lunes, 4 de diciembre de 2017

LA AMARGURA JEREZANA DIO CALOR A UNA MAÑANA GÉLIDA CAMINO DE LA CATEDRAL


El calor devocional y el del reencuentro familiar. Ése es el que ponía la Amargura cada Miércoles Santo cuando toda la familia nos reuníamos en la calle Naranjas para verla pasar, a Ella y a su Hijo flagelado, en ese giro imposible de la esquina con Patricio Garvey. El tiempo pasó, las circunstancias cambiaron y duele ahora ver esos balcones cerrados a cal y canto cuando la cofradía transita ante ellos.
Pero siempre queda la Amargura, la Virgen profundamente dolorosa que gira su cabeza hacia un lado, negándose quizá a contemplar los padecimientos que sufre el fruto de su vientre en el paso de misterio. Ayer, en una mañana gélida, sólo estaba Ella en la calle camino de la Catedral, pero se bastó para darle a quien esto escribe un poco de aquel calor y para hacerle comprender que, por más que pase el tiempo, los que se fueron están muy bien atendidos. Ella se ocupa.
Una mañana cargada, por tanto, de emoción la que ayer se pudo vivir en Jerez, con la Virgen de la Amargura llevada en su paso de palio a la Catedral para presidir el viernes la función a la Inmaculada Concepción, renovando así el voto inmaculista de la ciudad, que en este 2017 ha cumplido nada menos que cuatro siglos. La ciudad lo ha sabido celebrar durante todo este año y la Amargura, bajo su original y bellísimo palio celeste, será el gran broche de oro. Así lo pidió expresamente el obispo, José Mazuelos.
El primer capítulo de este broche de oro comenzó temprano, pasadas las nueve y cuarto de la mañana, en la puerta de la Parroquia de San Juan Bautista de los Descalzos. Poco antes, los costaleros se encargaron de colocar las cuatro piezas que componen la rampa que iba a conducir a la Amargura hasta la calle tras recorrer el atrio del templo.
El frío era el tema protagonista de las conversaciones de los congregados ante los Descalzos. Desde luego, aquello no era como una tarde de primavera, de ésas en las que el terciopelo azul de los nazarenos llega a parecer una penitencia añadida.
Con adelanto sobre lo previsto, ya que posteriormente tenía que celebrarse un funeral en la parroquia, la cruz de guía dorada de la Hermandad de la Amargura se ponía en camino. Detrás, parejas de hermanos con cirios blancos distribuidos en varios tramos, separados por la bandera del Grupo Scout de la parroquia, las dos banderas concepcionistas de la cofradía, una bandera de España (no olvidemos que la Inmaculada Concepción es la Patrona de nuestro país), el simpecado y el estandarte corporativo.








A continuación, los capataces, capitaneados por Paco Yesa, guiaron a los costaleros para que, desde el presbiterio del templo, llevaran el paso de palio hasta la puerta de salida, donde se detuvo. Después de una última levantá dentro de la iglesia que provocó lágrimas de emoción en algunos hermanos, el paso de palio, antecedido por los acólitos con dalmáticas celestes y cuatro ciriales, atravesó con mucho cuidado el dintel de la puerta y salió al atrio, para después encaminarse hacia la calle Descalzos, en lugar de girar a su derecha para recorrer Medina, como ocurre cada Miércoles Santo.
El quinteto de metales Joaquín Turina, integrado por componentes de la Banda de Música Julián Cerdán, de Sanlúcar de Barrameda, que es la que va tras el palio durante su estación de penitencia, se situó delante del paso para interpretar sus versiones de diferentes composiciones, la mayoría marchas procesionales. La primera de ellas fue "Amargura", la pieza compuesta para esta hermandad por Germán Álvarez Beigbeder.
En la presidencia, junto al hermano mayor, Francisco Javier Pérez Gómez, iba el ministro de Asuntos Exteriores, el jerezano Alfonso Dastis, además de la ex alcaldesa María José García Pelayo. Ella fue la encargada de tocar el llamador en una levantá en la calle Descalzos, donde el quinteto de metales tocó a continuación el "Ave María" de Caccini hasta el giro a la calle Diego Fernández Herrera.
Aquí fue el hermano mayor de la Hermandad del Santo Encuentro de Las Palmas de Gran Canaria el encargado de llamar al paso después de dedicar unas palabras a los costaleros y a la Virgen de la Amargura.
Con "Desamparo", la marcha dedicada a otra dolorosa del Miércoles Santo jerezano, como es la de la Hermandad del Prendimiento, el paso de palio de la Amargura siguió su camino con el anhelado sol de la mañana iluminando su manto, cuyo diseño ganó el concurso convocado en los años cincuenta por la Hermandad del Amor de Sevilla para la Virgen del Socorro. Finalmente, la cofradía sevillana se decantó por el diseño que quedó segundo.




























Las obras que el Ayuntamiento de Jerez está realizando en la Plaza de las Angustias obligaron a modificar el itinerario inicialmente previsto, por lo que el paso de palio de la Amargura, adornado con claveles blancos, además de rosas de pitiminí en las jarras delanteras, tuvo que tomar la calle Maríñiguez, en la que se introdujo con la marcha "Calvario" a cargo del quinteto Joaquín Turina.
Conforme avanzaba la mañana se iban sumando a esta procesión de traslado más cofrades jerezanos e incluso venidos de fuera. Por esta calle aún sonaron para la Virgen de la Amargura las composiciones "Virgen de los Reyes" y el "Ave María" de William Gómez, seguidas posteriormente por "Esperanza de la Yedra" mientras el palio, muy lentamente, giraba a la derecha para tomar la calle Sol. Al fondo asomaba la Ermita de la Yedra, por lo que no fue casual la elección de esta marcha, que cuando finalizó arrancó algunos aplausos entre las personas que veían en este punto a la Amargura pisando adoquines con aroma a mañana de Viernes Santo.
Por ellos avanzó a continuación el paso de palio, a los sones de composiciones como "Sepulcro" y "Bendita Amargura", y de nuevo con el sol a sus espaldas. La existencia de coches aparcados en la calle dificultó las cosas a la cuadrilla de capataces y costaleros, sobre todo en un punto en que una farola vino a incrementar la complejidad. Con la caña utilizada para encender la candelería (aunque durante todo el recorrido sólo se encendieron los cirios más altos) se movió la farola para permitir al palio seguir adelante.
Con "Stabat Mater" el paso de palio dejó Sol para girar a Pedro Alonso, calle por la que después sonó "Nuestro Padre Jesús". Algunos de los hermanos avisaban a los capataces de que se acumulaba cierto retraso sobre el horario programado, ya que en ese momento la Amargura tenía que estar ante el Convento de San José, de las Franciscanas Descalzas, responsables de las magdalenas de chocolate que dieron sabor a mi infancia.
Así las cosas, se trató de alargar el paso, recorriendo con la marcha "Candelaria" los últimos metros de Pedro Alonso, para a continuación recorrer con "Amarguras" la calle Barja, donde el palio no se detuvo hasta estar frente a la puerta del convento, donde, pese a la estrechez y la cantidad de gente acumulada, el paso se volvió. Apenas fue perceptible el cántico de las monjas, ya que, al ser de clausura, estaban bastante lejos de la puerta. Lo que cuenta, en cualquier caso, es la oración cantada y el gesto de la hermandad con una congregación muy querida en Jerez.








  

































Y pasado el Convento de San José, el siguiente punto de interés por el que pasó la Amargura fue la imponente Parroquia de San Miguel. "De aquí sale un cartel de la Semana Santa", dijo una mujer al ver la maravillosa escena que componían el palio celeste de la Amargura, combinado con el azul del cielo y, entre ambos, la torre de San Miguel.
Tras sonar de nuevo el "Ave María" de Caccini, la Virgen de la Amargura se detuvo justo ante la puerta desde la que cada Madrugada de Viernes Santo salen dos magníficas obras de arte, el Santo Crucifijo de la Salud y la Virgen de la Encarnación, sobre las joyas que son sus respectivos pasos procesionales.
A continuación, el paso de palio se encaminó hacia la calle Santa Cecilia con "Soleá, dame la mano", momento en que un señor aprovechó para contar la famosa anécdota de Stravinski, quien en Sevilla tuvo ocasión de escuchar la marcha de Font de Anta tras el palio de San Bernardo y dejó para la posteridad aquella frase: "Estoy escuchando lo que veo y viendo lo que escucho".
Lo que se veía con semejante banda sonora saliendo a la perfección de sólo cinco instrumentos de viento era el inmenso azul de la Amargura, la pureza de la Madre de Dios, bajando Santa Cecilia con absoluto mimo por parte de sus costaleros. Y para completar la alabanza a la Virgen que es toda procesión de una imagen suya por las calles, en la confluencia entre Santa Cecilia y San Agustín dieron las doce del mediodía y desde detrás del palio se rezó el Ángelus.
"Procesión de Semana Santa en Sevilla" fue la marcha con la que la Amargura continuó su camino, seguida después por "Cristo de la Expiración". De nuevo Álvarez Beigbeder poniendo su ingenio creativo al servicio de las cofradías jerezanas. Con esta marcha la Amargura salió a las inmediaciones del Alcázar por la calle Conde de Bayona, desde la que tomó Armas con la marcha "Mater Dei, ego sum". "Hosanna in excelsis" y "Soledad de Madre" completaron el trío de marchas que se pudieron escuchar por la mencionada calle.


































Con la marcha "El Cristo de la Lanzada", la Amargura reviró hacia Plaza Monti, pasando después a Manuel María González, donde sonaron las composiciones "La Coronación de Espinas", "Ave María" de William Gómez y "Bendita Amargura". A continuación, el palio se dispuso a bajar la calle De la Rosa con "Triunfal". Fue una bajada de gran pericia, como la que tienen que demostrar las cuadrillas de todas las cofradías que pasan por ella, normalmente en sentido contrario, una vez realizada la estación de penitencia en la Catedral. La cercanía del muro de la bodega González Byass obligaba a bajar con mucha calma, teniendo en cuenta además que la parihuela del paso es más ancha que la propia calzada de la calle.
Ya abajo, sonó nuevamente "Mater Dei, ego sum" por la Plaza de la Encarnación, desde la que la Amargura accedió a la zona alta del Reducto de la Catedral. En estos últimos metros en la calle antes de entrar en el primer templo de la diócesis, el quinteto Joaquín Turina volvió a tocar el "Ave María" de Caccini.


































La Hermandad de la Resurrección, con su estandarte corporativo, recibió a la Amargura delante de su capilla al entrar en la Catedral, mientras que desde el órgano se escuchaba la marcha "Amarguras". El paso de palio, al igual que hiciera en noviembre del año pasado la Virgen de la Misericordia de la Hermandad del Transporte (ver), accedió a la nave de la Epístola para subir al presbiterio desde ese lado. Durante esta maniobra, el quinteto volvía a hacer sonar los instrumentos, ya por última vez, para interpretar la marcha "Cristo de la Viga", como muestra de afecto de la Hermandad de la Amargura con la de la Viga, con sede en la Catedral.
Una vez colocado el palio en su lugar, el canónigo mayordomo de la Catedral, Manuel Lozano Jiménez, dio la bienvenida a la Virgen de la Amargura y deseó que sean muchos los frutos que su salida extraordinaria, su estancia en la Catedral y los cultos que en ella van a tener lugar produzcan para la Diócesis de Jerez. En concreto, mañana se inicia el triduo que comenzará a las ocho de la tarde durante los próximos martes, miércoles y jueves, mientras que la función de la Inmaculada será el viernes a las once y media de la mañana. Según explicó Lozano, todos los asistentes tendrán una copia del texto de renovación del voto inmaculista para que sea el pueblo de Jerez el encargado de renovarlo.









Por la tarde, a partir de las cinco, será la procesión extraordinaria de regreso de la Virgen de la Amargura hasta su templo de los Descalzos, ya con la Banda Julián Cerdán al completo y por un itinerario aún pendiente de confirmación por las mencionadas obras de la Plaza de las Angustias.
Hasta entonces la Amargura permanecerá en la Catedral bajo el cielo siempre encendido de su palio; el cielo donde están los que ya se fueron, pero que cada Miércoles Santo tienen reservado un balcón para verla pasar por su esquina de la calle Naranjas.

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