo palio. Un palio, como el paso de Cristo, que tampoco varía nunca su adorno floral, en este caso compuesto de claveles blancos, salpicados de azahar.
En la puerta de la Iglesia de San Nicolás, recibía a la cofradía del antiguo arrabal la Hermandad de la Candelaria. Hasta allí llegó la Virgen del Refugio con la marcha “Pasan los campanilleros”, interpretada por la Banda de Música de la Cruz Roja, que precisamente el día anterior acompañó a la Virgen de la Candelaria.
Tras quedar parada ante la puerta, el paso de palio siguió adelante a los sones precisamente de “Candelaria”, con la que continuó por la Plaza de Ramón Ybarra hacia Muñoz y Pabón.

























Siguiendo lo previsto sin incertidumbre, la Hermandad de la Lanzada salía a las calles desde la Iglesia de San Martín, con un cortejo encabezado por segundo año consecutivo por la Agrupación Musical Veterana de Sevilla.
La calle Alberto Lista se llenaba de coloridos capirotes rojos y túnicas y capas de color crema. Después de San Bernardo, se agradece la comodidad con la que se puede ver una hermandad como la Lanzada, con un número de nazarenos asequible para verla a pie quieto desde un mismo punto.
Al fondo, girando desde Saavedras a los sones de “Bulería de San Román” por parte de la Banda de Cornetas y Tambores de las Tres Caídas, salió como un gran barco surcando un río de cabezas y capirotes el paso de misterio del Santísimo Cristo de la Lanzada y la Virgen de Guía.
Una variedad de flores rojas, principalmente claveles, aunque también rosas y tulipanes en el friso y las esquinas, componía el exorno de este paso que camina poderoso a las órdenes de Ismael Vargas y con el habitual cimbreo del crucificado de Antonio Illanes.





















Por su parte, la Virgen del Buen Fin, que estrenaba un puñal de oro, oro blanco y rubíes donado por un grupo de hermanas y realizado por el orfebre Ramón León, autor también de las nuevas potencias del Cristo de la Lanzada, venía con un tocado liso entre rosas de color rosa dispuestas en las jarras en forma cónica.
Llamaba la atención la altura de las flores situadas en las jarras delanteras, a juego con la altísima candelería que por la noche iluminaría el rostro de esta dolorosa atribuida a Juan de Astorga que en 2010 cumplió dos siglos.
Por Alberto Lista, el paso de palio avanzó a los sones de “Virgen de la Paz”, a cargo de la Banda de Música María Santísima de la Victoria, de las Cigarreras, seguida después por “Rosario de Monte-Sión” a la altura de la casa hermandad de la cofradía del Jueves Santo. Con esta marcha salió a Conde de Torrejón en su camino hacia la Carrera Oficial.



















Por Reyes Católicos, que desde el Domingo de Ramos no veía pasar a ninguna cofradía, se acercaba a la Carrera Oficial la Hermandad del Baratillo, llenando las calles de nazarenos azules con cíngulo y botonadura de color rojo en el primer paso, para pasar al color blanco en el segundo.
La Virgen de la Piedad y el Cristo de la Misericordia, con el acompañamiento musical de la Banda de Cornetas y Tambores Nuestra Señora del Sol, venía avanzando lentamente con un monte de claveles de un color rojo muy vivo que contrastaba con el sudario blanco, donde se encontraba la corona de espinas, preparado para amortajar el Señor.
Los miembros de la banda lucían las plumas blancas sobre sus cascos, señal de la ausencia de riesgo alguno de lluvia en este día afortunado.
La Piedad del Baratillo atravesó las palmeras que marcan la posición de la antigua Puerta de Triana de la muralla con los costaleros avanzando a las órdenes del capataz Julián Huertas.





















Con “Reina de Triana” a cargo de la Banda del Carmen de Salteras, la Virgen de la Caridad realizó el giro de la calle Pastor y Landero a Reyes Católicos. No fue una elección de marcha casual. La Reina de Triana a la que alude la composición, la Virgen de la Esperanza, es la dueña del manto que ha lucido este año la Caridad del Baratillo en su paso de palio. Se trata del manto diseñado por Juan Borrero y bordado por los talleres de Elena Caro en 1994.
El manto propio de la Caridad no ha podido utilizarse al estar siendo restaurado precisamente por los Sucesores de Elena Caro. Así, del morado de su manto, la Caridad ha pasado al verde del prestado. Del morado al verde, como los nazarenos de la Esperanza de Triana.
Y de una marcha trianera a otra, ya que por Reyes Católicos se pudo escuchar a continuación “Virgen de la Estrella”. Finalmente, cuando ya la noche se había hecho presente en esta Semana Santa previa al cambio horario, la Virgen de la Caridad se fue por San Pablo, entre claveles blancos, a los sones de “Pasa la Virgen Macarena”.














Detrás del Baratillo, la Hermandad del Cristo de Burgos, que comprimió al máximo su cortejo en la zona del Duque y Trajano al no poder entrar en Campana hasta que no pasara la cofradía anterior.
El paso del crucificado, siempre elegante y andando a base de pasitos pequeños con la música de capilla como banda sonora, salió de la calle Javier Lasso de la Vega con tres de sus cuatro hachones encendidos, aunque después, en la amplitud de la Plaza del Duque se iban a apagar todos.
La noche se reveló fría, sensación que iba en aumento conforme pasaban las horas. Como uno nunca está contento con nada, casi se recordaba con nostalgia el sofocante calor de la Semana Santa del año pasado. Y si en 2017 se repite el calor, echaremos de menos el frío de esta noche de Miércoles Santo.
El Cristo de Burgos, con un monte de claveles rojos de un tono muy oscuro, comenzó a andar sin prisa, pero sin pausa, cuando el Baratillo dejó libre el acceso a la Carrera Oficial.






















Avanzando aún más donde casi no se podía, venía el paso de palio de Madre de Dios de la Palma, cuya candelería estaba bastante apagada debido al viento. “El Cachorro, Saeta sevillana” fue la marcha interpretada por la Banda de Música del Maestro Tejera para la revirá desde Javier Lasso de la Vega hasta Trajano.
El paso de palio, conducido por Antonio Santiago, estrenaba los broches de los faldones, confeccionados por el taller de Fernández y Enríquez, y llevaba unos claveles blancos colocados de forma muy compacta con la clásica forma de la bola de helado.
El alcalde de Burgos, Javier Lacalle, participó en la estación de penitencia de la hermandad delante del paso de palio, que siguió hacia la Campana por una abarrotada Plaza del Duque cuando ya la cruz de guía de los Panaderos asomaba desde San Miguel y Trajano.















El Miércoles Santo estaba a punto de terminar en la Campana. La Hermandad de los Panaderos se acercaba por Trajano. No lo hacía con rapidez porque había que dejar espacio para que entrara en Carrera Oficial la Hermandad de las Siete Palabras y convenía evitar el parón.
Pronto, a lo lejos, se adivinaron los ciriales y el paso de Nuestro Padre Jesús del Soberano Poder en su Prendimiento saliendo de la calle San Miguel a Trajano. En varias chicotás cortitas recorrió el tramo entre San Miguel y la confluencia con Javier Lasso de la Vega, hasta que siguió hasta el último tramo de Trajano con la marcha “Cristo del Amor” a cargo de la Banda de Cornetas y Tambores de las Cigarreras.
Venía el misterio adornado por tercer año consecutivo por una variedad de flores de tonos morados y malvas, con rosas, lirios y otras flores, salpicadas con espigas de trigo. El Señor volvió a salir con su característica túnica blanca de pelo de camello.
El paso estuvo parado durante largo rato hasta que pudo avanzar, continuando hacia la Plaza del Duque con las marchas “La trabajadera de metal” y “Madre de Dios”, dejando ver tras de sí el movimiento coreografiado y acompasado de las ramas del olivo.
















Y el último paso del Miércoles Santo, el palio de la Virgen de Regla, llegó a la zona del Duque con la marcha “Sevilla cofradiera”, cortada de forma abrupta cuando el paso se detuvo; el clásico mal que parece difícil de exterminar.
Con una variedad floral de color blanco, la dolorosa de Regla venía con las clásicas cruces de San Andrés de su candelería perfectamente visibles al no estar aún gastada la cera. Vestía una vez más el manto bordado por Mariano Martín Santonja para la Coronación Canónica que tuvo lugar hace seis años. Y de nuevo, el antiguo se quedó desgraciadamente en las dependencias de la hermandad. Al menos hemos podido verlo recientemente en el besamanos de la Virgen del Carmen Doloroso.
Con “A ti Manué”, a cargo de la Banda de Música Santa Ana de Dos Hermanas, la Virgen de Regla se marchó por la Plaza del Duque dispuesta a cerrar la Carrera Oficial tras una jornada completa.




















Despejado el camino por parte de la Hermandad de los Panaderos, la del Buen Fin pudo atravesar al completo la calle San Miguel para salir a Jesús del Gran Poder, repitiendo el pequeño rodeo por Daoiz estrenado el año pasado para evitar el tradicional parón que se venía produciendo en Javier Lasso de la Vega. Fue bien la experiencia en 2015 y el Buen Fin ha vuelto a discurrir por estas calles en su camino de regreso al Convento de San Antonio de Padua.
La Centuria Macarena, que ha estrenado este año la marcha “Una vida tras de ti”, dedicada a la cofradía franciscana, acompañaba al Cristo del Buen Fin con diferentes composiciones en los varios giros que la hermandad realiza por esta parte de su itinerario, como la de San Miguel a Jesús del Gran Poder, de ésta a Las Cortes, y luego tres más por la Plaza de la Gavidia.
Tras sorprender gratamente en 2015 con un inédito monte de anthurium rojo, este año el Cristo del Buen Fin ha vuelto a un exorno más clásico, con claveles rojos en el monte y rosas del mismo color en las seis jarras del paso, cuatro en las esquinas y dos en los costeros. Los Ariza, por segundo año, se encargaron de comandar los pasos de la hermandad.
































Por su parte, Nuestra Señora de la Palma ha llevado este año rosas blancas de pequeño tamaño en su paso de palio, que ha estrenado la parihuela.
La Banda de Música de las Nieves de Olivares tocó la marcha “Amarguras”, que por su longitud dio para dos revirás, desde San Miguel a Las Cortes. Después, siguió hasta la Plaza de la Gavidia a los sones de “Triana de Esperanza”, con cuya parte final, algunos de los presentes cantaron tímidamente la Salve a la Esperanza de Triana. Es curiosa la reacción de quienes se saben la letra cuando suena esta marcha: “¿La canto o no la canto porque esta dolorosa no es la Esperanza de Triana?”.
Con “Reina de San Román”, el paso de palio continuó su camino, aunque la composición se interrumpió cuando el capataz tocó el llamador y se detuvo. Acto seguido, antes de la levantá, uno de los costaleros se encargó de dedicarla: “Esta levantá va por nuestra hermana Concha, que está en el Cielo con la Virgen”.
Finalmente, el paso de palio de la Virgen de la Palma se perdió por la calle Cardenal Spínola hacia San Lorenzo con la marcha “Cristo del Buen Fin”.



































La Hermandad de las Siete Palabras completa la nómina del Miércoles Santo. Por las calles Tetuán y Velázquez regresaba con sus elegantes nazarenos de túnica y antifaz blancos con escapulario carmesí.
El primero de los tres pasos, el de Nuestro Padre Jesús de la Divina Misericordia, estaba exornado íntegramente con lirios morados. Sobre este monte, bastante copioso, el Nazareno que preside durante este Año de la Misericordia la Parroquia de San Vicente lucía su túnica bordada de salida entre los cuatro faroles que pertenecieron a la Hermandad del Silencio.
Música de capilla era el acompañamiento de este paso, conducido por segundo año por los Ariza, al igual que el Buen Fin.
























Muy cerca venía el paso del Santísimo Cristo de las Siete Palabras y la Virgen de los Remedios, tras el que la Banda de Cornetas y Tambores Esencia, que por segunda vez escuchábamos esta Semana Santa, tocó la marcha “Resignación” por la calle Velázquez.
Como el paso de la Lanzada, este clásico paso de misterio estaba adornado con flores rojas de diferentes especies, mezcladas en este caso con cardos. En las esquinas, además, llevaba rosas. Como novedad, la Virgen de los Remedios vestía una saya negra bordada en oro por Martín Santonja, según diseño de Maravillas Rodríguez.
Desde la gran altura a la que se sitúa la cruz, el Cristo de las Siete Palabras pronunciaba las palabras con las que acreditó a la Virgen como madre de la humanidad: “Madre, ahí tienes a tu hijo; hijo, ahí tienes a tu madre”.




















Finalmente, cerraba el cortejo el paso de palio de la Virgen de la Cabeza, que llevaba colgada de los respiraderos la vara dorada de hermano mayor con un lazo negro, en memoria del que fuera máximo dirigente de la cofradía, Antonio Sánchez Padilla, fallecido de forma repentina durante la madrugada del Domingo de Resurrección de 2015.
Claveles blancos y paniculata eran las flores que adornaban este paso de palio de la dolorosa de la Cabeza, que volvió a llevar la antigua gloria del techo de plata dedicada a la Virgen de la Cabeza de Andújar. Es ya, por tanto, el segundo año que se anuncia el estreno de una nueva gloria bordada por José Ramón Paleteiro y que ésta no se puede ver en las calles.
Por la calle Tetuán sonó tras el paso de palio la marcha “Nuestra Señora de la Cabeza”, por parte de la Banda de Música Nuestra Señora del Águila, de Alcalá de Guadaíra, seguida posteriormente por “Rocío”, ya en la calle Velázquez.



























Por Alfonso XII, Santa Vicente María y Virgen de los Buenos Libros, regresaba a Cardenal Cisneros y a la Parroquia de San Vicente la Hermandad de las Siete Palabras. El Nazareno de la Divina Misericordia llegó en primer lugar y entró en silencio, aunque con los ecos de la Banda Esencia escuchándose al fondo tras el paso de misterio.
Sin darse la vuelta para entrar de cara al público, el Nazareno entró en el templo teniendo los costaleros que agacharse un poco para que la cruz salvara el dintel.




El segundo paso llegó a las inmediaciones de San Vicente con la marcha “Silencio blanco”. Después, con “Cristo del Amor”, giró ante la puerta. La última levantá antes de entrar la dedicó Rufino Madrigal a los padres de todos, costaleros y capataces.
El Cristo de las Siete Palabras fue bajado en gran medida en el paso para poder entrar con facilidad por el arco de medio punto; una entrada más complicada que la del paso del Nazareno.




Finalmente, el paso de palio de la Virgen de la Cabeza alcanzó su templo con la marcha “Margot”, a la que después siguió “Pasan los campanilleros”, interpretada en dos ocasiones. Antes de entrar, el capataz dedicó la levantá. “Ésta va por un maniquetero que viene siempre con nosotros y que este año no ha podido venir, y por la Hermandad de las Siete Palabras, que confía en ustedes”, dijo a los costaleros.
Con todos los cofrades pendientes en silencio de la entrada, el paso de palio fue acercándose a la puerta de San Vicente, se detuvo ante ella, los costaleros echaron el cuerpo a tierra y comenzó el difícil proceso de entrada, durante el que los varales rozaron levemente el arco en algún momento.











Eran las tres de la madrugada del ya Jueves Santo cuando las puertas de San Vicente, con media hora de retraso sobre lo que decían los programas de mano, se cerraban. Y con ellas, la crónica de una jornada completa y prácticamente perfecta, librada por completo de la lluvia que había tenido en vilo a las cofradías durante la primera parte de la Semana Santa.

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